Economía

FOTOS | Dolarización y miseria: las dos caras de Venezuela

Con una hiperinflación registrada desde noviembre de 2017, Venezuela atraviesa una de las peores crisis de su historia. El resultado: negocios que no pueden correr al mismo ritmo que el fenómeno y terminan cediendo espacio

Daniel Hernández
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Un paseo por cualquier ciudad de Venezuela basta para contrastar dos realidades completamente diferentes, pero que coexisten en un mismo lugar. Por un lado, la de las muchas posibilidades para aquellos con los ingresos suficientes para sumar incontables lujos. Por el otro, la desdicha de las víctimas de un sistema que fracasó desde su génesis y que constantemente se busca imponer desde que el fallecido presidente Hugo Chávez llegara a Miraflores en 1998, ahora en manos de Nicolás Maduro.

La distancia entre un grupo y otro puede ser la misma que separa dos aceras de una misma calle.

El auge del dólar

Desde hace algunos años las transacciones en Venezuela tienen una denominación diferente la del bolívar soberano, moneda local. En cambio, el dólar, pese a no ser la divisa oficial, se impuso en un mercado donde encuentra mayor respaldo que el débil recurso nacional.

Con una hiperinflación registrada desde noviembre de 2017, Venezuela atraviesa una de las peores crisis de su historia. El resultado: negocios que no pueden correr al mismo ritmo que el fenómeno y terminan cediendo espacio.

En agosto de este año, el presidente de Conindustria, Adán Celis, reveló que las empresas venezolanas operan a un 19% de su capacidad. Coincidencialmente, el mismo porcentaje logró exportar sus productos este año.

Desde el lugar de mayor lujo hasta negocios improvisados y en la calle, nadie escapa de los precios en dólares. La situación llegó a tal punto que en Caracas, vendedores informales ofrecen mercancía por un dólar.

Mercado irregular

Mientras, los extremos se hacen sentir entre los clientes que día a día buscan mejores precios. La desigualdad social en Venezuela encuentra actualmente un espacio incalculable, donde un grupo que no representa a la mayoría logró sortear los obstáculos para obtener ingresos en la moneda estadounidense.

Hoy en día es tan común revisar a las cuentas que en redes sociales publican su propio estimado de lo que debería costar un dólar, de ahí la equivalencia que en locales comerciales hacen de sus productos.

El desfile de divisas pasó a ser un hábito, pero también la miseria de aquellos a quienes el fallido socialismo los volvió dependientes.

Con un sueldo integral valorado en bs. 300.000, equivalente a poco menos de $10 al mes, miles de venezolanos deben ceñirse a los mecanismos de control de chavismo, el cual a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), entrega apenas una porción mínima de lo que representa la canasta básica familiar, tasada en aproximadamente $300.

Otros con menos opciones y en situación de pobreza extrema incluso recurren a la basura que a diario botan restaurantes y otros comercios para recuperar algún desperdicio que sirva para llevar algo a casa.

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