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El cuchillo entre los dientes de Farías rebanó la fantasía de Seijas

La discusión es vieja. Y con César Farías se repite y se repite y se repite, ya sea que esté en Venezuela, México, India o Paraguay. Es más, aburre. Seguro que el entrenador tiene una vida más interesante que la suya y que la mía. Aparte, algo de atractivo tuvo que ver la directiva de Cerro Porteño para contratarlo. Al final, haciendo eso se llevó un cuarto lugar de la Copa América, hasta ahora la mejor chapita de una selección vinotinto en este torneo.

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Recuerde cualquier partido en el que Venezuela se apertrechaba con dos líneas de cuatro y tiraba algún pelotazo al área contrario donde estaba Tom Hanks, hablando con Wilson. Eso fue Cerro contra el Independiente de Santa Fe de Luis Manuel Seijas en el primer partido del grupo 8 , donde también militan Corinthians (Brasil) y Cobresal (Chile).  Y así también es el fútbol. El mediocampista se llevó los piropos y Farías los puntos. El empate (0-0) fue un gran botín para el equipo paraguayo que buscaba oxígeno en la Copa Libertadores tras un irregular inicio en el torneo local.

“Recibí un equipo que no trabajaba con los métodos que trabajamos nosotros. Nosotros en algunos aspectos estamos europizando, estamos modificando el ADN del fútbol paraguayo”, dijo Farías a manera disculpa por no haber ganado un partido hasta ahora con el Ciclón. Habría que preguntarse cuál sería el ejemplo de Europa, porque hasta el Chelsea renunció al método Mourinho.

Si la idea es convertir a Cerro en el Atlético de Madrid, entonces hace falta mucho todavía y al menos 5 jugadores para hacer un Antoine Griezman y 6 más para un Diego Godín.

Pero todas estas letras poco le importan a Farías porque se fue con la portería en blanco y ese es su mayor orgullo desde que llegó al Ciclón. “Somos el equipo menos goleado, el único que no le convirtieron en tres partidos. Jugamos 9 partidos con los amistosos, recibimos solo 4 goles, tuvimos 6 partidos sin recibir goles, vamos bien encaminados”, dijo antes de viajar a Bogotá para enfrentar al equipo de su ex dirigido en la vinotinto.

Poco premio para el local

Seijas, por otro lado, se va con las manos vacías a pesar de haber sido la figura del primer tiempo en Santa Fe. Es muy interesante la libertad que tiene el venezolano en el campo. Igual puede jugar como 10, pegado a la línea derecha que terminar como un carrilero por el costado izquierdo. Cobraba todos los centros, dos pases suyos terminaron en ocasión de gol (un poste y un despeje uno contra uno del arquero rival).

Santa Fe, campeón  de la reciente Copa Sudamericana, tiene un juego estructurado. Ahí no se le puede comparar con el de Farías, que, en efecto, está en plena construcción más allá de su renuncia declarada de buscar al arco rival. Por eso tiene armas para ir una y otra vez a soplar la casa de Antony Silva, quien se convertiría en figura al despejar al menos cinco balones que bien podrían haber terminado en el fondo de las mallas.

El portero de Cerro fue elegido jugador del partido por los comentaristas y el público. “Fue lo planeado”, dijo al ser entrevistado. Punto para Farías. El mayor peligro del Ciclón llegó desde el pie de Luis Leal. Sus dos remates, a distancia, salieron con más fuerza que brújula. Mientras, del otro lado, valga este dato: de los 11 que abrieron en Santa Fe, 9 dispararon al arco, de esos 9, 5 fueron desviados entre los postes y las milagrosas manos de Silva.

Es impresionante el fútbol que genera Santa Fe con Otalvaro, Gordillo, Perlaza (inentendible su cambio cuando quedaban más de 30 minutos por jugarse), Seijas Y Gómez. Del otro lado deberíamos hablar de un despliegue defensivo por el resultado, pero sería mentiroso. Cerro no defendió bien. No se defiende bien cuando tantos jugadores contrarios quedan libres en el uno contra uno y eso sucedió en el juego hasta en el minuto 94. Los Bonet, Cáceres, Mareco y Alonso la pasaron mal. Al llegar a casa, deberán brindarle la cena a su arquero.

Valga una jugada para que visualicen la protesta de Cerro: en el minuto 59, un saque de banda a favor del equipo paraguayo se cobró sin que ningún hombre pidiera o recibiera el balón. La redonda se fue bostezando para que el portero colombiano sacara desde el arco. Al abrirse la toma, 9 jugadores estaban ya detrás del círculo central, con el cuchillo entre los dientes.

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