En una exposición detallada, Dudamel abarcó todas las actividades previstas en un calendario bastante cargado de partidos, módulos y competiciones oficiales. El ex arquero es un gran planificador y su proyección ha sido cumplida como uno de sus más estrictos requerimientos desde que asumiera el cargo de seleccionador Sub 17 en 2013. Desde entonces, destaca el cumplimiento de cada tarea agendada, incluyendo la consecución de dos objetivos que le avalan como un técnico capacitado para asumir retos de alto grado de dificultad: la clasificación a un mundial Sub 17 y el subcampeonato del mundo en la categoría Sub 20.
Esas chapas doradas, más su vasta experiencia como jugador emblema de la Vinotinto, el apaciguar las aguas desde su rol de técnico en un camerino destrozado (como era el de la selección nacional absoluta) y los cuatro últimos resultados de la última eliminatoria mundialista a Rusia, son las cartas credenciales o argumentos para el optimismo que Rafael Dudamel ha recordado al país para ofrecerse como guía natural para alcanzar el sueño de todos: acudir a una Copa Mundial.
“Qatar 2022: Objetivo de todos” es una suerte de campaña lanzada por el seleccionador que invita a todo el país (inclusión total de todos los factores que puedan hacer parte del fútbol y la selección) a creer y generar la ilusión de que sí se puede clasificar al primer mundial a realizarse en el desierto asiático. Mancomunar esfuerzos para lograr la meta y generar un compromiso de apoyo en pro del objetivo es la finalidad de esta cruzada. También es un llamado a quienes tienen los recursos, a invertir en una Vinotinto que hoy día no tiene garantizado ni la marca que va a vestirla.
“Para lograr lo que nunca hemos logrado debemos hacer cosas que nunca hemos hecho”, reza el slogan de esta empresa. En su presentación, Dudamel extiende las capacidades individuales y de su cuerpo técnico para generar confianza en su labor: capacidad de liderazgo positivo, viajes que lo han acercado en charlas, entrenamientos y capacitación a otros cuerpos técnicos del país e internacionales, credibilidad, autenticidad, convicción… una serie de elementos que invitan a creer que con esta cabeza de grupo se puede alcanzar el sueño de todos de ver a Venezuela por primera vez en un Mundial, que sumados al talento y compromiso del universo de futbolistas elegibles, se convierten en un coctel de éxito garantizado.
Buena parte del país no discute todos esos argumentos. Venezuela (dirigentes, futbolistas, técnicos, prensa, afición) confía en sus capacidades y en sus futbolistas de que con trabajo y convicción se puede lograr ese sueño, sin ninguna duda. Se ha demostrado que se puede competir y que plantearse la posibilidad mundialista realmente no es utópico. No en vano con una estructura tan desteñida, se obtuvieron logros importantes.
Todo es real, todo es posible. Pero dentro de esa realidad, también hay carencias que necesitan sortearse para que la gente realmente crea que sí se puede clasificar a un Mundial. No es destacar lo negativo, no es encontrar “peros”: el aficionado ya no es tonto ni pendejo y sabe que para que todo esto pueda alcanzarse, no solo basta que haya un grupo de jugadores extraordinario, un cuerpo técnico capaz, la prensa abocada al apoyo y el aficionado siendo incondicional. Hace falta otro tipo de garantías.
La principal está en los recursos y la estructura. El poder de la mente y el convencimiento es algo extraordinariamente cierto, pero no puede una Federación Venezolana de Fútbol soportar con un “estamos buscando los recursos” (palabras de Rafael Almarza, directivo de la entidad presente en la rueda de prensa ofrecida por Rafael Dudamel) el apoyo que de palabra se muestra a su técnico. Es tácitamente lógico que la FVF brinde un espaldarazo a su DT (deben estar convencidos que puede guiar a la selección al objetivo, para ello le contrataron) pero también es urgente respuestas relacionadas a la situación del patrocinio y todo lo que tenga que ver con el brazo económico que sirva para sustentar esa planificación.
El objetivo se puede lograr y quien escribe esta columna cree en las capacidades del actual seleccionador y una generación extraordinaria de futbolistas para alcanzar el reto mundialista, pero no se puede pretender que las carencias de nuestro campeonato y con una estructura federativa en la que las dudas son sembradas por sus mismos voceros no atenten contra lo que se quiere lograr. Hacerse el ciego con eso es altamente nocivo y hasta cómplice. El mensaje incluyente del cuerpo técnico será efectivo cuando el ciudadano de a pie pueda apreciar y certificar que las condiciones necesarias en el entorno de la selección para llegar a Qatar, se cumpla.
No por revelar las carencias se está en contra del objetivo. No conozco un solo venezolano que no quiera que Venezuela vaya al Mundial, pero es tan importante ese logro como tener una base estructural sólida, un proyecto definido de formación y crecimiento, un fútbol que marque el progreso relacionado con la planificación. En pocas palabras, todos queremos que el alcanzar el sueño mundialista no sea flor de un día, que no sea el resultado de un gran golpe dado por una potente generación de buenos futbolistas y la calidad del cuerpo técnico de turno. Porque de nada vale vivir un sueño de cuatro años y que luego regresemos a las mismas miserias que sufre el fútbol nacional.
El apoyo de todos está. Juntos labraremos un camino que se nota empinado pero no imposible. El llamado de Rafael Dudamel se interpreta no solo como una arenga a los medios y al aficionado, es también un grito que pide apoyo a los inversionistas para que, en medio de la peor crisis económica del país, confíen en que la Vinotinto pueda brindarnos una escapatoria o respiro a una realidad ensombrecida. Es tarea también, difícil claro está, de parte de los federativos y de nadie más, encontrar esos recursos y generar los cambios internos tan necesarios para que no sea todo esto solo un golpe en el tiempo en el peor momento de la Venezuela en crisis.]]>