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RSF: periodismo está bajo ataque en más de 130 países y crece desinformación

Venezuela está en el lugar 148 del mundo y entre los tres países americanos peor clasificados para el ejercicio del periodismo, junto con Cuba (171)y Honduras, 151. El informe anual de Reporteros Sin Fronteras describe cómo la pandemia del coronavirus es la gran excusa para los gobiernos autoritarios que controlan la libertad de prensa y de información.

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El ejercicio del periodismo está como mínimo parcialmente bloqueado en más de 130 países, según la clasificación mundial sobre libertad de prensa en 2021 divulgada por la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF).

La investigación, difundida este martes por RSF desde París,  revela un fuerte o mayor deterioro de las condiciones para medios independientes en varios países de América, como Brasil y Venezuela.

La Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, que Reporteros sin Fronteras publica cada año desde 2002, tiene como objetivo evaluar el estado de la libertad de prensa en los 180 países de la lista.

«Se trata de una fotografía de la situación actual de la libertad de prensa basada en la evaluación de los siguientes indicadores: pluralismo; independencia; ambiente y autocensura marco legal; seguridad de los periodistas; infraestructura que sustenta la producción de información, y transparencia», explica la reconocida ONG.

«Jefes de estado, parlamentarios y otras autoridades utilizan las redes sociales para impulsar ataques contra periodistas y medios de comunicación con el fin de desviar la atención sobre las informaciones comprometedoras que estos revelan. Así mantienen a sus bases políticas movilizadas y tienen un mayor control del debate público», explica.

Ante este clima de hostilidad, 8 países de la región se encuentran en la zona en rojo del ranking: Bolivia (110, +4) Brasil (111, -4), Guatemala (116), Nicaragua (121, -4),Colombia (134, -4), México (143), Venezuela (148, -1) y Honduras (151-3 ).

El discurso de la clase política contra los medios

«En todo el continente, los periodistas prosiguen con su trabajo de información en un entorno cada vez más dañino y tóxico. La desconfianza hacia la prensa se alimenta de la retórica antimediática de la clase política latinoamericana, cuya agresividad va creciendo», explica RSF.

En Brasil y El Salvador, pero especialmente en Nicaragua y Venezuela -donde la prensa independiente agoniza-, a los periodistas se les califica como “enemigos del pueblo”.

Lo mismo ocurre en Cuba (171o), que permanece estancada en las profundidades de la Clasificación y donde la prensa independiente -que no tiene reconocimiento legal, ya que La Constitución prohíbe los medios privados-, solo puede existir a través de internet.

En México (143), que sigue siendo uno de los países más mortíferos del mundo para la prensa, el presidente López Obrador sigue estigmatizando a los periodistas durante “las mañaneras” -sus conferencias de prensa matutinas-, cuando se publican informaciones contrarias a sus intereses.

Más procesos judiciales

La normalización de estos discursos estigmatizantes debilita a la profesión y genera ataques cada vez más enérgicos y violentos contra los medios de comunicación. RSF ha observado un aumento de los procesos judiciales abusivos contra la prensa, generalmente emprendidos por cargos electos o representantes del Estado, en países como Perú (91,-1), Argentina (69, -5), e incluso Brasil y Nicaragua.

La proliferación de las campañas de difamación, intimidación y acoso en internet contra periodistas, tanto si surgen de figuras públicas como de entidades secretas, representa otra fuerte tendencia en la región, sobre todo en Colombia (134, -4) y en Brasil. Con frecuencia, los principales objetivos de estos ataques coordinados son mujeres periodistas.

Lejos de haberse debilitado, la violencia física contra periodistas y “comunicadores” (el término “comunicador” engloba a los periodistas independientes, blogueros, etc., que no trabajan para los principales medios nacionales) ha contribuido a que se deteriore aún más, el 15%, el indicador de “Agresiones” de la Clasificación.

Periodismo mortal

En Haití (87o, -4) o Chile (54o, -3), cubrir las manifestaciones se ha convertido en una actividad extremadamente peligrosa. En México, Honduras y Colombia les costó la propia vida en 2020 a 13 periodistas que, en su mayoría, habían investigado sobre la corrupción y el crimen organizado. La impunidad de los crímenes contra los periodistas continúa alimentando el círculo vicioso de la violencia en la región.

A causa de un marco legislativo que ofrece poca protección y de la crisis económica causada por la pandemia, la prensa independiente se enfrenta a retos gigantescos y aún debe recuperar la confianza del público en el periodismo de calidad.

Sin embargo, en esta difícil coyuntura, es la labor periodística la que ha permitido contrarrestar la información falsa difundida por las autoridades públicas sobre los orígenes de la pandemia o sobre las soluciones para afrontar la crisis sanitaria.

Este ha sido el caso de Venezuela y de Brasil, donde Maduro y Bolsonaro promovieron a través de las redes sociales y de campañas de comunicación pública medicamentos (Carvativir y cloroquina) cuya eficacia nunca ha sido probada por el sector médico.

En ambos casos, las encuestas o artículos detallados que publicaron en particular Agência Pública en Brasil o El Estímulo y Efecto Cocuyo -que se encuentran entre los últimos periódicos independientes de Venezuela-, han venido a recordar los peligros de estas campañas para la población y, de paso, el valor de la información confiable para combatir eficazmente la epidemia.

Presos venezolanos reciben dosis de Carvativir, las «goticas milagrosas» promovidas por el gobierno de Maduro

La pandemia del anti periodismo

En total, está profesión sufre «graves impedimentos» u «obstáculos» en el 73% de los 180 Estados analizados, mientras que solo 12 países destacan en la zona «blanca» de la clasificación, gracias a su «buena situación», indicó la ONG con sede en París, reportó AFP.

Esa zona blanca, que representa 7% de los países respecto a 8% el año pasado, no había sido tan reducida desde la creación de este índice de referencia en 2013, deplora RSF.

La encabezan Noruega y Finlandia, mientras que Costa Rica escaló del séptimo al quinto puesto.

A la cola del ‘ranking’ mundial, China (177), que «sigue llevando a niveles sin precedentes la censura, la vigilancia y la propaganda en internet», se mantiene estable delante de «los peores países totalitarios»: Turkmenistán (178), Corea del Norte (179) y Eritrea (180), según RSF.

Además, la pandemia de covid-19 representó una «forma de oportunidad para algunos Estados que restringieron la libertad de prensa», indicó el secretario general de RSF, Christophe Deloire.

«Por causa o con el pretexto» de la crisis sanitaria, los periodistas se enfrentan a un «cierre de accesos» tanto a las coberturas sobre el terreno como a las fuentes de información, según la ONG. Esta situación exacerbó la represión en países como Irán (174) y Arabia Saudita (170).

América Latina, el mayor desgaste

Por regiones, Europa y América (Norte, Centro y Sur) siguen siendo los continentes más favorables a la libertad de prensa, aunque América Latina registra el «mayor desgaste» este año (+ 2.5%).

Los países latinoamericanos peor clasificados son Cuba (171, sin cambios), Honduras (151, -3) y Venezuela (148, -1).

Salvador sufrió la caída más significativa de la región, (82, -8), puesto que en ese país «los periodistas tienen muchas dificultades para obtener información oficial sobre la gestión de la epidemia».

Por su parte, el continente europeo registra un notable deterioro en el indicador de «Agresiones». Los actos violentos ascienden a más del doble en el área de la Unión Europea y los Balcanes, mientras que en todo el mundo es del 17%. Los «ataques contra los periodistas y las detenciones abusivas» aumentaron sobre todo en Alemania, Francia (34) e Italia (41).

Brasil entra en la zona roja

Brasil (111), que retrocede cuatro posiciones, entra en la zona roja, calificada como «difícil».

«Los insultos, la estigmatización y las humillaciones públicas orquestadas contra los periodistas se han convertido en la marca de fábrica del presidente (Jair) Bolsonaro, su familia y su círculo cercano», deplora RSF.

«El periodismo es la mejor vacuna contra la desinformación”, sostuvo en un comunicado Christophe Deloire.

«Por desgracia, su producción y distribución se ven bloqueadas con demasiada frecuencia por factores políticos, económicos y tecnológicos, y, en ocasiones, incluso culturales», agregó.

Según RSF, la estabilidad del índice de referencia global de la clasificación (-0,3% anual) «no puede ocultar la situación general si se compara a medio plazo», con una caída del 12% respecto a 2013.

(Con aporte de redacción de AFP)

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