Familia

¡Ayuda! mi hijo no quiere dormir solo en su cama

Cuando ya dimos el sí inicial y nuestros hijos se instalaron en nuestras camas, debe comenzar en los padres un proceso de no naturalización sino de acción hacia esa “mudanza” necesaria que nos dará niños más seguros, confiados y por supuesto felices.

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El miedo es una emoción universal en los seres humanos, nos ayuda no solo a sobrevivir sino a detectar problemas y a solucionarlos. Ninguno escapa de sentirlo, mucho menos los niños que recién descubren el mundo, dormir solos puede ser para ellos una verdadera amenaza y es ahí cuando los padres debemos saber cómo actuar para ayudarlos en este importante proceso.

Sobre el tema no existe una verdad absoluta, como no lo hay para casi nada. Distintas corrientes se pronuncian en cuanto a si los niños deben dormir o no en la cama de los padres o con uno de ellos y hasta que edad es “normal”. Lo que sí está claro es que es una realidad que vivimos y que empieza a preocuparnos cuando avanzan los años y ese niño insiste en no dormir solo.

Identifiquemos el miedo

La psicólogo Lilian Cifuentes especialista en niños y adolescentes explica que es importante identificar por qué los niños no desean dormir solos y sobre todo reconocer si esos temores vienen de los niños o de los propios padres quienes muchas veces sobreprotegemos pensando que así los cuidamos mejor.

“En Europa, por ejemplo, aproximadamente 25% de las familias con hijos duermen con los niños, porque existe la creencia de que esto genera mayor seguridad y confianza, sin embargo, no siempre sucede de esta forma”, explica la psicóloga.

La contraparte argumenta que por el contrario dormir con los niños genera hábitos de dependencia, incide en la calidad del sueño tanto de los niños como de los padres y afecta el crecimiento. Pero cuando ya el “daño esta hecho” qué debemos hacer.

Cifuentes es partidaria de la teoría de que los niños tengan su espacio para dormir.

«Ciertamente en los primeros meses de vida es un poco complejo que el niño esté en otro habitación. Sin embargo, la sugerencia es que pudiesen tener una cunita en la habitación de los padres donde el bebé esté cerca, sobre todo si es lactante”, explica.

La recomendación de esta especialista en niños y adolescentes es no meterlos en la cama de los padres y a medida que vayan creciendo generar el espacio para que alrededor del año de vida el niño pueda estar en su habitación, teniendo todos los espacios de confort y de seguridad requeridos para su bienestar.

¿Por qué los niños piden dormir con los padres?

Generalmente esto sucede por temor. El niño puede tener miedo a la oscuridad, temor a quedarse solo, temor a la ausencia de los padres. También puede ser una artimaña manipulatoria donde el niño tiene esa dependencia generada con los padres y busca cualquier excusa para permanecer cerca de ellos.

¿Qué hacer en esos casos? La psicóloga indica que por ejemplo cuando el niño pida dormir con papá y mamá se pueden tener algunas concesiones como decirles que los domingos pueden dormir la siesta juntos.

“Es un espacio de acercamiento, de cariño, de consentir a los niños sin que ocupe el espacio de la noche para dormir en la cama de los padres”.

Y qué hacemos si el niño insiste en dormir en la cama de los padres, en este caso hay que generar toda una atmósfera de orientación o de reorientación conductual donde se guíe a los niños a dormir a su cama.

Cifuentes detalla que es importante hacer una especie de rutina de sueño: acostarlos a la misma hora, hacer toda la rutina del aseo, ponerse su pijama y que sea en un ambiente de tranquilidad y armonía. Incluso se le puede leer un cuento y dejarlo en su cama. Cultivar ese afecto con los niños desde cualquier espacio para esa transmisión del amor.

“Los padres deben tener muy en cuenta que una vez que el niño logra convencerlos y se le es permitido dormir en la cama ya sea con mamá o ambos padres, es un poco complicado volver a la rutina habitual. Inclusive si el niño alguna vez está enfermizo hay que darles el cuidado en su espacio y no perpetuar ese escenario donde el niño va querer estar durmiendo en la cama de los padres”, comenta la psicóloga quien también es especialista en terapia de pareja.

Quién tiene más miedo los padres o el niño

Con mucha frecuencia la psicóloga Lilian Cifuentes observa en consulta a padres muy aprehensivos que son quienes realmente están muy preocupados o estresados sobre el hecho del que el niño duerma solo.

“Hay como una dependencia, tienen ‘hijitis’ y allí viene todo el tema de la sobreprotección”.

Padres sobreprotectores generan hijos inseguros, tímidos, desconfiados porque el mensaje subyacente a la sobreprotección es pobrecito tú que no puedes y por eso yo lo hago por ti.

“Es un mensaje muy sutil, si mi mamá y papá me resuelven todo lo que yo necesito en la vida, pues yo no voy a generar las habilidades que requiero para defenderme”.

“La tarea como padres es ayudarles a desarrollar sus hábitos, su independencia, valores, capacidades, a fomentar esa confianza en sí puedes, tú puedes. Debemos temer mucho cuidado en eso de no cortar las alitas de nuestros hijos. Por eso es necesario que si papá y mamá sienten ese temor de que pueda estarles pasando algo, es importante que se haga esa revisión de dónde está ese temor, porque suelen ser temores de los padres que no fueron trabajados en su momento”, explica Cifuentes, quien también practica terapias en línea.

Hacia un sano proceso de adaptación

Lo ideal es que a partir del año de vida los niños puedan tener su habitación separada de los padres. Mientras más temprano ocurra esto en el desarrollo, más simple será poder hacer esta adaptación.

“He visto niños de 8 o 10 años que aún duermen con los padres y es un poco más complejo readaptarlos a su espacio”, comenta la especialista.

Por otro lado es importante poder identificar si ha habido algún episodio de temor que le ha generado angustia al niño y que lo ha anclado en ese episodio, porque en este caso será conveniente hacer una intervención psicológica para abordar ese temor.

Cifuentes aclara que suelen ser temores infundados. “Mas bien ocurre en niños grandes que han sido expuestos a la manipulación de otros niños, o inclusive de adultos que los atemorizan con la oscuridad, con los monstros, etc, esto no se puede permitir”, recalcó.

En caso de que el temor manifestado por el niño sea a la oscuridad, se puede usar una lámpara pequeña que no haga tan profunda la oscuridad y trabajar con ellos el tema de la seguridad.

También es recomendable acompañarlos las primeras noches durante este proceso de mudanza a su habitación, o a su cama, para ir generando ese espacio y que el niño se de cuenta que no hay nada que temer, que no hay peligro de ningún tipo, que todo está confortable, seguro, protegido.

“Es fundamental generar ese espacio. No se trata de regañarlos y mucho menos de agredirlos porque sienten miedo, cada vez que expresen que tienen miedo debemos conversar con ellos y darles seguridad”, apunta Cifuentes.

No exponer a los niños a juegos, películas, videos, cuentos de susto, temor, guerra, violencia, es otra de las recomendaciones porque esto altera su sistema nervioso.

Seguridad y privacidad

“Los niños no distinguen entre fantasía y realidad, el cerebro procesa como si algo está sucediendo, eso queda muy presente. Es fundamental apartar a nuestros hijos de ese tipo de contenidos para evitar esos temas del temor a la oscuridad, a la inseguridad, el temor de quedarse solo”, insiste la psicóloga.

En el caso de niños más grandes que están en la preadolescencia es importante lograr que tengan ese espacio de privacidad considerando además todos los cambios físicos y hormonales que van a vivir.

“Es importante lo antes posible poder generar ese espacio físico, más aún cuando el niño está entrando a su adolescencia a los 10, 12 años. Estamos hablando de un preadolescente empieza a aparecer el bello púbico, facial axilar, los varones pueden tener su primera eyaculación nocturna y ellos necesitan de su espacio donde no avergonzarse de esos cambios que están ocurriendo en sus cuerpos”, explica.

Qué pasa con papá y mamá

Hay que generar ese espacio de tranquilidad, tanto para el niño como para los padres. No puede ser una excusa el hecho de que el niño esté en la cama para evitar la intimidad entre los padres.

En el caso de que sea mamá la que no tiene pareja, también hay que generar ese espacio físico para la entrada de otra energía distinta a la del rol de madre.

“Mientras ese espacio físico esté ahí ocupado, no se podrá ocupar por una pareja. Pensemos en el caso del niño en cómo se sentiría desplazado con la llegada de un fulano por el que ahora debo dormir solo”, advierte la psicóloga.

Es importante adecuar el espacio del niño, motivarlos desde esa visión de vamos a decorar tu habitación a tu gusto, explicar los cambios de su cuerpo y lo importante de su privacidad. Incluso se puede definir un fecha para esa “mudanza” y convertir este momento en algo agradable, significativo, en una etapa de crecimiento.

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