Economía

¿Venezolanos contra venezolanos?

La necesidad lleva a unos a aprovecharse del otro. Un paquete de harina de maíz, para nuestra tradicional arepa, puede costarle a un venezolano 438% más caro si la compra revendida, que es lo que sucede la mayoría de las veces. Lo más semejante a caníbales, es lo que se observa en las calles, unos se alimentan de la basura mientras otros de la vorágine salvaje que deriva de la inflación y la escasez, y que para algunos significa el momento preciso para hacer negocios. “La miseria extrema, puede hacer surgir del ser humano, lo peor que tiene el ser en su interior”, afirmó Amalio Belmonte, Secretario de la Universidad Central de Venezuela (UCV)

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La inflación incontrolable y la falta de productividad y de divisas para importar alimentos, tiene en emergencia humanitaria a Venezuela. No hay comida. Tampoco hay medicinas, repuestos para vehículos, insumos médico, entre muchas otras carencias.
Esto ha hecho que del polvo se levantara un fenómeno nunca antes visto en el país, la reventa miserable o de poco valor humano, de comida. El responsable de todo lo que sucede con la comida y otros insumos es el gobierno por sus políticas, esto es indudable, sin embargo, acaso lo que pasa abajo, con el ciudadano de a pie, lo que pasa en las calles con los distintos negocios que han derivado de los controles, la escasez y la inflación, es responsabilidad del ciudadanos que, comportándose como fiera salvaje, pueden mercadear con la necesidad del apremiado.
El ejemplo que colocamos al principio, es claro. Un paquete de harina de maíz tiene marcado un precio de 2.600 Bs. y quien la consigue en ese precio luego la puede vender hasta en 14.000 Bs, es decir, 11.400 Bs por encima del precio legal, 438% más de su valor. La pregunta de rigor, ¿por qué?  ¿Mi sobrevivencia por encima de otro necesitado, que además es mi paisano?
“Cuando uno lucha por sobrevivir es muy probable que le dé codazos al que está al lado porque lo importante es salvarme yo”, manifestó el sociólogo y profesor de la UCV Amalio Belmonte, quien afirmó que las crisis sacan lo peor pero, también lo mejor de las personas.
Belmonte asegura que, sin duda alguna en las crisis cuando hay carencias, cuando hay escasez de productos, puede generarse el hecho de que hay quien puede conseguirlos y revenderlos. “Eso existe y eso tiene un nombre que es, aprovecharse de la coyuntura”.
“Así como la miseria hace sufrir, en una forma de lucha, de subsistencia irracional, individualista, también hace surgir en el ser humano, factores de solidaridad, valores de tratar de unirse y de ayudar a su prójimo, aquí lo malo es que exista la crisis, porque al existir la crisis trastoca todo, los valores, los principios, a veces para mal y a veces para bien”, manifestó el sociólogo.
Quien también es el Secretario de la UCV, dijo que en la actualidad es posible percibir algunas actitudes que no veíamos en el pasado, y que podemos verlas ahora desde el punto de vista negativo.
“La miseria extrema, puede hacer surgir del ser humano, lo peor que tiene el ser en su interior”, afirmó Amalio Belmonte quien agregó que es posible que también florezca la solidaridad en momentos como este.
“También se desarrolla una capacidad de solidaridad con la otra persona, los dos fenómenos existen de manera simultánea. La idea de sálvese quien pueda ocurre, pero también la idea de luchar juntos y de ser solidario con el que tienes al lado también se desarrolla”, dijo Belmonte.
El sociólogo de la UCV aseguró, que nunca habíamos padecido en Venezuela estos fenómenos en su amplia magnitud. Indicó que en otras crisis no hubo escasez, aunque sí se vivió épocas de altos precios. Hizo un inciso para decir que la vida del venezolano cambió después del viernes negro, porque allí hubo un viraje del patrón de vida.
“La escasez de este momento hace que aparezcan los lobos, porque la comida que hay no alcanza para todos. Esto sumado a la incertidumbre de no saber cuándo vamos a salir de esto, hace que surjan estos fenómenos o personajes que, a sus iguales, por tener el privilegio de tener acceso a algún producto que sus compañeros de pobreza no tienen, eso lo hace ser un sujeto mezquino, individualista y quien se beneficia a costa de la necesidad”, explicó Belmonte.
“La pobreza sumada a la inflación, son los componentes volátiles de una explosión social que no ha sucedido aún en Venezuela”, aseveró el profesor Amalio Belmonte.
Por su parte, el sociólogo e investigador de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) Luis Pedro España, manifestó que el culpable no es el ciudadano. Indicó que no es verdad que exista una lucha entre venezolanos. “El único responsable de lo que ocurre en las calles con las ventas con sobreprecio es el gobierno nacional y su política económica”, afirmó.
Según España, las políticas económicas del gobierno central han causado una gran distorsión y han provocado este fenómeno. “La persona que consigue los pocos productos que hay a precio de costo, luego la vende a un precio más elevado porque también tiene que cubrir sus necesidades, comida, ropa, útiles escolares, entre muchas cosas”, dijo España.
“No es que lo hace a costillas del otro, es que ve eso como una oportunidad que le da precisamente esa distorsión de la política económica de Maduro”, agregó el sociólogo.
El profesor e investigador de la Universidad Católica Andrés Bello, aseguró que no se trata de un problema de conciencia del venezolano como lo han querido hacer ver algunos. “¿Es que acaso el ciudadano peruano, colombiano o brasileño es más consciente que el venezolano?”, se preguntó Luis Pedro España, “no, traslada esas distorsiones económicas a Perú, Colombia o Brasil y verás que aparece el mismo fenómeno”, aseveró.
El sociólogo argumento en su explicación, que no se puede ver el problema sólo desde el punto de vista del ciudadano que se queja porque encontró el producto 20 veces más caro. “Debemos mirar y analizar por qué hay escasez, por qué el productor no produce y por qué hay poca disponibilidad de insumos y productos en los anaqueles, ese es el verdadero problema detrás de lo que sucede en nuestro día a día”, afirmó Luis Pedro España.]]>

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