Theresa May prometió ayudar a los que no llegan a fin de mes para frenar el descontento social que devino tras el Brexit, pero sus primeros presupuestos, presentados este miércoles, no van más allá de un par de guiños.
«Sin conejos en la chistera porque el efecto Brexit hinca el diente», titulaba el diario Financial Times.
La culpa la tiene en gran parte la incertidumbre que rodea a la salida de la Unión Europea, que minará las inversiones y el consumo, y empezará a sentirse de lleno en 2017, con un recorte de la previsión de crecimiento de 2,2% a 1,4%, anunció el ministro de Finanzas, Philip Hammond, citando estimaciones de la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR, en inglés).
Hammond hizo este anuncio en el tradicional «discurso de otoño» en el Parlamento, una corrección de los presupuestos de abril que establece las líneas de gasto prioritarias y que es el primero desde el referéndum del 23 de junio.
El ministro redujo también las previsiones de crecimiento de los tres años siguientes: a 1,7% en 2018, y a 2,1% en 2019 y 2020.
«Aunque la OBR deja claro que no puede predecir qué clase de acuerdo alcanzará el Reino Unido con la UE, su opinión actual es que la decisión del referéndum significa que el crecimiento potencial en el periodo estimado será menor», afirmó.
«Esta revisión se debe a un descenso de la inversión y a una demanda menor, que se explican respectivamente por el incremento de la incertidumbre y la devaluación de la libra», efecto, en ambos casos del Brexit.
Además, el país tendrá que endeudarse por 216.300 millones de libras en cinco años, en vez de los 94.300 millones que calculaba en marzo, lo que arroja una diferencia de 122.000 millones (143.000 millones de euros, 151.000 millones de dólares).
De este modo, el ministro dio por enterrado el objetivo del anterior gobierno conservador de lograr un superávit presupuestario en el ejercicio 2019/2020.
Eso hará que el endeudamiento supere el 90% del Producto Interior Bruto, contra el mantra del anterior ejecutivo de que esa cifra es la frontera entre una deuda pública buena y mala para la economía.
– Caramelos para los «jam» –
Hammond introdujo varios «edulcorantes», en palabras de la prensa británica, para los «jams», un término de nuevo cuño para referirse a quienes no llegan a fin de mes, acrónimo de «just about managing».
Los dos más notables fueron la subida del salario mínimo de 4% y la eliminación de las comisiones a agentes inmobiliarios en contratos de arrendamiento, dos medidas cuyo coste recaerá en las empresas privadas y que, en el caso de la segunda, hundió a las firmas inmobiliarias en la bolsa este miércoles.
El salario mínimo aumentará de 7,2 a 7,5 libras la hora (8,8 euros, 9,3 dólares) a partir de abril de 2017. Es el segundo incremento anunciado este año, porque a finales de marzo pasó de 6,70 libras a 7,20 libras.
En cuanto a las comisiones de los agentes inmobiliarios al firmar un contrato de arrendamiento, su eliminación ahorrará a los inquilinos una media de 337 libras (400 euros, 418 dólares) por transacción.
El gobierno dedicará asimismo una partida de 1.400 millones de libras (1.740 de dólares, 1.640 de euros), para ayudar a la construcción de 40.000 nuevas viviendas, y de 1.300 millones de libras para mejorar la infraestructura, concretamente las carreteras.