La mayoría de los productos ofrecidos por estos revendedores, mejor conocidos como “bachaqueros”, son los mismos alimentos distribuidos por los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), que pueden adquirirse por unidad o al mayor, según la necesidad del interesado.
Desde que el pasado 9 de mayo la alcaldesa del municipio Libertador, Erika Faria, informó el decomiso de 135 toneladas de alimentos, subsidiados por el Gobierno, que se encontraban en un almacén en la zona de Catia, los “bachaqueros” comenzaron a comercializar en las calles.
Algunas personas aseguran que los alimentos eran entregados por efectivos militares y policías, que se encuentran implicados en este negocio multimillonario de la reventa de alimentos.
Después del allanamiento del galpón en Catia, se pusieron a la venta los productos recuperados en diferentes operativos y las autoridades decidieron colocar puntos de control policial para combatir las mafias de revendedores, así como también ordenaron intervenir la red de mercados municipales, con el objetivo de acabar con la venta de productos subsidiados.
El equipo reporteril de El Estímulo, realizó un recorrido por la plaza Pérez Bonalde de Catia, en donde se pudo verificar que a pesar de estas medidas anunciadas por las autoridades para controlar la venta de los productos regulados, la mafia de los comerciantes informales, siguen llevando a cabo la venta de estos alimentos, y ahora ofrecen hasta la facilidad de cancelar con tarjeta, de crédito o débito.
Los revendedores son muchos, la gran mayoría hombres jóvenes con edades comprendidas entre los 18 y 30 años de edad, mal hablados, la mayoría usan gorras y bolsos de medio lado, se supone que son habitantes de distintos barrios ubicados en la zona de Catia.
También encontramos en las calles mujeres, muchas de ellas con niños recién nacidos o lactantes. Ellas que cargan en un brazo a los pequeños y en el otro la bolsa con los productos a ofrecer. También hay abuelos y niños, que han encontrado en la reventa de productos un medio de ganarse un buen dinero.
Cuando los funcionarios de la policía o los Guardias Nacionales, amanecen en la zona, los revendedores se colocan en los alrededores de la plaza Pérez Bonalde a ofrecer sus productos de forma oral, sin cargar ningún paquete o bolsa, sospechoso y que les puedan decomisar.
“Harina pan, arroz, leche, pasta, azúcar, harina de trigo, se vende, se cambia, por paquete, por bulto, en efectivo y por punto”, es la oferta que le realizan a los transeúntes interesados.
Para concretar la venta se debe acompañar al revendedor hasta un lugar que le será indicado, entregar el dinero o pagar en punto de venta, además de llevar una bolsa para guardar la mercancía, si se quieren comprar al detal, si el interesado quiere llevarse la mercancía por bulto, debe esperar que se “busque en el depósito”.
Todo este proceso se hace delante de los funcionarios, que poco pueden hacer para enfrentar los revendedores, que les ganan en número.