Economía

Cómplices por conveniencia

Son momentos cruciales los que vivimos en Venezuela y nuestro comportamiento individual jugará un rol fundamental en el resultado.

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Ya no hay excusas que valgan ni a quien culpar; cada uno de nosotros debe asumir su responsabilidad de garantizar el pleno derecho a ser libre.

No hay dudas ya de cuáles han sido las causas de nuestra crisis y de que nuestra actitud no ha sido contundente para evitar lo ocurrido. El miedo, la comodidad, la conveniencia o el simple hecho de asumir que no es nuestro problema nos ha llevado a creer por décadas que la libertad es algo garantizado y que está ahí sin importar cuánto estemos dispuestos a sacrificar para asegurarla.

Lamentablemente, solo al perder algo es cuando apreciamos su valor. Haber asumido que el tema es exclusivamente político y que son los dirigentes de los partidos los que deben ocuparse del tema ha sido sin dudas un tremendo error.

Dejar que los gobiernos de turno pretendieran que el Estado fuera el responsable de nuestro bienestar, en lugar que cada uno de nosotros lo asumiera a plenitud, ha ido llevando a la sociedad a volverse dependiente del clientelismo gubernamental.

No son solo los más necesitados los que estiran la mano para que el bondadoso Estado les de prebendas y beneficios por el solo hecho de ser venezolanos. También abundan los pseudoempresarios que han venido montando sus negocios con los favores gubernamentales y que han montado una fuerte estructura a base de tener “buenos” gestores que logran su permanencia.

Siempre le echamos la culpa a otro y justificamos nuestras acciones alegando que así somos ¿Para qué cambiar si siempre el clientelismo político funciona? ¿Para qué ser competitivos si “papá Estado” protege al ineficiente sin importarle el costo que representa para el ciudadano común?

Es mucho más fácil convencer al funcionario de turno que tener que garantizar la mejor relación costo-beneficio para el consumidor. En lugar de incentivar la creatividad y generar una sana competencia lo que tenemos es un Estado benefactor al mejor portador.

Hoy no podemos continuar así ¿Cómo ver de frente a nuestros hijos si no estamos dispuestos a cambiar? ¿Podrán dormir tranquilos quienes vienen enchufándose al gobierno y reciben beneficios millonarios sin haber aportado ni valor ni esfuerzo? ¿Puede un país permitir una corrupción que no solo enriquece a los «vivos», sino que produce un empobrecimiento colectivo que termina por destruir la calidad de vida de quienes si son honestos y trabajadores?

La falta de igualdad al otorgar los permisos y las divisas viene enriqueciendo a algunos y quebrando a sus competidores ¿Es justo que unos cierren y otros negocien con el poder sin preocuparles la injusticia contra sus pares productivos?

Es hora de actuar sobre las causas y no sobre las consecuencias. Venezuela debe encontrar el camino hacia la libertad, donde sus ciudadanos logren pleno bienestar gracias a su esfuerzo e iniciativa.

No podemos seguir esperando a que solo los actores políticos hagan los cambios. Somos nosotros, los ciudadanos, los llamados a exigirle al sector político los cambios que como sociedad nos conviene para garantizar nuestra libertad.

Ella, la libertad, es un derecho universal, no una concesión graciosa de los gobiernos de turno. Debemos defender nuestros derechos: es nuestra responsabilidad.

La verdadera batalla que debemos dar es la de las ideas. Las ideas que han servido en el mundo para generar progreso, bienestar y libertad plena. Las que por siglos han producido niveles de prosperidad impensables y que solo la libre iniciativa y la economía de mercado logran.

El autor es presidente Cedice Libertad

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