En un recorrido por las calles de Caracas no se espera ver muchas barberías callejeras; sin embargo, mientras avanza la moto por el centro de la capital, más puestos se asoman.
A la altura del puente El Guanábano hay un toldo con dos sillas. José Terán da la bienvenida con mucho respeto. Un saludo es suficiente para que empiece a platicar. Ya tiene tiempo en eso de la barbería y, mientras le corta el cabello a un joven de la zona, asegura que es un servicio para gente humilde.
La improvisada tienda tiene un espejo y otros instrumentos para la «cortadera de cabello callejera». Cepillos, tijeras y máquinas con sus aliados. Cortarse el cabello con José cuesta un dólar, recibe pago móvil, efectivo y si le pagan con dólar para él es mejor.
“Pero sabes mi pana… Yo acepto de todo, no estamos en tiempos de lujos y yo ayudo a la gente”, dice el muchacho mientras confiesa que hay muchos que le canjean un corte por algún producto o comida.
En una ciudad congestionada aparece Ordeibys Cabezas, quien tiene un toldito más pequeño en la esquina Caja de Agua detrás del Ministerio de Educación.
El joven de 23 años presta su servicio a todos lo de su comunidad. “Es mi oficio y con ello sostengo a mi familia. Le corto el cabello a grandes y pequeños, a hombres y mujeres, y mi servicio lo tengo por ahora en 10 mil bolívares. Un día bueno puedo llegar a tener entre 17 a 20 clientes. De poco a poco puedo hacer mi día y doy gracias a dios por eso”.
Las barberías callejeras están creciendo cada vez más en varias zonas de Caracas. El alto costo de la vida y los bajos precios de los salarios hace que ofrecer un oficio sea muchas veces más rentable que tener un trabajo formal.
Un puente lleno de barberías callejeras
El puente Fuerzas Armadas parece un centro comercial para las barberías callejeras. Uno de los puestos llama la atención. Hay dos sillas y tiene un mural con un Simón Bolívar ilustrado por socialistas en el gris concreto.
El anfitrión del espacio es Alberto Cedeño, quien con un ritmo al hablar explica lo difícil que es trabajar en la calle, que le tocó aprender del oficio, pero ha aprendido y ya tiene tres años debajo del elevado de las Fuerzas Armadas.
“Aquí llega mucha gente humilde. Mi trabajo cuesta 25 mil bolívares o el pago de un dólar. Aquí han vendido hasta diputados de la Asamblea Nacional y me han pagado bien. Yo no les pido más pero ellos saben gratificar esto. Uno de ellos me pagó con un billete de 5 dólares, que son buenos”, explica.
Carlos, que está a su lado, también tiene tiempo en el mismo lugar. “Si los tratamos bien (a los clientes) ellos volverán”.
En las barberías callejeras también hay espacio para la solidaridad
Unos metros más arriba está Alejandro Palencia y su barbería «La que no juega», un singular nombre pero con el lenguaje de calle que muchos conocen y se hace familiar.
El hombre dice que tiene mucho tiempo debajo del elevado y está enamorado de lo que hace. Es el más popular del lugar. “’La que no juega’ esta para todos”, dice.
“Exonero a los abuelitos porque está claro que muchos de ellos no tienen nada y un corte no se le niega a nadie si no tiene para pagar”.
Los otros que están en la lista de beneficiados son los indigentes gracias a operativos que él mismo les ofrece. “Sé lo duro que es la calle y me gusta ayudar”. Incluso, en ocasiones prepara un hervido allí mismo y muchos van y tomar.
Pedro Uzcátegui, de Caricuao, explica que es difícil hacer un negocio propio y que en estos tiempos es duro ser emprendedor, pero uno de los oficios más rápidos de aprender es la barbería y que con menos dinero que en otros negocios se puede montar tu silla, un espejo y los utensilios.
Tampoco es fácil hacer el punto, pero mientras unos pagan 15 dólares en un centro comercial para cortarse el cabello y la barba, él en su silla cobra 14 veces menos y con la misma calidad que esas barberías de lujo, dice.
¿La informalidad es más rentable que la formalidad?
El aumento de las barberías callejeras es un reflejo de la forma que buscan los venezolanos para sobrevivir en un país hiperinflacionario y en recesión.
Según un estudio de la empresa Datos, por primera vez en la historia de Venezuela, el sector E de la población vive mejor que el sector D. ¿La razón? Mientras el sector D tiene un empleo, el sector E tiene un oficio, y en este momento de crisis económica los oficios se cobran en dólares y los empleos en bolívares.
Por esta razón, se justifica que 78% de la población venezolana esté buscando un empleo, y la mayoría quiera trabajar por su cuenta.
«Es increíble como el sector E ya no habla de bolívares, la moneda de referencia es el dólar, porque precisamente cobran en dólares», asegura Luis Maturén, gerente general de Datos.