El gobierno de derecha prevé utilizar 225.600 millones de coronas (25.000 millones de euros a la tasa actual) de ingresos petroleros, es decir, 20.000 millones más que este año.
Esto corresponden al 0,4% del PIB, según el gobierno.
Tras una neta desaceleración por la caída del precio del petróleo, que pasó de unos 115 dólares el barril a mediados de 2014 a casi 50 dólares, la economía noruega, muy dependiente de los hidrocarburos, muestra signos de recuperación.
Debido a la reducción de las tasas de interés, a la desvalorización de la corona noruega y a una política presupuestaria expansiva, el crecimiento se acelera y el desempleo permanece alrededor del 5%.
Este año el crecimiento del PIB «continental», esto es, sin tener en cuenta los hidrocarburos y el transporte marítimo, fue del 1%.
En 2017 el gobierno pronostica una expansión del 1,7% y del 2,4% en 2018.
«Pero es muy pronto para declarar que la economía noruega se saneó», declaró el ministro de Economía, Siv Jensen, al presentar el presupuesto de 2017.
El gobierno planea por lo tanto utilizar un 3% de su fondo soberano, el más importante del mundo, de unos 7,131 billones de coronas (793.000 millones de euros).
Es más que el 2,8% utilizado este año, pero menos del 4% autorizado.
Las legislativas de septiembre de 2017 se anuncian ajustadas entre la coalición en el poder, que reagrupa a los conservadores y la derecha populista antiinmigración, y la oposición de izquierda.
El proyecto de presupuesto prevé reducciones fiscales para los hogares, una reducción de un punto del impuesto a las empresas para situarlo en el 24%, un alza de los gravámenes a los combustibles y un aumento de los biocombustibles, que deberá alcanzar el 7%.
El gobierno, minoritario en el Parlamento, debe iniciar negociaciones con sus aliados de centro izquierda para adoptar el presupuesto, que podría ser enmendado.
La Agencia Internacional de Energía (AIE, el club d elos grandes consumidores de energía) pide un cambio radical y exhorta al mundo a evitar ya cualquier nuevo proyecto de exploración para mantener el calentamiento global bajo control.
A diferencia de los automóviles diésel o de gasolina, que están sujetos a gravámenes muy elevados, los coches recargables están exentos de prácticamente todo tipo de impuestos, lo que los hace más competitivos en el momento de la compra en este país
Hasta ahora, Estados Unidos no se ha comprometido a participar en ningún acuerdo. Esta es una iniciativa que según el presidente del país, Donald Trump, podría sacar del mercado entre el 10% y el 15% de la oferta mundial
