La empresa PBF es el segundo cliente de Petróleos de Venezuela en buscar otros proveedores en medio de discrepancias, lo que agudiza la grave situación financiera de la firma venezolana, que este mes enfrenta pagos por 1.200 millones de dólares con sus tendedores de bonos.
Más de 96% de los ingresos por exportación de Venezuela están atados a sus ventas de petróleo y las refinerías estadounidenses están entre sus mayores pagadores en efectivo.
En agosto, el gobierno del presidente Donald Trump impuso sanciones a Venezuela, en parte prohibiendo nuevos acuerdos financieros con Pdvsa. Las restricciones han llevado a muchos bancos a rechazar la emisión de cartas de crédito para asegurar algunas ventas de crudo.
En septiembre, PBF le notificó a la estatal petrolera venezolana que “no va a recibir más cargamentos de crudo venezolano”, dijo una fuente de la estatal que pidió reserva de su identidad porque la información no es pública, indicó la agencia Reuters.
La notificación fue hecha después de que un tanquero con crudo pesado venezolano destinado a PBF se quedara varado más de 40 días entre julio y agosto frente a Luisiana a la espera de una carta de crédito.
Ninguna de las dos empresas ha precisado si el contrato de suministro por 33.000 barriles por día (bpd) entre las partes se dio por rescindido. La firma estadounidense no quiso hablar sobre “información de negocios confidencial” y Pdvsa no respondió a una solicitud para que emitiera declaraciones.
PBF, con sede en Nueva Jersey, no ha comprado crudo directamente de Pdvsa desde comienzos de septiembre, según datos de Thomson Reuters.