Economía

Rodrigo Cabezas: Venezuela es una autocracia con unos señores atrincherados en el poder

Economista, profesor universitario, ex diputado y ex ministro de Finanzas, Rodrigo Cabezas desnuda la tragedia económica y social de Venezuela bajo el régimen de Nicolás Maduro. Señala que este es un modelo autocrático y autoritario que nada tiene que ver con la izquierda. Desde Maracaibo, ciudad "zona cero" del colapso de la economía y los servicios en un país arruinado, aboga por una salida democrática y pacífica para emprender la reconstrucción del país a través de un gobierno de emergencia nacional. Respalda al actual parlamento y al líder opositor Juan Guaidó.

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Rodrigo Cabezas ha dado clases de Economía durante 37 años en la Universidad del Zulia, en Maracaibo, el estado y la ciudad que sintetizan de alguna forma el colapso de un país petrolero que alguna vez atrajo a personas de todo el mundo y que hoy está sumido en una tragedia económica y social sin precedentes.

Es un país como arrasado por una guerra: con una profunda escasez de energía eléctrica, de combustibles, de agua, infraestructura y servicios de telecomunicaciones, educación y salud. Enterrado en una depresión económica que encadena siete años en fila, una hiperinflación de las más virulentas y largas de la historia económica mundial, y gobernado por una autocracia autoritaria que propaga el miedo y la represión.

Tierra del sol vejada

¿Cómo es vivir en Maracaibo hoy?

«Comentando con mis alumnos de la Escuela de Economía, del último semestre que hicimos intensivo, yo decía que nos ha correspondido a la gente de Maracaibo, y del Zulia en general, vivir casi un período del medioevo. Es decir, no tenemos servicio de agua potable sino cada 30 días, no tenemos servicio de electricidad desde hace tres años formalmente, e incluso ahorita hay problemas de racionamiento de electricidad de 6 a 12 horas. Sectores con 12 horas sin electricidad, hay un problema gravísimo de combustible, no hay gasolina. En este momento, solo hay gasolina para los funcionarios del gobierno. De la gobernación, de la alcaldía y de las Fuerzas Armadas, la Guardia Nacional. Es calamitoso lo que estamos viviendo».

La calurosa Maracaibo, a orillas del lago del mismo nombre, es la segunda ciudad más poblada de Venezuela y cuna de la industria petrolera de un país que alguna vez fue el mayor exportador mundial de crudo.

maracaibo

Las recientes protestas en la aislada Maracaibo fueron reportadas por redes sociales (Foto Orlando Chacón)

«Por supuesto, esto tiene un impacto dramático sobre la vida familiar, sobre la gente enferma, sobre los niños.También tiene un impacto sobre la economía, porque ha ayudado a que se ralentice más la actividad económica en el estado Zulia, de manera muy delicada. Estamos viviendo una situación muy fuerte desde el punto de vista estrictamente humano, sobre todo el tema eléctrico, porque nos pega demasiado», resume Cabezas.

«Es por una ausencia de inversión en los últimos años, y como el Zulia está en el occidente de Venezuela, a la cola del sistema eléctrico, pues estamos padeciendo esta situación tan dramática. No tener transporte, no tener gasolina, no tener electricidad, no tener agua… es una situación muy precaria, la verdad. Es muy precaria nuestra calidad de vida».

La descripción que hace Cabezas parece la del cuadro dramático de una posguerra. Lo que ocurre en el Zulia contradice a muchos teóricos que pensaban que la precariedad económica y la pobreza podrían ser motores de cambios sociales, algo que al parecer solo ocurrió en la Revolución Francesa.

¿No es curioso que siendo el Zulia famoso por el carácter y temperamento de su gente estén aceptando pasivamente ese destino? ¿Que no haya grandes movilizaciones y protestas? ¿A qué se debe eso?

«La crisis es sistémica, no hay una sola área de la vida humana que no esté afectada, que no se haya reducido, que no se haya empequeñecido o que esté, en este momento, prestando el servicio que debería. La educación, la salud; los hospitales en  emergencia y sin capacidad de atender a los enfermos. El tema de no tener gasolina. Entonces, la vida cotidiana de nosotros es todos los días buscando cómo resolver. Cómo poner un poquito de gasolina. Buscando cómo resuelves este tema de la electricidad. Los que pueden comprar una planta (generadora), están los que tienen que llevar los alimentos a otro sitio para que no se pierdan. La cotidianidad es agobiante, ha paralizado la capacidad de protesta», explica.

Pero en las últimas noches de la semana de esta entrevista, en Maracaibo ha habido muchas protestas, ESPECIALMENTE en los sectores populares, que reclaman, sobre todo, electricidad.

«Ojalá los gobernantes, o los que mal gobiernan, pueden escuchar esta voz del pueblo. Porque yo, por supuesto, soy contrario a toda posibilidad o acto de violencia. Pero el malestar en el Zulia es muy grande, y eso es tierra fértil para cualquier protesta de la gente. Es decir, se está llegando al límite y no se puede jugar con la paciencia».

El gobernador del Zulia, el chavista Prieto, amenazó con meter las fuerzas policiales en las casas de quienes protesten.

«Yo creo que al gobernador del Zulia ni siquiera se le ha ocurrido leer el informe de las Naciones Unidas, en el que califican al gobierno de este país como violador de derechos humanos. Muy grave todo ese informe, como para que hoy en la mañana le diga a los zulianos que al que proteste se le va a meter en su casa con la FAES (la temida Fuerza de Acciones Especiales de la Policía Nacional, acusada de ejecuciones extrajudiciales y torturas), con la Guardia Nacional».

Desprecio por la economía

¿Cómo llegó a este punto un país con los mayores recursos petroleros del mundo? ¿Cómo se produjo este colapso?

Yo me he respondido eso desde mi punto de reflexión crítica; porque, como bien decías, estuve en el gobierno de Hugo Chávez. Fue hace 13 o 14 años, ya bastante, como ministro de Finanzas, en el 2007. Entregué el ministerio el 7 de enero de 2008 y formé parte de la Dirección Nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) con un sueño, con una esperanza, como militante socialista, de que íbamos a construir una sociedad de la igualdad, de la justicia. En el sentido bolivariano de la mayor suma de felicidad posible.

La primera razón de este colapso, de este deterioro, de esta caída continua desde el 2014  -en términos estrictamente numéricos del Producto Interno Bruto- de la actividad económica venezolana, es el profundo desprecio que por la ciencia económica sienten quienes dirigen la nación bajo el liderazgo del señor Nicolás Maduro.

«Capaces de poner en el Ministerio de Finanzas, en el Banco Central de Venezuela (BCV), a iletrados en materia de política económica. Creer que era posible jugar con la economía, colocando al frente del gabinete económico a gente que no estudió los temas de la ciencia económica, de la política económica, de los programas de estabilización económica cuando hay crisis (…). Por tanto, tú observas: «Oye, ¡la ministra de Finanzas de mi país!». ¡Por favor de los favores de los favores! ¡Un ministro de Petróleo y Energía de mi país que es un profesional de la abogacía, que no sabe nada de petróleo y energía! Esa es la primera razón», dice sobre la abogada Delcy Rodríguez, estrecha colaboradora de Maduro, y sobre el también abogado Tareq El Aissami, ministro de Petróleo .

«La segunda razón de este estado de cosas es que cuando comienza la crisis, 2014-2015, y el sector externo comienza a mostrar indicadores delicados de caída de la actividad y del ingreso del petróleo, había que aplicar un plan de estabilización y refinanciar la deuda externa de la República, a más tardar a finales de 2016».

«Entonces, como estos no sabían qué hacer, nada se hizo. Y no aplicó ningún programa de estabilización, de manera que la caída de los ingresos no afectara el gasto. Más bien recurrieron, desde el mismo 2014 y el 15, el 16, y el 17, el 18, el 2019, e incluso el 2020, a monetizar el déficit fiscal, con una emisión monetaria a borbollones.

El yugo hiperinflacionario

«Es un tsunami lo que ha hecho el Banco Central de Venezuela que, por supuesto, nos metió inmediatamente en la hiperinflación, tres años después de iniciar esta operación fiscal absurda y antieconómica, que no se le puede ocurrir a ningún economista, ni siquiera a un economista pirata».

Esta es la hiperinflación más larga y virulenta en la historia económica mundial, ¿no es así?

«Correcto. Entramos en hiperinflación formalmente en 2018 y 2019. Y yo le digo al gobierno: la hiperinflación no la crean los trabajadores, los maestros, los obreros, los campesinos. La hiperinflación en Venezuela fue creada por el gobierno, por la decisión del Banco Central de Venezuela de incrementar la liquidez monetaria.

«Doy el dato porque es importante que la audiencia tenga un número para explicar esto. Durante toda la década de los noventa y los primeros 12 años del gobierno de Chávez, en esos casi 22 años, la liquidez creció interanualmente, en promedio, entre 22 y 23 %. Cuando yo fui ministro de Finanzas, creció exactamente 22 % en todo el año. En 2018, la liquidez creció 3.000 %; en 2019 creció 5.000 % y en lo que va de este año, hasta la cifra que tenemos actualizada de julio, está creciendo casi 300 %», explica.

«Cualquier economista promedio sabe que todas las corrientes económicas, la neoliberal, la marxista, cualquier escuela de economía sabe que un incremento tan exagerado de los valores monetarios, de la masa de dinero en circulación, va generar inflación… y nos metieron en hiperinflación. Destruyeron el sistema de precios. Entonces, creo que el propio gobierno no sabía lo que estaban haciendo. Tú oías al presidente de la república en las cadenas nacionales firmando y diciendo: “Tengo el dinero. Tengo los recursos”, pero los recursos eran de bancos centrales. Nos llevaron al peor de los infiernos.

«En una economía, el drama más grave o la crisis más delicada no es que haya recesión, porque tú puedes salir de ella en uno o dos años, sino la hiperinflación, porque te destruye los salarios, porque te destruye la inversión y porque te destruye el propio gasto. Así estamos en este momento en Venezuela».

Respaldo a Guiadó

Cabezas dice que hay que insistir en «una salida profundamente democrática».

«Por supuesto, yo no soy neutral en esto. Yo estoy en la oposición venezolana. Yo estoy en la inmensa mayoría venezolana que quiero un cambio político en democracia. Yo respaldo la Asamblea Nacional que lidera el presidente de la Asamblea Nacional, el joven diputado Juan Guaidó».

«Observé todo lo que hicieron ellos. Observé cómo todos los partidos políticos democráticos los asaltaron desde el TSJ (Tribunal Supremo) para quitarles la membresía», dice.

Se refiere a las confiscaciones de los partidos históricos Acción Democrática (AD) y socialcristiano Copei, así como a Voluntad Popular, el partido de Juan Guaidó y Leopoldo López.

«Pero vamos a trabajar por una historia buena, por la que va a venir, por un futuro inmediato para los hijos. Ya ni siquiera para nosotros, sino para nuestros hijos y nietos. Vamos a garantizarles a ellos que Venezuela regrese al curso democrático», proclama.

Un país atado de manos

El país tiene una deuda externa pública de unos 160 mil millones de dólares. El régimen de Maduro acaba de lanzar una oferta de reestructuración de los bonos de esa deuda. Pero ¿cómo puede hacer eso un gobierno que no es reconocido por el sistema financiero internacional, que no tiene acceso al crédito y, además, tiene a Delcy Rodríguez, sancionada por Estados Unidos, como la ministra encargada de hacer una arquitectura financiera en momentos en los que este gobierno es tan rechazado internacionalmente?».

«Esa pregunta es muy importante para la vida económica de un país», dice Cabezas al evocar que en 2015 le envío una comunicación al presidente de la República pidiéndole que rectificara la  política económica para atender la crisis y la caída del sector petrolero.

«La respuesta que recibí fue que yo era un neoliberal. Es decir, la descalificación. Tú eres neoliberal. Te pasaste de neoliberal. Nosotros no vamos a hacer ningún programa de ajuste, ningún acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

«Mira dónde estamos ahora por unos dogmatismos absurdos y de ideas “buenas” que no sirven para nada, que han llevado al país al caos donde está. Un caos que tenemos, obviamente, que resolver a mediano plazo».

El plan anunciado por el Ministerio de Finanzas a cargo de Delcy Rodríguez «no es viable, no es comprensible, no tiene sentido ni rigor técnico financiero y no va a dar ningún resultado», agrega.

Los bonos de deuda en títulos de la República en circulación están en unos $70.000 millones, sin incluir la deuda de Petróleos de Venezuela (Pdvsa). Desde finales de 2016 fueron suspendidos los pagos, sobre todo los de capital.

«Y, según los cálculos, los intereses obligantes al día de hoy están en cerca de 20.000 millones de dólares. Cuando tú ves el anuncio de quién está en el Ministerio de Finanzas, haciendo una oferta condicionada, tú crees que hay un refinanciamiento de la deuda, pero lo que está diseñado no es refinanciamiento de la deuda. No tiene ninguna posibilidad de hacerse, porque no hay caja. Porque en este momento no hay posibilidades. Tienes el nivel de reservas internacionales más crítico que hayamos registrado. Hay, además, una situación de bloqueo económico y financiero que la primera potencia del mundo nos ha impuesto por razones políticas».

Señala que no se ha explicado por ninguna parte las condiciones financieras propias de una reestructuración de deuda, ni se ofrece una quita a los tenedores de bonos o condiciones de pagos.

«De modo que eso es parte del reality show político que siempre tienen a través de VTV» (el canal oficial de propaganda)».

Elecciones 6-D: una movida inútil

¿No será que el régimen de Maduro está preparando el terreno para una negociación más adelante, cuando tenga ya dominada la Asamblea Nacional? Porque ha convocado un evento electoral para el 6 de diciembre que no es reconocido por una buena parte de la comunidad internacional ni por la mayor parte de la oposición. 

«Aquí lo económico y lo político se conjugan. Yo no tengo ninguna duda de que vamos a estar vivos en enero, en febrero y en marzo. No existe posibilidad alguna de que una Asamblea Nacional surgida de un fraude electoral, surgida de las elecciones tal y como están hoy previstas, tenga un grado de legitimidad en la comunidad internacional. Por tanto, esa consigna de que la Asamblea va a recuperar Citgo (la filial de Pdvsa en Estados Unidos), que va a ir a recuperar el oro en Londres y a refinanciar la deuda externa, es un acto superdemagógico, sin ningún asidero en la realidad».

«La nueva Asamblea Nacional, si surge de unas elecciones en las que no participen el mundo opositor mayoritario y la nación venezolana, pues será otra Asamblea Nacional Constituyente presidida por Diosdado, Jorge Rodríguez, por cualquiera de ellos. Y será absolutamente inocua en relación a resolver los problemas centrales de la política económica. La política y la crisis económica que tienen que ver con la recesión, con la inflación, con el deterioro de Pdvsa, con la situación que tiene el sistema financiero, básicamente fuera de la intermediación financiera y el bloqueo económico. Todo esto solo lo puede resolver un gobierno de unidad nacional. Un gobierno que tenga el visto bueno de la comunidad internacional y que nos permita volver al mercado financiero y a los organismos multilaterales».

Entonces, más allá de los desequilibrios macroeconómicos… ¿el padecimiento del venezolano común, como el que viven allá en el Zulia, se va a prolongar indefinidamente, porque este país necesita enormes inversiones en infraestructura, servicios y energía que no van a llegar en un contexto de inestabilidad política?

«Sí. Desde el punto de vista económico, de la estabilidad macroeconómica que nos conduce a no crecer y a tener recesión, sin duda se mantiene. Se va a mantener la recesión económica. Este año vamos a caer. En enero, la aproximación de la caída era de 12 % u 11 %, según los informes que recibimos de la Cepal, del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y de instituciones venezolanas privadas. Pero hoy es 25 %. Nuevamente habrá una caída de entre 25 % y 30 %.

Puente sobre el Lago de Maracaibo. Foto: Archivo
Puente sobre el lago de Maracaibo, un símbolo de la nacionalidad venezolana. Foto: Archivo

«No hay ningún indicador de los motores del crecimiento económico, de inversión y consumo que permitan decir que en 2021 va a haber crecimiento económico, si se mantiene la actual situación. La vuelta al crecimiento económico solo será posible con un cambio político. Lo ideal es que sea consensuado, discutido, acordado. No a partir de la violencia, de un golpe de Estado ni,  mucho menos, de una intervención militar extranjera, con la que estoy absolutamente en radical desacuerdo. Sencillamente, porque yo quiero a mi patria y no quiero que haya aquí eso. Quiero que lo resolvamos los venezolanos».

Gobierno de emergencia nacional

«Tácticamente, para quienes hoy están en el poder, es mejor que surja un gobierno de unidad nacional. Un gobierno de emergencia nacional, que después pueda hacer las elecciones. Y cuando digo esto busco colocar adelante el drama venezolano, para referirme a un gobierno que se encargue, no de un tema electoral, sino que ataque prontamente, inmediatamente, el problema de la hiperinflación, que es lo más grave. Hay que detenerla porque destruye el salario, destruye la inversión, destruye el gasto. No deja planificar a los empresarios ni a nadie. Detenerla con política económica, frenar la recesión».

«Por tanto, requerimos un gobierno capaz de crear un clima amistoso, amigable con el sector privado nacional e internacional, con la fuerza política, con la fuerza religiosa, con las fuerzas militares. Y Venezuela asume entonces ese desafío y ese reto».

Pero el problema es que el gobierno se empeña en gobernar a troche y moche contra la nación y no la deja expresarse.

«Porque ellos saben, en Miraflores (palacio de gobierno) lo saben, ustedes lo saben, que el país los rechaza, que son minoría en la nación. Pero que aún tienen una fuerza política que podría expresarse con el 15 % o 20 %, lo que sea. Pero no permiten la alternabilidad. Es lo que corresponde democrática y constitucionalmente a nuestra nación. Lograr una salida civilizada pacífica, para que todos nos echemos al hombro el tema económico».

Pero hay evidencias de que el régimen de Maduro no es que no está dispuesto a salir del poder, sino que ni siquiera está dispuesto a compartirlo. De allí que el escenario de un acuerdo o negociación sea cada vez es más distante.

«Con base en la experiencia internacional -recordemos la resistencia de Gandhi y Mandela- yo le diría a los que nos están escuchando y puedan ser partidarios de un cambio político, que no podemos perder la esperanza. Porque si perdemos la esperanza somos rehenes de nuestros carceleros. De manera que yo conservo la esperanza de que va a haber un cambio político en democracia. Con una salida democrática».

«Segundo: es necesario insistir, porque hay extremos. Tú sabes que hay extremos que no quieren negociar nada, que no pueden sentarse».

Cabezas apela al ejemplo de Afganistán, donde ahora todos los bandos están sentados tratando de llegar a un acuerdo de paz, ante la retirada estadounidense de ese país, que estuvo en guerra durante 20 años.

Sin diálogo no hay salida

«Hay que insistir en la posibilidad del diálogo. Es necesario perseverar en ella. En algún momento, va a haber un desenlace democrático de diálogo, y cuando se llegue, el país debe estar preparado para aceptarlo; para que la salida sea democrática y que votemos los venezolanos y decidamos. Porque en democracia -no en otro escenario: ni en autocracia ni en dictadura- la controversia política se resuelve con el pueblo decidiendo, los que pierden aceptando y los que ganan ejerciendo el gobierno, pero sin perseguir a los otros.

«Nunca, nunca tuvimos el sueño, los militantes del ideal socialista, de estar en un gobierno para perseguir al que no creía en nosotros. O al que no pensara igual que nosotros. Para meternos en las casas con el FAES y robarlos, o con el Sebin. Jamás. Pero, en positivo, yo creo que la salida de Venezuela, en el corto plazo, va a ser de diálogo y de desenlace democrático. Y en ese terreno me incluyo. Todo lo que podamos hacer para ello lo vamos a hacer».

La máscara de la muerte a manos del Estado. Los asesinatos extrajudiciales son práctica común entre funcionarios militares y policiales del régimen que encabeza Nicolás Maduro, según denuncias que recoge el más reciente informe de la ONU. (Foto: archivo)

En Venezuela no hay gobierno de izquierda

¿Qué le diría un hombre militante de la izquierda americana universitaria, como usted, a esa «izquierda caviar» internacional? Como esa izquierda europea que se niega a ver la realidad de lo que ocurre en Venezuela y simplemente despacha los juicios de valor desde el punto de vista maniqueo o determinista, por el odio que le tienen a Trump y a Estados Unidos. ¿No es necesario que, de verdad, se documenten un poco más sobre la tragedia real de Venezuela?

«Yo mantengo contacto con muchos sectores de la izquierda mundial. Hoy mismo, les comentaba a unos profesores amigos sobre el informe de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Son 442 páginas que revelan la más descarada violación de derechos humanos, crímenes de lesa humanidad; que muestra episodios como el que se vivió aquí en el Zulia, aquí en Maracaibo, en Santa Rosa de Agua. Un sector de pescadores típico de Maracaibo donde entró la FAES en una operación y mató a cinco pescadores inocentes. Los acribillaron en la madrugada. Allí está el informe.

«Yo les envié hoy a unos compañeros de Uruguay, Argentina, de Chile, de Francia y a una compañera que tiene una influencia importante en el partido de izquierda europeo, allá en Ginebra, ese informe. Les decía, les escribí: “No den más solidaridades automáticas”.

«Les pido y les ruego que piensen, como humanistas, en las víctimas de torturas, de persecución, de encarcelamiento, que ha habido aquí. En los jóvenes asesinados. Eso no es socialismo. Eso no es de izquierda. Reclamo a la izquierda que no den más solidaridad automática, que no pueden seguir calificando esto que está pasando en Venezuela como un gobierno de izquierda, porque no lo es.

«Esto es simplemente una autocracia de unos señores que no saben, desde el punto de vista de cómo construir y que solamente están atrincherados en el poder. Piensan que pueden engañar a la sociedad para quedarse en él eternamente. Por ello, tenemos que dar una gran lucha, para que se comprenda que la salida es democrática, porque no tienen posibilidades de mejorar la economía. No tienen ninguna posibilidad de recuperar el bienestar perdido y esta situación de crisis, de caos, está ya en el terreno estrictamente humanitario, con el hambre que está viviendo Venezuela. Eso se lo hemos dicho a los compañeros de izquierda mundial y yo no he tenido hoy ninguna respuesta de ellos.

Mucho miedo en el PSUV

«El informe de la ONU es dramático. Ese informe los desnudó por completo, porque asigna responsabilidades específicas. Yo me alegro de que, en la historia vivida, ese informe esté allí, porque así sea dentro de 20, o 30, o 40 años, cuando se escriba esta historia, se sabrá lo que aquí ha ocurrido. Y el mundo debe saberlo, que tenemos un gobierno autoritario, autocrático. Y que no haya impunidad, porque todos sabemos que en este país no hay Poder Judicial autónomo, que el TSJ es una seccional de Miraflores. No existe un Poder Judicial que pueda sancionar a los corruptos o a los que han violentado los derechos humanos en mi país».

Y dentro de Venezuela, ¿qué dicen sus antiguos colegas del partido socialista? Amigos que podría tener en el gobierno, ¿qué dicen ellos? ¿Hay posibilidades de que algún segmento del chavismo, en el poder, pueda acceder a una apertura o negociación?

Tú sabes que yo formo parte de un grupo de hombres y mujeres que desde hace rato, por lo menos hace 5 o 6 años, nos apartamos, viendo todo esto que está ocurriendo. Gente notable que ya no está allí, pero que estuvieron con responsabilidades. Gente que no se robó un bolívar: Héctor Navarro, Ana Elisa Osorio, Gustavo Márquez… Compañeros que estuvieron en la dirección del PSUV y fueron ministros, hoy tienen una clara posición y saben lo que está ocurriendo. Tenemos compañeros y amigos que aún siguen allí. Pero yo te voy a decir lo siguiente, sin nombrar a nadie. ¿Tú sabes lo que hay? Miedo. Mucho miedo.

«Saben lo que está pasando, saben el nivel de corrupción que hay, conocen la gravedad de la crisis, del dolor y el sufrimiento que hay hoy en Venezuela. Una Venezuela que no está condicionada solo a números, que dicen que tenemos cinco millones de compatriotas fuera de nuestra nación. No se está cuantificado su sufrimiento, porque ese sufrimiento se mide en lágrimas, en ausencias, en muertos que no se pueden acompañar, en hijos que se nos fueron. Somos parte de ellos también. Los abrazos en aeropuertos, en puertos, despidiendo venezolanos que parten a otras tierras que, al final, nunca serán su patria, porque la única patria es donde tú naces. Muchos de los que están en el gobierno lo saben y lo admiten.

«Cuando conversamos en privado, lo admiten. Pero cuando lea he dicho ¿por qué no rompes?, hay quienes me responden: ¿Para qué? ¿Para que llegue el Sebin en la noche? ¿Para que me meta preso el gobernador? ¿Para que me torturen como torturaron al exalcalde de Cabimas? Hablo de Luis Bracho, hostigado por haber propuesto hacer un referéndum. Lo asaltó en la noche la Guardia Nacional, por órdenes de los que están en la gobernación del Zulia. Lo torturaron. Le pusieron un fusil en la cabeza y lo hicieron disparar falsamente, le pusieron una capucha para quitarle oxígeno.

«Por supuesto que hay mucho miedo en todo el país. Sociedades como la venezolana,que tuvo una clase media importante, y esos jóvenes -casi 800.000 jóvenes profesionales que están en el exterior, fuera de Venezuela, en Europa en América del Sur, en Estados Unidos, en América Central- siguen siendo un patrimonio muy valioso. Ellos están viviendo valores democráticos y alimentan el valor democrático.

«Esto no es Cuba, donde llegó una revolución a un país rural, campesino, sin clase media, solo terratenientes. Aquí hay una clase media profesional. Buenos médicos, buenos ingenieros, buenos arquitectos, buenos técnicos electricistas, excelentes periodistas, excelentes universidades, hoy en día sumidas en una profunda crisis. Eso, en algún momento, reclamará una vuelta a la democracia, a la civilidad y a una separación de poderes muy importante. Y a hacer, quizá, otras reformas en el camino. Yo soy optimista en el sentido de que Venezuela debe rescatar el curso democrático de su vida civil».

Un 2021 muy dramático

¿Cuál sería el escenario más probable para Venezuela en los próximos meses? No desde el punto de vista del desiderátum, sino desde el punto de vista de la ciencia, del análisis científico.

«Desde el punto de vista de la ciencia económica -y observando el desenvolvimiento de la economía venezolana, de su fuerza, de sus categorías más importantes- lamentablemente, no soy optimista. Como dije, prela un cambio político para mejorarlo. En economía nunca se toca fondo. Siempre encontraremos maneras de estar peor. Avizoro un 2021 muy dramático, porque si este año el ingreso de divisas quizá sea del orden de 5.000 o 5.500 millones de dólares o más, el próximo año posiblemente sea 30 % menos.

«Por tanto, habrá una situación inflacionaria y de recesión que va a continuar, y eso no me alegra. No me alegra porque yo vivo aquí. No me alegra porque yo, profesor universitario, no tengo ingresos en dólares. Entonces, desde el punto de vista económico, dentro del rigor económico, lo que se ve en el corto y mediano plazo es la continuación de la grave crisis, de los desequilibrios macroeconómicos. Y, fundamentalmente, del cultivo de la recesión y de la hiperinflación.

«En otro terreno, el de la ciencia política, pareciera que en el muy corto plazo el gobierno cree que puede engañar a la comunidad internacional y a Venezuela, con las elecciones fraudulentas del 6 de diciembre. Yo creo que las van a hacer. Eso es factible, pero se va a producir un ausentismo histórico. La extensión del 6 de diciembre va a ser de las más altas de la historia de Venezuela, quizá vote un 10 o un 11 %, no más de eso. De manera que 80 % de Venezuela no va a participar. Será un acto ilegítimo.

«La crisis económica y la crisis política van a continuar. De allí que la fuerza que plantea una salida acordada, una salida democrática, va a lograr que haya un desenlace. Más temprano que tarde, tiene que haber este desenlace, porque la sociedad va a reclamar su lugar en el centro de la decisión».

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