Opinión

Derriba tus creencias

Ricardo Adrianza orienta sobre cómo derribar creencias preestablecidas para estar más a gusto con las propias decisiones y descubrir fortalezas

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Nunca he sido un fiel seguidor de las tendencias que hacen mayoría. Aunque admito que muchas veces puedo coincidir, es una fórmula que me objeto con bastante frecuencia.

No pienso que este modo de mirar la vida y sus situaciones corresponda a alguna posición preestablecida o consciente; sin embargo, al reflexionar sobre cualquier asunto, mayoritariamente me inclino por el pensamiento o tendencia menos popular, por así decirlo.

Muchos dicen que prefiero apostarle a perdedor. Yo me defiendo diciendo que no mandamos sobre lo que se siente. Además, prefiero mirar el entorno que me rodea con curiosidad y poner a prueba mi intuición.

No siempre el que arrastra más gente es el mejor. No siempre el equipo con más fanáticos es el campeón. Allí lo hermoso de la existencia.

En nuestras decisiones, indudablemente existe una influencia clara de nuestras experiencias. El entorno familiar, tus primeros años de vida, el ambiente y la cultura de la sociedad donde creciste son factores que van moldeando tu forma de pensar y alimentan tus creencias.

Derriba tus creencias
Foto: Orione Conceicao / Pexels

Adicionalmente, es clara la influencia que ejercen los mecanismos inconscientes de nuestra mente. Comprobadas investigaciones advierten que no somos totalmente dueños de nosotros mismos, ni capaces de controlarlo todo: actos y pensamientos. Si bien, la consciencia y el lenguaje emergieron para diferenciarnos del resto de seres vivos, los rasgos inconscientes de nuestro cerebro ancestral no desaparecieron.

La afirmación anterior nos lleva a concluir que existe una interacción constante entre las operaciones conscientes e inconscientes de nuestra mente, y quizás allí está la explicación de nuestras posturas y preferencias.

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Por ello, para mí es muy importante –diría innegociable– mirar al mundo de manera reflexiva. Cuando me refiero a esto, lo que intento destacar es que cuestionemos constantemente lo que nos pasa y estemos atentos siempre a la alerta que se desemboca con nuestra primera impresión sobre algún acontecimiento, lo que llamamos intuición.

¿Cuántas veces nos hemos cuestionado por no hacerle caso a nuestra intuición? Apostamos por lo que piensa la mayoría y dejamos escapar innumerables oportunidades. O viceversa, dejamos escapar oportunidades por apostarle todo a ella.

Por esto quiero destacarles la importancia del equilibrio entre la valoración consciente de los hechos (pensamiento) y la inconsciente que se recrea de las creencias. Esta última, la abordaremos de manera especial en este artículo.

Una buena forma de comenzar a combatir el enigma de las creencias es entendiendo que son el estado de la mente en el que una persona supone como verdadero el conocimiento o experiencia que tiene acerca de un suceso o cosa. Dicho de otra forma, es dar por cierto algo sin tener evidencias claras de ello.

Resumido lo anterior, la primera fórmula que recomiendo para desmantelarlas y que pocas veces falla es buscar siempre el lado positivo de las cosas. A mí me funciona, aunque debo admitir que muchas veces esta recomendación se nos hace cuesta arriba.

Cuando expreso que mires el lado positivo no aspiro a que actúes ingenuamente. Sino que lo utilices como un termómetro para descubrir si una situación en particular le agrega algo bueno a tu vida o a tu carrera profesional, por ejemplo, o si bien coincide con tus valores.

Otra forma de combatirlas es siendo más flexibles, practicando la empatía. Situarte en el lugar del otro, o bien, estudiar la situación desde un punto de vista imparcial, son claves que te permitirán derrumbar los prejuicios que nos imponen las creencias.

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Foto: Lalesh Aldarwish / Pexels

Muchas veces nos dejamos llevar por la primera impresión y no valoramos en su justa medida lo que efectivamente sucede. Dale tiempo a la reflexión y practica la filosofía del silencio cuando sea necesario. Como dice un refrán cheroqui: “si escuchas los susurros, nunca tendrás que escuchar los gritos”.

Si bien los consejos anteriores pueden ayudarte, hay uno que debe estar presente siempre: ¡la voluntad!

En la fórmula del bienestar este ingrediente se lleva el 40% de influencia, como mínimo. Si bien el contenido genético y las circunstancias de vida condicionan nuestro bienestar, la voluntad entra en esa ecuación con mucha fuerza y es un atributo que depende exclusivamente de nuestro concurso.

Para incentivar la voluntad, te pido que no pierdas mucho tiempo en investigar el origen de tus creencias y machacarte en un largo camino que puedes evitar visualizando el objetivo final. Seguramente muchos mentores lo recomiendan, yo prefiero encarar la cuesta desde temprano.

Así que, ponte en acción desde el principio y piensa desde el fin. Pensar desde el fin no es otra cosa que interiorizar la sensación del deseo cumplido. Mantener esa visión independientemente de los obstáculos que surjan, te permitirá una mayor conexión con el deseo, una mejor visualización de los resultados y la armonía de estos con tus valores.

En definitiva, estarás más a gusto con tus decisiones y descubrirás las fortalezas que efectivamente posees, y mejor aún, cuáles debes desarrollar. Como premio: te habrás ahorrado un tiempo valioso en tu crecimiento como persona.

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