Consumo

FOTOS | Comida colombiana abunda en Táchira pese a cierre de la frontera

A pesar de estar cerrada desde hace 10 meses la frontera que comunica al estado Táchira con Colombia, los productos y alimentos de origen colombiano inundan cada día en mayor cuantía los mercados y anaqueles de la región andina. Lo que para unos es una bendición para otros no lo es, pues los precios están lejos de ser accesibles y al alcance de cualquier familia de ingresos básicos.

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TEXTO: ROSALINDA HERNÁNDEZ

Vivir en la frontera tiene sus ventajas y desventajas según afirman algunos tachirenses. Ubicarse a pocos kilómetros de distancia de la frontera con Colombia ha representado “una verdadera bendición” en tiempo de crisis y desabastecimiento.

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Mientras en el centro y oriente del país la escasez y los saqueos a mercados son constantes, quienes viven en San Cristóbal, aunque cueste creerlo, aún pueden escoger (paradójicamente) qué marca de mantequilla, harina de maíz, mayonesa o aceite comestible comprar.

En un recorrido realizado por El Estímulo, por mercados populares, abastos y pequeñas bodegas de San Cristóbal y el interior del estado, se pudo constatar que allí no falta nada, los alimentos están en los anaqueles, solo se necesita tener una buena cantidad de dinero para acceder a ellos, pues todo son hechos en Colombia, pagados en pesos y llegan a cada rincón a pesar de permanecer la frontera cerrada.

“Aquí nos salvamos”

Lucrecia es propietaria de un puesto en un populoso mercado de San Cristóbal, para que accediera a dar la entrevista, el acuerdo al que se llegó con ella fue no hacer pública ubicación de su negocio. Ella relató cómo surte el local para ofrecer los productos a los clientes.

“Aquí en San Cristóbal nos salvamos porque estamos en frontera, sino fuera así estuviéramos viviendo una situación igual o parecida a lo que se vio en Cumaná y otras partes del país en donde no hay nada para comer”.

A pesar que la gente se queja de los precios altos de los artículos, los compran, porque saben que son de buena calidad. Lucrecia dice que hay algunos productos colombianos que resultan ser más baratos que los mismos venezolanos.

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El local de Lucrecia siempre está abastecido con lo más buscados, aceite comestible de soya de 900 cc (Bs 2.500), el azúcar (Bs 2.200), un paquete de harina de maíz o trigo (Bs 1.300), la mantequilla la vende entre 700 y 2.600 bolívares y la mayonesa en presentación de 4,2 kilogramos se consigue en 17.000 bolívares, aunque tiene más económicas que alcanzan los 2.500 bolívares de 450 gramos.

“De martes a sábado tengo quien me despache los alimentos colombianos y por eso el negocio está surtido con todo lo que aquí no se consigue y la gente viene a comprar. La mercancía pasa por trochas desde Colombia hacia Venezuela”, explicó.

Para pasar hay que pagar a militares

Quienes se encargan de abastecer los mercados, abastos y bodegas con productos hechos en Colombia, aseguran que la tarea de traerlos a San Cristóbal, no es nada fácil.

“Para pasar (la frontera) hay que pagar. Todos los días se pagan 20.000 bolívares (…) Los que se llenan son los guardias nacionales que permiten el paso de la comida. Aunque ahorita permiten traer de allá para acá cuatro productos por persona sin problemas, pero cuando se trata de fardos la gente tiene que pagarle a ellos bastante dinero”, dijo Lucrecia.

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Pero esos 20.000 bolívares se cancelan si los comerciantes no se topan con más alcabalas en su camino. “Por cada alcabala que se cruza hay que volver a pagar entre 5.000, 10.000 y 15.000 bolívares, dependiendo lo que se traiga (…) se paga lo que a ellos (los uniformados) les dé la gana de pedir», añadió la comerciante.

De acuerdo a la comerciante. el desembolso no lo reciben solo los militares venezolanos que permiten el ingreso a territorio nacional de los alimentos colombianos.

“La plata no solo es para la Guardia Nacional, también para los paramilitares y a todos los que están por las trochas. Ya hay como 10 alcabalas y en todas se paga, ya no solo con dinero sino también con los productos que traemos”.

Vender a riesgo de perder todo

Manifestó la comerciante que cuando aparecen los cuerpos de seguridad y los funcionarios de la Superintendencia de Precios Justos, (Sundee) a inspeccionar el mercado, decomisan los alimentos colombianos. Así que cada cosa se vende bajo la responsabilidad y riesgo de perderlo todo.

“Los que trabajamos en los mercados de San Cristóbal con productos colombianos, lo hacemos con miedo. Desde que Nicolás Maduro sacó ese decreto en donde los autoriza a entrar a hacer y deshacer en nuestros negocios, se aprovechan de eso”.

Comprar en Colombia es accesible

A veces resulta más accesible comprar artículos colombianos que los mismos productos en el país. Los pocos productos nacionales que se consiguen en el mercado son revendidos, comentó Zenaida Barrios, propietaria de un abasto en la zona de La Concordia, en San Cristóbal.

Precisó que a su negocio no va ninguna empresa de alimentos o comercializadora nacional a ofrecerle mercancía.

“Aquí todo ahora es repagado y si usted exige factura resulta que el precio que refleja el papel no es el mismo que trae marcado el producto y ahí empieza el problema para uno”.

“Gracias a Dios, se consigue la comida que viene de Colombia. Lo que importa en estos momentos es tener algo para llevar al hogar porque a veces hay plata pero no hay que comprar”, añadió Barrios.

Aceite, harina de maíz, de trigo, azúcar, arroz, mayonesa son los que tienen mayor demanda en su local y aunque asegura no saber por dónde o cómo llegan a Venezuela. Lo que si afirmó es que todos los días le vienen a ofrecer los distintos artículos. Para Barrios mantener cerrada la frontera parece un negocio exclusivo “para ellos”: los militares.

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Indicó que el pueblo es quien realmente necesita que se abra el paso por los puentes. “Si la frontera estuviera abierta pudiéramos ir usted y yo a comprar lo que necesitamos porque no es un secreto que en Venezuela no hay comida”.

Con la frontera abierta los productos se conseguirían más baratos porque la cadena de distribución se rompe, explicó. “Estamos trabajando revendedor sobre revendedor: el precio que se paga en Colombia al cambio de la moneda, el revendedor que lo trae, además de lo que tiene que pagarse en las alcabalas para llegar aquí y luego mi ganancia”.

Cada quien vive su crisis

Harrison Rodríguez, comprador de productos colombianos en el mercado de Los Pequeños Comerciantes, en San Cristóbal, dijo que cuando se está frente a la obligación de alimentarse y más aun teniendo niños en casa (tiene tres hijos) se busca en la calle y se compra al precio que sea.

Destacó que lamentablemente existen personas lucrándose de la necesidad de los demás, “agarran productos y los revenden pero también entiendo que es la forma de trabajo que tienen algunos, buscan sobrevivir como estamos haciéndolo todos. Aquí cada quien vive su propia crisis”.

Se sintió afortunado porque pudo comprar, en medio de tantas personas que no logran satisfacer sus necesidades por los altos costos que implica adquirir cualquier alimento actualmente.

“Compré dos kilos de azúcar colombiana en casi 6.000 bolívares, un kilo de avena y dos de arroz y ahí se fueron 10.000 bolívares. Monto que no aguanta el bolsillo de muchos venezolanos”, apuntó Rodríguez.

El  comprador aseguró que no hay tiempo de quedarse pensando sentado en la casa, “aquí hay que salir y resolver porque no le puedo decir a mis hijos que no tengo nada para darles, no me queda otra que optar por la buena fe de quien tiene el producto y me lo vende 10.000% más caro”.

La GNB es cómplice

Marcos Badallares, fue captado por el equipo periodístico de El Estímulo, mientras buscaba alimentos regulados en el mercado de La Ermita en San Cristóbal y según su propia hipótesis los productos que llegan desde Colombia hasta el reconocido mercado son traídos a Venezuela “en complicidad con la Guardia Nacional”.

Reprochó tener que apelar a este sistema de abastecimiento, mientras en la calle hay quienes tienen productos venezolanos, regulados y los venden a precios exorbitantes.

“No entiendo la posición del Gobierno. Si la frontera está cerrada aquí debería haber más comida pero nada se consigue y esa es nuestra gran interrogante”.

Balladares ve en la venta de productos traídos de Colombia, un mal necesario porque no se puede dejar de comer.

“Toca comprar lo colombiano porque no se puede dejar de comer pero el golpe al bolsillo es tremando porque estamos con un sueldo que es absurdo”.

Indicó que gran parte de los venezolanos, -donde se incluyó-, no está en la capacidad de comprar alimentos a un costo que ronda los 2.000 y 3.000 bolívares, cuando la mayoría gana un sueldo que cubre apenas el 10% de la canasta familiar.

“Para poder llevar una dieta medianamente balanceada ya tengo que trabajar hasta en las horas destinadas al sueño. Antes comer arroz y caraotas era para quienes se consideraban de menos poder adquisitivo, ahora es todo un lujo y uno ruega que se consigan”.

En La Fría hay de todo

En La Fría, municipio fronterizo al norte del estado Táchira, la dinámica que se vive es idéntica a la de San Cristóbal con respecto a la presencia de alimentos colombianos en comercios locales.

Fátima Ferreira, propietaria de un negocio de víveres en la zona, señaló que gracias a la presencia de los productos colombianos, en La Fría se ha vuelto a ver el movimiento comercial que había desaparecido con el cierre de la frontera.

“Antes estaba muerto el pueblo, ahora se reactivó el comercio y las ventas han aumentado. El mercado municipal de La Fría está repleto de productos colombianos”, indicó la comerciante.

En el mercado se puede conseguir desde agua mineral de marca colombiana, hasta cualquier producto de la cesta básica, fórmulas lácteas, pañales desechables que aunque son mucho más costosas, la diversidad de marcas o presentación es el atractivo para el consumidor.

“Quienes no quiera pasar a Colombia, que queda a menos de media hora de La Fría, a traer su mercado, cómodamente puede comprar lo que necesiten en el mercado principal de la población”, dijo Ferreira.

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Hay quienes van y no solo compran para su uso personal, traen productos en cantidades para revenderlos en mercados, abastos y bodegas de otros municipios del estado porque aseguran que los productos comprados directamente en Colombia son más baratos que pagarlos a los bachaqueros en Venezuela.

Quienes deciden aventurarse a cruzar la frontera y llegar hasta Puerto Santander, encuentran en los alrededores del puente Unión que une a Venezuela con Colombia, (a pesar de la presencia de militares y funcionarios de migración), a un grupo de muchachos atentos y acomedidos que cobran entre 1.000 y 3.000 bolívares por cruzar en canoa a quienes están interesados”, dijo Ángel Porras, habitante de La Fría.

“Hay muchas trochas que comunican con Colombia, existen unas donde solo pasa la gente caminando con pequeños bultos de mercado, mientras que por otras más grande pasan la mercancía en mayor escala”, dijo Porras.

De acuerdo al habitante de La Fría, los caminos verdes solo están vigilados del lado colombiano: “del lado venezolano solo se ven a las personas caminando como hormiguitas con sus mercados en hombros”.

Cuando se le pregunta a algún venezolano que cruza la frontera a comprar comida, por qué lo hace, no dudan en responder: “¡En Venezuela no hay comida. Si no lo hacemos así nos vamos a morir de hambre!”

Mientras tanto los colombianos aseguraron que “lo que trajeron los venezolanos hace unos años, les tocó venirlo a buscar”.

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