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La Vinotinto y el manejo de las emociones

El empate 1-1 ante Brasil se teje desde el talento en cancha, pero también desde el discurso. Pareciera que la convicción desde el banco es más que un discurso hacia el público. Pero, Fernando Batista tiene un largo recorrido y toca ir partido a partido

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AFP

No deja de ser entretenido el hecho de que mientras muchos catalogaban el primer tiempo de la Vinotinto en Cuiabá como «el mejor en la hisoria», Fernando «Bocha» Batista explicaba que el plan inicial no había salido como lo esperaba. «Lógicamente por su juego (Brasil) te va llevando, te va arrinconando. La idea del primer tiempo era poder jugar con transiciones de defensa y ataque, pero ellos recuperaban enseguida, no lo pudimos hacer», dijo el director técnico de la selección venezolana.

La paradoja me recuerda a una situación que aún me ruboriza. Sucedió cuando abandonaba la adolescencia. Me invitaron a un ensayo de una obra de teatro en la sala Ana Julia Rojas y apenas terminó la primera prueba de una coreografía, se me ocurrió aplaudir. El director paró la simulación y pidió que me sacaran de la sala. Mientras lo hacían, escuché como, a grito limpio, reclamaba a los actores que estaban haciendo todo mal. Yo juraba que se la estaban comiendo.

Lo relatado en el párrafo anterior, además de exponer por qué no escribo de teatro, funciona para hablar sobre lo que vemos a lo lejos y lo que analiza el encargado del guion. El 0-0 inicial en Brasil, por la calidad del rival y sus rutilantes nombres, invitaba a la exageración. Van apenas tres partidos y la Vinotinto ha mostrado una cara diferente en cada encuentro. Probablemente el del jueves sea el partido más parecido al primer tiempo ejecutado contra Colombia, la diferencia que distingue a ambos juegos fue la capacidad de reacción.

Mientras en Barranquilla la Vinotinto se fue apagando, el gol en contra en Brasil envalentonó a la topa de Batista. Lo dice el propio estratega: «En el segundo tiempo, después del gol, pareciera que nos liberamos y empezamos a agarrar esa posesión de la pelota. Hubo dos o tres cambios que entraron muy bien, frescos«. Aquí el concepto clave es «nos liberamos».

Si un director de cine hubiera decidido rodar una escena de una película en la que la Vinotinto le hace un gol de chilena a Brasil en su propio territorio, después de una infinidad de toques y en los minutos finales, lo habríamos calificado de fantasioso o exagerado. Pero pasó y es una gran lección para un país que lleva discutiendo mucho tiempo si su reconocido jogo bonito es la razón por la que «no pueden» competir con Europa en los mundiales. El 7-1 ante Alemania dejó traumatizado a la seleção y su entorno.

El fútbol, es, entre otras cosa, creatividad. Si a un joven como Eduard Bello no le dejas ser, en lugar de esa chilena, simplemente se aseguraba de bajar el balón para tratar de girarse, perdiendo sorpresa en el desenlace y probablemente la oportunidad de gol. Sin embargo, si le permites que se exprese en cancha y apoyas su confianza, entonces es posible que no tema errar en una jugada acrobática.

A mi juicio, más que las variantes tácticas, lo que diferenció a los procesos de Richard Páez y César Farías, fue la capacidad de convencer a buenos jugadores de que se podía cambiar la historia. No es un trabajo fácil, como se ha visto, transformar a equipos perdedores en competitivos y luego de allí, en ganadores. Esta última instancia es el mayor reto de Batista. A nadie le sorprende que Venezuela pueda hacer uno, dos o tres partidos buenos en todo un torneo eliminatorio. Sí sorprendería, en cambio, que al buen hacer en Brasil, la Vinotinto respondiera con un partido contundente desde el resultado y, sobre todo, del juego. Es decir, que lo esporádico se vuelva norma.

Pareciera que el discurso de Batista va en la misma vía del de Páez y Farías, al menos desde el punto de vista de la convicción. «Hay que creérsela», dice. Es muy pronto para asegurarlo, claro está. En cada fecha la historia cambia. Dudo que Colombia, dado su mal juego, mantenga ese tercer lugar y que Ecuador no ascienda rápidamente desde el séptimo. Por eso, además de la disposición táctica -ese equipo corto que funciona para contrarrestar a los talentosos por ejemplo-, la gestión de las emociones será clave para conseguir el objetivo deseado: clasificar por primera vez a un Mundial.

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