Economía

¡Ahí está el detalle!

La falta de coherencia en la identificación y soluciones del problema ha llevado a que los venezolanos perciban uno de los salarios mínimos más bajo del mundo, en medio de la inflación y escasez más alta del mundo.

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Foto: Andrea Hernández

En una escena de una de las mejores películas de Cantinflas (1940) “Ahí está el detalle”, el comediante decía: “Para evitar el trabajo, con fundamento en la Biblia: -Dios les dijo adiós (a Adán y Eva). Pero antes de decirles adiós, les dijo a los dos: “Comerán el pan con el sudor de su frente”. -Muy bien dicho. – ¿Cómo que bien dicho? Ahí está el detalle del trabajo: Todos los que son tontos comen pan con sudor, que aparte de ser molesto es una cochinada. ¿Dónde está la higiene? Por eso, yo no trabajo. Mientras se sude, yo no trabajaré nunca.”

¡Ahí está el detalle! Solo los que han trabajado por sus cosas, incluso, con el dramatismo de la frase “con el sudor de su frente”, entienden que ese es el camino más seguro para obtener lo que se necesita para vivir (que no deberían ser sólo bienes básicos, sino también todos aquellos que enriquezcan la vida y la hagan más placentera). Trabajo y honradez, dos valores que brindan bienestar social, pero que deben ser adecuadamente remunerados para que no se conviertan en fardos.

El problema radica en que si los que están obligados por sus responsabilidades de gobierno a fomentar y propiciar condiciones para que se generen empleos productivos, en un entorno en el cual haya un equilibrio entre el esfuerzo y la adecuada compensación que permita vivir, no comprenden que esto sólo se logra en un ambiente en el cual se establezcan condiciones adecuadas para la atracción de capitales nacionales y extranjeros, en donde se respete la propiedad y se eliminen los absurdos cuellos de botella para la producción, la creación de empleos productivos bien remunerados, no será posible. Tampoco es posible lograrlo estableciendo por ley una indexación de salarios, sin atacar el problema estructural, de fondo.

La falta de coherencia en la identificación y soluciones del problema ha llevado a que los venezolanos perciban uno de los salarios mínimos más bajo del mundo, en medio de la inflación y escasez más alta del mundo. Se suma a ese círculo vicioso difícil de abordar, el mermado poder adquisitivo en el medio de las interminables colas para cazar alimentos.

Por otro lado, el respeto a los derechos de propiedad, la propiedad bien habida, es la piedra angular del inicio de un cambio. En este punto no se puede actuar como decía Cantinflas: “Si se necesita un sacrificio, renuncio a mi parte y agarro la suya”. El mensaje de las amenazas o concreción de confiscaciones-expropiaciones es captado con horror por la comunidad de inversionistas. ¿Si hay más de 200 países en el mundo para invertir, para que hacerlo en el que amenaza con tal tipo de acciones?

Decía en una reciente entrevista el profesor y experto petrolero Francisco Monaldi, que ni que se incrementara la producción petrolera a 5 millones de barriles diarios las cuentas nos darían para construir la sociedad que merecen los venezolanos, aunque eso, según él, no significa que el petróleo no sea una herramienta extraordinaria para comenzar a salir de donde estamos.

Entonces uno se pregunta, para que gastar tantos recursos en giras y giras para proponer incrementos de precios del petróleo que no van a ocurrir por la petición de un sólo país en un cartel como la OPEP, que entendiendo la realidad actual del mercado mundial ha apostado más a incrementos en la producción para compensar la baja en los precios, que a lo contrario. Aún si tuviera eco la petición de Venezuela, ni de lejos solucionaría la actual coyuntura económica. Todo se reduciría en ese caso eventual a contar con un poquito más de renta, pero no a solucionar los problemas de fondo.

Concluyo entonces que, desde las cumbres del poder, en muchos casos y muchas veces se olvida que por la frente también se suda. ¡Ahí está el detalle!

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