Economía

Paro en central de Táchira saca del mercado 80 toneladas diarias de azúcar

El deterioro de la empresa por falta de mantenimiento, pérdida de mano de obra calificada y deudas laborales llevan a la paralización de la producción en el central azucarero que abastece a los estados Táchira, Barinas y Mérida, situación que, según denuncian los propios trabajadores, ha venido agravándose desde que asumió la riendas de la empresa un nuevo gerente.

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Unos 268 trabajadores pertenecientes al Central Azucarero del municipio Pedro María Ureña del estado Táchira (Cazta) paralizaron sus labores para reclamar reivindicaciones laborales y protestar por el riesgo laboral constante al que están expuestos, debido al poco mantenimiento de la maquinaria.

Wilmer Barón, supervisor de calderas de Cazta, precisó que el monto total de la deuda con los trabajadores es de Bs 9.621.000. Pero además de solicitar este pago, la clase obrera exige condiciones laborales seguras, teniendo en cuenta que el servicio de mantenimiento de la planta fue suspendido desde hace seis meses por falta de recursos.

De acuerdo al vocero de los trabajadores de Cazta, la deuda que tiene el central azucarero con los proveedores, alcanza los Bs 48 millones, entre pagos a contratistas, clínicas, farmacias y demás organismos que surten o dan servicios a la empresa pública.

“Ya las clínicas suspendieron la atención a los trabajadores desde hace un mes y medio por no cancelar a tiempo las deudas contraídas”, aseguró.

Debido a la centralización de las operaciones, la empresa ha venido decayendo en términos de producción y servicios. Se ha perdido mano de obra calificada, ingenieros y personal técnico, que han renunciado por no encontrar oportunidades de desarrollo dentro de la organización, denunció Barón.

“En este momento deberíamos estar en la etapa de mantenimiento de la maquinaria y vemos que no hay ni un rollo de type para los electricistas. Todo lo que necesitamos para operar se despacha con una orden desde CVA Barquisimeto, si no tenemos orden de allá, no podemos comprar ni un tornillo aquí”, explicó.

-Caída de la producción-

Cazta fue ocupado por el gobierno nacional en octubre de 2009 y un año después se materializó su expropiación. Entre 1994 y 2009 perteneció al consorcio colombiano “Comercializadora Internacional de Azúcares Mieles (Ciamsa)”.

La empresa tiene una capacidad para procesar 250 toneladas diarias de azúcar pero debido a la mala calidad del crudo que recibe, la producción bajó a 80 toneladas.Ahora, con la paralización, esas 80 toneladas están fuera del mercado, informó Wilson Briceño, del sindicato de trabajadores de Cazta.

“En los tiempos de la privatización se llegó a sobrepasar la meta de producción diaria, ubicándose en 300 toneladas de azúcar, 5 mil sacos diarios. Producción que decayó una vez que el general Wilfredo Silva asumió la administración directa del central y, debido a eso, los insumos para la empresa son casi imposibles de comprar”, detalló.

Actualmente, Cazta no produce el azúcar por sacos, sino por fardos (bultos) y con ellos se abastece no solo la población de Táchira, sino también a los estados Mérida y Barinas, en los que inevitablemente va a escasear el producto por un tiempo no menor a tres meses, según explicaron los trabajadores.

-Sin mantenimiento no hay producción-

La mayoría de los integrantes del sindicato de Cazta aseguraron a El Estímulo que las condiciones operativas de la industria son pésimas y temen que ocurra un accidente que traiga consecuencias lamentables, no solo dentro de la empresa sino también en la comunidad.

El caso más palpable del deterioro que sufre la maquinaria lo muestran las centrífugas continuas, ya que “de cinco solo dos se encuentran operativas. Sus componentes incluyen una serie de rodamientos cuyo precio en el mercado nacional oscila entre Bs 400.000 y Bs 500.000. Hemos tenido dinero solo para tener una centrífuga activa y el resto ha quedado de adorno”, afirmó Briceño.

De acuerdo con el representante sindical, la maquinaria que se ha enviado a reparar no la van a entregar en un tiempo menor a los tres meses. En el caso del turbogenerador, la empresa encargada del mantenimiento anunció que no iniciarán los trabajos de reparación hasta que no se les cancele al menos la mitad del costo.

“La maquinaria no nos ha llegado por la falta de dinero. Por ejemplo, tenemos en Ciudad Ojeda un turbogenerador, equipo que crea la corriente para que opere la planta azucarera, sin él sería imposible arrancar con la producción. Los dos que existen están dañados. Incluso con la reparación, estos equipos no quedan operativos en un 100%”, explicó.

El turbogenerador que se encuentra medianamente en funcionamiento en Cazta data del año 1954, fecha en la que se fundó la empresa. El más nuevo tiene unos 20 años, añadió el sindicalista.

Dijo que han tratado de mediar el conflicto y abrir puentes de dialogo con el general Silva, encargado de CVA azúcar Barquisimeto y de las 9 plantas del sector en el país, y no han recibido respuestas alguna. Reiteraron que desde que él asumió las riendas de las empresas azucareras en 2013, la situación ha venido en decadencia.

-Dinero perdido-

“Al momento de asumir las riendas administrativas de Cazta, el general Wilfredo Silva solicitó que las cuentas bancarias en la que se depositaban algunos dineros de la empresa, como el 3% proveniente de los descuentos que se hacía a contratistas y proveedores, se transfiriera a una cuenta de la Central Venezuela de Azúcar, CVA. No sabemos qué dirección tomó ese dinero”, aseguró Wilfredo Briceño.

De acuerdo al vocero sindical, hace unos meses atrás, previo al proceso electoral del 6 de diciembre, se vendieron 400 toneladas de chatarra, “no sabemos a dónde se fue ese dinero, ni a quién se las vendieron porque no han dado cuenta de eso”, reveló.

“Entre 10 a 15 gandolas entraron a la empresa y se llevaron las 400 toneladas de chatarra. Nadie supo quiénes eran, ni cuál era el destino del material ferroso”, señaló el sindicalista.

Usualmente, estos materiales se destinaban a las obras sociales en las comunidades adyacentes a la planta.

Afirmó que con ese tipo de acciones estarían arrebatando a las comunidades del municipio Pedro María Ureña y a las escuelas la posibilidad de mejorar parte de su infraestructura.

“Nosotros, el sindicato de Cazta, llevábamos tres años haciendo obras sociales, comprando insumos para las escuelas, como aires acondicionados, porque en esta zona los niños están sometidos a temperaturas muy altas. También hemos donado refrigeradores, tanques para almacenar agua y material educativo”, indicó.

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