Hace más de 50 años, la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) era un sólido grupo de empresas básicas estatales con enormes inversiones del Estado venezolano, parte de un modelo de desarrollo que buscaba reducir la fuerte dependencia a los vaivenes de la industria petrolera. Una de las primeras apuestas de esa estrategia era Aluminios del Caroní, Alcasa, una millonaria reductora de este metal que hoy está muerta y casi enterrada.
Alcasa, cuyas operaciones comenzaron en 1967 y dedicaba buena parte de su producción al mercado internacional, fue una de las primeras víctimas de la feroz crisis energética que atraviesa Venezuela, el país con las mayores reservas de hidrocarburos del mundo, con 3.000 ríos y una represa de las más grandes del mundo, la del Guri, que proveía el 75% de la electricidad que consumía el mercado nacional y todavía exporta un poco a Brasil.
Esta empresa pionera del sector en Venezuela, fundada en alianza con la estadounidense Reynolds, tuvo una capacidad instalada para procesar 210.000 toneladas anuales de aluminio primario.
Pero cuando el chavismo llegó al poder comenzó un proceso de declive que culminó el 28 de diciembre de 2009: en medio del racionamiento energético, Hugo Chávez y su ministro de Energía, Alí Rodríguez, ordenaron apagar las celdas de reducción de aluminio de Alcasa y su hermana Venalum para poder ahorrar energía para las ciudades.
Bajaron el interruptor
Las empresas nunca se recuperaron y entraron en caída libre hasta que en 2019 otros apagones nacionales determinaron su parálisis total.
Encender y poner a trabajar una celda de reducción, donde la alúmina es convertida en aluminio, no es como operar conectar una licuadora. Cuando se paralizan por completo, ya casi es imposible recuperarlas, según expertos del sector.
La industria del aluminio primario es sumamente intensiva en el consumo de electricidad, y de hecho cada lingote o cilindro es en términos metafóricos «energía envasada». Cuando se instalaron esas empresas y varios otros mega proyectos que nunca se concretaron, la estrategia era aprovechar las enormes fuentes naturales de energía hidroeléctrica de Guayana, especialmente del río Caroní, cuyo lecho pedregoso, y pendiente de unos 1.300 metros desde sus nacientes, lo hacían un lugar excepcional para invertir en represas hidroeléctricas.
Todo eso quedó en las memorias del futuro pasado que nunca llegó. El dinero de las represas también fue robado por la corrupción.
Remate total
Hoy, los trabajadores de Alcasa denuncian que funcionarios del gobierno de Nicolás Maduro, junto con sindicalistas del oficialismo, están desmontando las líneas de producción III y IV, las últimas que quedaban.
Señalan como responsables a los miembros de la Federación Bolivariana de Trabajadores (FBT) y sus pseudo sindicalistas que a su vez son gerentes en la planta pionera en producción de aluminio en Venezuela.
Ciudad Guayana se convirtió en un gran cementerio industrial, quizá uno de los más grandes del mundo, en la era del socialismo de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. La quiebra masiva de empresas grandes y pequeñas es un síndrome generalizado al sur del río Orinoco.
El modelo de desarrollo de CVG estuvo inspirado en lo que hicieron los alemanes en la cuenca del Rin, en cuyas riveras se desarrollaron empresas y los productos eran sacados en barcazas para mercados del mundo.
Un desfile de sindicalistas indolentes, y militares sin preparación para la gerencia de empresas pesadas básicas hicieron el resto, más ocupados en su propio bienestar personal.
En el pasado, la práctica de corrupción más común en torno a Alcasa y Venalum era la disputa de los «cupos de aluminio», una parte de la producción que le correspondía a los trabajadores y que era revendida en los mercados secundarios. Hoy eso quedó como un juego de naipes comparado con la corrupción generalizada que denuncian los trabajadores y que llevó a la ruina a Alcasa y a todas las demás empresas de la CVG.
Números del más allá
«A principios de 2018 su capacidad de producción se encontraba en 7,5%. La empresa acumula un patrimonio negativo (desde 2015) de -21.045.547.187 Bs», recoge el portal Poderopedia.
Al tipo de cambio oficial de 6,30 que todavía regía al cierre de 2015 para algunas operaciones, entre ellas las de deuda pública, ese patrimonio negativo (pérdidas acumuladas) equivalía a más de 3.300 millones de dólares.
Solamente entre 2008 y 2011 las pérdidas acumuladas fueron de 2.366 millones de dólares, según se desprende de la última memoria de la empresa que se pudo hallar en la oscuridad informativa de Venezuela.
Según el Director Laboral de la empresa, Henry Arias, en 2011 se estableció un plan y se aprobó ingente cantidad de recursos para la adecuación tecnológica y la compra de equipos para diferentes áreas de CVG Alcasa.
Se llamó “Plan de Adecuación Tecnológica 2011-2014 de CVG Alcasa”, la premisa era convertir a CVG Alcasa en una “empresa integrada y transformadora de aluminio”. Se compraron equipos, como la planta extrusora china, que, por cierto, lleva el nombre de Hugo Chávez y nunca sirvió.
«La producción en el año 2011 fue de 70.331 toneladas métricas de aluminio líquido, con una utilización de capacidad instalada de 41%. La producción disminuyó en 25.096 toneladas métricas respecto al año 2010, ocasionado por las carencias de materias primas para acometer el plan de incorporación de celdas», señala la memoria de la empresa de 2011.
Para ese año empleaba a 3.752 personas, 2.751 en las plantas operativas y 1.001 administrativos.
Para esta planta extrusora se dispuso según el plan $55 millones. Pero, según Henry Arías, esa compra se hizo con sobreprecio, pues el valor de la planta realmente era de $27 millones, aproximadamente. En total en la planta de laminación se invirtieron $192 millones para producir 116.000 toneladas de laminado y hoy no hay tal producción.
Equipos de la planta extrusora que según trabajadores está abandonada. (Foto: cortesía)
“Desde que se iniciaron las negociaciones para comprar los equipos chinos para CVG Alcasa, denunciamos que eran pura chatarra china que nos salían muy cara para la utilidad que nos dejarían, sin garantía de la tasa de retorno de la inversión. De hecho, toda esa chatarra convirtió a Alcasa en un cementerio de chatarras chinas. Todos los equipos de CVG Alcasa, que heredó el socialismo, son de excelente calidad, comparados con la chatarra china socialista. De haberse hecho una inversión en repuestos aún contaríamos con buenos equipo y la inversión hubiese sido menor”, aseguró Arias.
Los objetivos específicos del plan aprobado por Chávez, era “acondicionar y adecuar tecnológicamente las instalaciones y equipos de la planta de reducción para alcanzar la producción de 170.000 toneladas por año”, según se indica en el punto de cuenta. Para alcanzar esto, en el área de fundición se planificó y se invirtieron 14 millones de dólares y 142 millones de dólares en la planta de reducción. Asimismo, compraron cinco grúas industriales chinas para el área de producción.
En 42 meses debió estar funcionando CVG Alcasa a partir de la inversión que comenzó en 2011
Negocios de la China
“Ellos compraron cinco grúas chinas, por más que nosotros denunciamos que había que comprar repuestos para los equipos de grúas ESL, grúas del área de reducción, que, adecuándolas con sus repuestos teníamos grúas para rato de buena calidad. Las bajaron, no existen, las chatarrearon. Los puentes de esas grúas que tienen un largo aproximado de 30 metros y que están hechas de un acero especial, hoy no existen en Alcasa. Las grúas chinas que montaron no sirven. Ese es el misterio de por qué desarman las líneas III y IV, qué hicieron con toda esa inversión, la Contraloría debe hacer una investigación seria con los trabajadores, no con este tren gerencial”, afirmó el director laboral de CVG Alcasa Henry Arias.
Ahora simplemente, según comentó Javier Torres, trabajador y sindicalista del “Movimiento 7 Voz Alcasiana”, están desmontando las Líneas de producción III y IV después de semejante inversión hace apenas 6 años atrás. Torres comentó que el desmontaje de las celdas de producción es la estocada final para el cierre de la empresa.
“Están sacando partes de las líneas de producción y se las están llevando para CVG Venalum, no sabemos para qué”.
Desmontan celdas de producción. (Foto: Cortesía/El Estímulo)
¿Qué pasó con la inversión que hizo el gobierno en la planta? Se preguntó Javier Torres.
“En total 403 millones de dólares se invirtieron en CVG Alcasa desde 2011, que pertenecían al llamado Fondo Chino, 142 millones en las líneas III y IV y hoy las desmantelan”.
Para el momento en el que Hugo Chávez decidió ponerle la mano encima a CVG Alcasa, avizorando su futuro funeral industrial, Alcasa tenía la capacidad de producir 100.000 toneladas por año en el área de reducción (producía por debajo de esto), y en la laminación 24.000 toneladas por año. Sin embargo, había elementos que causaban que la productividad no pudiera alcanzar las metas: desactualización tecnológica y falta de mantenimiento a equipos, baja confiabilidad y disponibilidad en equipos en equipos de grúas, deterioro en infraestructura y servicios, deficiencia en los servicios de insumos y baja productividad laboral.
Los datos de la quiebra los recoge el gobierno de Maduro en la Memoria y Cuenta del ministerio de Industrias del año 2015, uno de los últimos disponibles en un régimen que recurre al ocultamiento de información como una práctica de Estado:
«Para el año 2015 se estimó producir la cantidad de 40.758 t de aluminio líquido y se alcanzó una producción de 28.536 t lo que representó un 70% de lo programado. Asimismo, se había programado una ejecución de Bs. 8.357.905.633 y se ejecutó Bs. 8.368.723.266 cantidad que representó un 98,8 % de lo programado».
«La producción total en la planta de fundición para el año 2015 fue 18.723 t de lingotes, 4.861 t de planchones y 5.759 t de cilindros, lo que acumuló un total de 29.343 t de las 45.569 t programadas, esto representó un 64% de ejecución física. Este comportamiento tuvo sus causas en la baja disponibilidad de metal por fallas en la producción de la planta de reducción,
además de las averías en los hornos y mesas de colada por estar fuera de servicios ante la falta de refractarios y repuestos».
Aluminio a precios de oro
Es decir, en la empresa el gobierno de Maduro se gastó 1.328 millones de dólares, al tipo de cambio oficial de 6,30 de la época, pero se redujo la producción.
Eso significó que producir cada tonelada de aluminio primario se gastaron unos 45.257 dólares en promedio ese año.
En 2015 el precio medio de la tonelada de aluminio primario en los mercados internacionales era de $1.665 la tonelada, según servicios de información histórica de mercados.
O sea, con el dinero gastado en Alcasa para producir esa miserables 29.343 toneladas, el país hubiera podido comprar una 797.600 toneladas de aluminio en el mercado final, libre de riesgos, cargas financieras, laborales y sin consumir la escasa electricidad de Venezuela.
«CVG Alcasa operó este año, con un bajo desempeño, ubicándose el uso de la capacidad instalada en un 17%, producto de que las acciones del plan de incorporación de celdas se han orientado nuevamente al sostenimiento operativo, dada la criticidad operativa de las líneas», reconoce.
En su informe, reconoce un costo unitario de producción de Bs71.955, incluyendo los costos fijos y variables. Eso equivale a $11.421 la tonelada, considerando la tasa de 6,30 oficial vigente ese año.
El informe no incluye los costos financieros, lo que podría explicar la enorme diferencia de costos totales por tonelada si tomamos en cuenta el presupuesto ejecutado.
Corrupción revolucionaria
El escenario ideal para una gran inversión del Estado. A lo largo de estos 20 años, la sociedad venezolana ha visto cómo estas grandes inversiones se traducen en actos de corrupción, donde se realizan compras con sobreprecio y se cobran sobornos o coimas. Una vieja práctica que se institucionalizó en la llamada revolución y que dio como resultado, la debacle industrial, no sólo en Guayana, sino también en otros sectores y regiones del país.
Torres aseguró que Alcasa podría ser una de las primeras víctimas de la Ley Antibloqueo, recientemente leída y aprobada por el régimen de Maduro como estrategia para atornillarse en el poder ampliando las fronteras en los negocios del Estado.
En efecto, el artículo 26 de la Ley Antibloqueo, sobre “Optimización de la gestión empresarial», dice que el Ejecutivo Nacional podrá modificar los mecanismos de constitución, gestión, administración, funcionamiento y participación del Estado de determinadas empresas públicas o mixtas, tanto en el territorio nacional como en el exterior, sin perjuicio de lo establecido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela”.
Entorno a este artilugio jurídico, el economista y diputado José Guerra, indicó que “ese disparate jurídico lo que pretende es, entre otras cosas, deshacer lo hecho por Chávez entre 2007 y 2009 en materia de estatización de empresas petroleras y otras del ramo comercial y agroalimentario, también busca implantar una especie de sistema bimonetario para que se pueda establecer el dólar o el euro como monedas de libre circulación. Resulta interesante que la ley haya sido escrita por Maduro, según él mismo dijo días atrás. Sobran las palabras”.
3.500 puestos de trabajo directos en peligro
Javier Torres manifestó que los trabajadores del Holding CVG, “no tienen para comer, sus familias mueren de hambre, muchos han muerto de mengua, otros no luchan por miedo a las arremetidas del gobierno”. Tienen varios años sin servicio de HCM, por lo que no los reciben en ninguna clínica de Guayana.
Por su parte, Henry Arias indicó a El Estímulo, que a los trabajadores se les viola el derecho al trabajo porque no los dejan entrar a la empresa.
“Los portones de las empresas están cerrados, adentro solo hay gente de ellos, de las FBT y el M21, y no nos dejan entrar. Nos pagan un bono, ese es el salario, lo que a ellos les da la gana. Nosotros lo que queremos es producir y levantar esa empresa, mientras ellos la desarman para rematarla”, afirmó.
Antes de la llegada de Hugo Chávez al poder en 1.999, CVG Alcasa, la pionera del aluminio en Venezuela, tenía 683 celdas en servicio. Llegó a producir 204.300 toneladas/año de aluminio primario. Pero Chávez antes de morir bajó el breker a Guayana, teniendo como excusa el fenómeno del Niño y la sequía. Las últimas 14 celdas que sobrevivían en Alcasa se paralizaron con el apagón de marzo de 2019 y no fueron reactivadas. Dejaron fallecer sin auxilio a la moribunda CVG Alcasa.
*Con edición de Omar Lugo @omarlugo