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Zamora campeón: el renacimiento del poderío blanquinegro

A Zamora le vino bien descansar 41 días. Innegablemente, el súper equipo que ha sido (y dejó de ser en el Clausura) quería seguir peleándolo todo hasta el final, pero las ideas agotadas, alguno que otro desliz en conductas extradeportivas de algún jugador y un desgaste de relaciones interpersonales por tantas concentraciones y tiempo juntos, hizo mella en la casa blanquinegra. Había que respirar.

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Lo hicieron en el momento necesario para bordar la tercera estrella en su escudo.

Zamora dejó vivo a Zulia en Barinas, pero lo machacó en Maracaibo. Tras un primer tiempo desorientado, donde los locales cosechaban extremo peligro con pelotas largas a las espaldas de los defensores zamoranos, parecía que la constante generada por el equipo de “Champion” Marcano en las definiciones de ida y vuelta en el semestre sería la misma.

El 1-0 al descanso era poca renta para un equipo que supo explotar el atrevimiento del visitante de salir a presionarlos al medio, pero más corto era el marcador si se apreciaba lo desorientado que se veía Zamora de tres cuartos de cancha para arriba. Recuerdos de los últimos partidos del Clausura asustaban.

Los de Francesco Stifano no consiguieron ser el mismo Zamora apabullante del Adecuación o del Apertura, sin embargo, algunas pinceladas o flashes de aquel todopoderoso equipo salieron a relucir para desplomar el muro que había armado un Zulia al que, evidentemente, le pasó factura el ritmo despiadado del final del semestre. Esas pequeñas muestras del gran colectivo que armó Stifano a mediados del año pasado permitieron que despabilaran en el descanso y con la misma medicina del Zulia aplicada en el primer tiempo (pelotas largas a la espalda del contrario) lo maniataron.

Primero, una gran definición de Richard Blanco, delantero cuyo valor real no se le ha reconocido en el fútbol nacional, y luego una pifia del hasta ahora intraficable Edixson González bastaron para que todo fuera Zamora en la segunda mitad. El aporte de un recién ingresado Sebastián Contreras para darle manejo al equipo en la zona media equilibró el planteamiento. Zulia nunca pudo recuperarse siquiera del tanto del empate y deambuló en la cancha, superado en ideas y físicamente por un fresco visitante que se acopló justo cuando más lo necesitaba en el mismísimo infierno de las 4:00 pm en Maracaibo.

El título absoluto de Zamora reivindica en el tiempo lo que había conseguido de manera aplastante entre Adecuación y Apertura 2016. Era injusto (sí, un término excesivamente subjetivo, pero aplicable) que uno de los equipos que marcó una época por su dominio avasallante no quedara registrado en la historia con el máximo galardón, con una estrella.

Sin la brillantez de principios de año pero con las mismas ganas de no dejar espacio a nadie en cuanto a títulos se refiere (es el tercero para Zamora en los últimos cuatro años), los muchachos de Stifano despertaron en el momento justo. Un interminente Pedro Ramírez y un menos decisivo Yeferson Soteldo, se juntaron en un par de momentos durante la final que bastaron para marcar diferencias.

Su DT es primerizo en cuanto a títulos. Decidió hacerse cargo del equipo tras la sombra de un inigualable patriarca llamado Noel Sanvicente y tuvo mucho mérito para saber explotar las bondades que ofrecía un plantel que se había acostumbrado a ganar y ganar.

Cambió pocas cosas (¿por qué modificar lo que ya funcionaba?) y realizó pequeños ajustes para que el grupo perfeccionara detalles que les permitiera continuar arrastrando todo a su paso. Convirtió a Soteldo en el jugador más desequilibrante del campeonato nacional con apenas 17 años y ubicó a Gaby Torres como delantero centro, lo que permitió al panameño realizar la friolera de 24 goles en apenas un semestre.

Pensar en todo lo que debe mejorar Zamora para volver a ser aquel combinado temible es inevitable. Luego de eliminar al Barcelona ecuatoriano en una competición continental, el grupo se fue disminuyendo en un espiral de complicaciones que hundieron el mortal juego que exhibía. Atrás quedó ese equipo capaz de ser criminalmente efectivo para mostrarse predecible, sin variantes para resolver entuertos y sumido en críticas sobre el verdadero compromiso de sus jugadores.

Los resultados terminaron siendo el reflejo de eso, al punto de quedarse fuera de los Cuartos de Final del Clausura, obligándolos a tener que esperar casi dos meses para poder ver de nuevo la posibilidad de disputar un partido oficinal, nada menos que la final absoluta. La actitud que mostró el grupo al comenzar el segundo tiempo en el partido de Maracaibo bastó para, en 45 minutos, devolver a Zamora todo lo que había perdido en el último semestre.

La exposición internacional sigue siendo la tarea pendiente y la continua obtención de estrellas en el espacio doméstico ya va dando paso a otras exigencias. En las oficinas de Zamora se insiste en la inversión en infraestructura y continuar fomentando el trabajo de cantera. En eso no va a variar la política gerencial pero la escena continental está pidiendo un plantel más profundo y sólido que pueda aguantar la veda que genera jugar dos competiciones a la vez, algo a lo que parece no haberse adaptado aún el fútbol venezolano.

Honor a Zulia y lo mucho que alcanzó con tanta modestia. Las tres derrotas en sus últimos tres duelos demuestra que le pasó factura el tren final despiadado de partidos, cosa que no quita mérito de una espectacular campaña para una institución en la que nadie creía que podría alcanzar lo que finalmente logró.

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