La industria petrolera está bajo presión mundial para detener la exploración en nombre del clima. No renuncia a buscar nuevos recursos, pero insiste en que la transición debe hacerse de forma gradual.
La presión de los accionistas y hasta de la justicia sobre los gigantes del sector no para de crecer: los tribunales holandeses incluso ordenaron a Shell a reducir en un 45% sus emisiones de CO2 para finales de 2030.
La Agencia Internacional de Energía (AIE) ha pedido un cambio, exhortando al mundo a evitar «en adelante» cualquier nuevo proyecto de exploración para mantener el calentamiento global bajo control.
«La rápida disminución de la demanda significa que no se requiere exploración y no se necesitan nuevos campos de petróleo y gas más allá de los ya aprobados», estimó.
Este llamamiento de una agencia que asesora a los países desarrollados ha provocado una conmoción.
La AIE, acusada durante mucho tiempo por los defensores del medio ambiente de no hacer lo suficiente, había insistido hasta ahora en la necesidad de invertir en el petróleo para garantizar el suministro.
Futuro manifiesto
El cambio fue acogido por las compañías petroleras con frialdad.
«Es un escenario en una hoja de papel», reaccionó el director general de BP, Bernard Looney, aunque asegura que su estrategia está «alineada» con la AIE.
Las compañías petroleras y de gas, especialmente las europeas, han comenzado su transformación. Invierten en electricidad renovable y planean producir menos petróleo en diez años.
«Es realmente una cuestión de ritmo», afirma Nicolas Berghmans, del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI).
«No van tan rápido como lo que la AIE considera necesario» y «están un poco retrasados en su adaptación», estima el investigador.
El sector no ha renunciado a buscar petróleo y gas. La exploración se ha ralentizado últimamente pero por culpa de la pandemia de covid-19. De hecho el año pasado todavía se descubrieron enormes recursos en Rusia, Turquía o Surinam.
El gabinete especializado Westwood no ha encontrado «ninguna prueba de un cambio sistemático en la estrategia de exploración del sector» en lo referente a la transición energética.
Cuestión de ritmo
Los especialistas cuentan con decenas de perforaciones exploratorias en busca de reservas de petróleo o gas este año, sobre todo en América Latina (México, Brasil, Surinam, Guyana).
«En transición energética existe la palabra transición y me gustaría recordar a todo el mundo que hoy vivimos, nuestra economía funciona al 80% con combustibles fósiles», afirma el presidente director ejecutivo de Total, Patrick Pouyanné, que advierte contra cualquier «radicalismo».
Estima que llevará tiempo aplicar en el mundo otras fuentes de energía para el transporte o la calefacción, ya que la demanda aumenta en países como India y China.
Sin inversión de la industria petrolera, los pozos petroleros rinden menos cada año.
«Está muy bien eso de decir que tenemos que dejar de producir petróleo, pero si no hay suficientes proyectos, no hay suficiente producción ¿qué pasará? El precio subirá», declaró Pouyanné sobre Europa 1.
El otro lado
«Les garantizo que si hacemos lo que nos pide (la AIE), el barril de petróleo estará muy por encima de los 100 dólares en los próximos años», agregó. Actualmente vale menos de 70.
En la industria petrolera, compañías como BP, Shell y Total también apuestan por el gas para los próximos años. Presentan este recurso fósil, que contamina menos que el petróleo y el carbón, como una energía de transición.
Pero la AIE subraya la necesidad de reducir el consumo de gas en un 55% para 2050.
«Hay puntos de vista muy diferentes sobre el papel del gas: ¿es una energía de transición? ¿y por cuánto tiempo?», apunta Berghmans.
Sigue siendo «una cuestión de ritmo», pero «lo que dice la AIE es que el papel del gas como energía de transición es bastante limitado», subrayó.