Espectáculos

Así afectará reforma de Ley de Cine a las películas de Hollywood

Se puede ver el vaso medio lleno o medio vacío. La principal propuesta para la reforma de la Ley de Cine, de la que ya circula un primer borrador, garantiza mayor protección para las películas venezolanas y las alternativas a la producción de los grandes estudios de Hollywood, en general. Con eso es difícil no estar de acuerdo.

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Lamentablemente, recuesta casi todo el peso de esa responsabilidad en el sector privado, en medio de una economía contraída en la que, entre otros aspectos, se ha detenido drásticamente la construcción de nuevos centros comerciales y salas de cine.

“Nuestra intención no es destruir a la cadena exhibidora, o decir que Hollywood es Satán, o ponernos fundamentalistas o sectarios. No vamos a matar a la gallina de los huevos de oro. No tenemos nada en contra de una película como Rápido y Furioso 7, que nos genera fondos para hacer cine venezolano. Pero no todo en la cartelera puede ser Rápido y Furioso 7, porque se erosiona el ecosistema audiovisual”, afirma Bernardo Rotundo, presidente de la distribuidora alternativa Circuito Gran Cine y asesor de la principal propuesta de segunda reforma parcial de Ley de Cine, que según dicta la Ley Orgánica de Cultura, debe ser aprobada por la Asamblea Nacional antes de noviembre.

Entre los propulsores de la propuesta figuran Juan Carlos Lossada, presidente del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC), y el cineasta y activista político del oficialismo Carlos Azpúrua.

“No nos impulsa un deseo destructivo ni queremos expropiar salas, de hecho siempre he combatido ese tipo de ideas. No es que amanecimos engorilados un grupo de cineastas y promotores del buen cine. Se ha tratado de un proceso progresivo”, agrega Rotundo, que aclara que ha participado en la mesas de discusiones de la reforma a título personal y no en nombre de Gran Cine, en teoría una de las grandes beneficiadas con una mayor cuota de pantalla para las películas Off Hollywood.

En Venezuela, el negocio de exhibición es controlado tradicionalmente por dos grandes circuitos privados, Cines Unidos y Cinex, que tienen vinculación directa con distribuidoras de películas de Hollywood como Warner Bros, Fox, Universal y Disney.

Estas son algunas de las propuestas más controversiales que figuran en el borrador de la reforma de Ley de Cine:

1. El CNAC certificará las obras extranjeras que considere de “interés artístico y cultural” (cine de autor) y garantizará su estreno y permanencia mínima de exhibición en una sala de cine (artículo 29). Uno de los aspectos polémicos, pues determinar qué películas tienen interés artístico o cultural siempre requerirá un criterio subjetivo. Una película de “cine de autor”, en principio, tendrá garantizada al menos una semana en la cartelera, y si cumple una cuota de 70% del promedio habitual de taquilla semanal de la sala donde se exhiba, se mantendrá en esa sala.

2. Ninguna película podrá ocupar simultáneamente más del 20% del total de las salas existentes en el país (artículo 30). Gancho directo contra los grandes blockbusters vacacionales de Hollywood tipo Harry Potter, que según Bernardo Rotundo, han llegado a ocupar hasta un tercio o más de las pantallas en sus fechas de estreno.

3. Incremento de las contribuciones obligatorias del sector privado para el fondo de promoción del cine venezolano (FONPROCINE) (artículos 50 al 56). Actualmente, por cada boleto vendido de cine, 5% se destina a financiar al cine venezolano. El porcentaje se incrementará progresivamente desde 8% en 2016 hasta 12% en 2018. La contribución de la televisión abierta pasa de 1,5% a 3%. La de la televisión por suscripción, también de 1,5% a 3%. “Es un sector que genera sus propios fondos: el cine venezolano se financia con 95% de estas contribuciones especiales y 5% del Estado. La Ley de Cine ha sido positiva porque pasamos de unos 3 millones de espectadores de películas venezolanas entre 1993 y 2004 a unos 17 millones desde 2005 a 2015”, asegura Rotundo.

4. El CNAC determinará la información que deben contener los boletos y establecer las condiciones que deben cumplir los sistemas de venta utilizados por los exhibidores, pudiendo implementar un sistema informático de control sobre la venta de boletos para la recolección de información diaria sobre las entradas o boletos vendidos, en todas las salas de exhibición del territorio nacional (artículo 35). Sistema conocido como “boleto único”, que no quiere decir unificación de precios, sino de supervisión informática absoluta sobre cada entrada de cine vendida.

5. Incremento de la protección del cine venezolano (artículo 30). Lo que hasta ahora es una providencia pasa al cuerpo de la Ley de Cine: toda película nacional, independientemente de su calidad, tiene garantizado su estreno y al menos dos semanas en cartelera. Mientras cumpla al menos 60% del promedio habitual de taquilla de la sala, deberá permanecer la próxima semana.

6. Los exhibidores deben proyectar los avances o tráilers de películas venezolanas durante al menos 8 semanas continuas previas a su estreno. Antes de cada función, es obligatoria la exhibición de esos tráilers, un noticiero nacional y un cortometraje nacional, en ese orden (artículo 27). Podría llamársele la “Reforma Azpúrua”, pues el cineasta Carlos Azpúrua denunció que los exhibidores comerciales no cumplieron con los tráilers de su documental Sabino Vive.

7. Incremento de las multas para las cadenas exhibidoras (artículos 61 al 64). En el caso de las infracciones relacionadas con el incumplimiento de las cuotas del cine venezolano, por ejemplo, se pasa de 300 unidades tributarias hasta 3.000 UT (450.000 bolívares). “Hay empresas que incluso tienen presupuestadas las multas, cuyos montos actualmente son un chiste”, critica Rotundo.

8. Las personas jurídicas dedicadas a la distribución de películas tienen la obligación de distribuir un mínimo de 30% de cintas venezolanas (artículo 31). Importante. Léase: una distribuidora internacional, por ejemplo Disney, tendría que comprometerse a apoyar filmes hechos en Venezuela. “Me costa que Juan Carlos Lossada, desde el CNAC, ha hecho llamados amistosos y cordiales a que Disney, por ejemplo, distribuya una película animada venezolana, una deuda que todavía tiene nuestro cine. Pero nunca ha ocurrido”, dice Rotundo.

Sí, se estrena más cine venezolano en 2015 que en 2005 (la calidad es otro tema), pero aparte de la recuperación de algunos teatros históricos en el municipio Libertador (los nuevos cines Bolívar, Aquiles Nazoa o Cipreses), ¿se han construido más salas en un país cuya población aumenta y aumenta, en vez de estimular una cruzada de patria o muerte por la defensa de cuotas de pantalla? Bernardo Rotundo admite que es una de las deficiencias no cubiertas por la Ley de Cine o el socialismo del siglo XXI. “No ha terminado de cuajar una red potente, productiva y eficiente de salas alternativas, que no tenga nada que envidiar a las cadenas comerciales. A mucho de nuestro público (el del cine de autor) no le interesa estar metido en el Centro Sambil”.

“No soy afecto a la discusión política. Si mi película no se mantuvo el tiempo ideal en la cartelera, no fue por culpa de los distribuidores, sino de los promedios extremadamente altos que dejó la película venezolana más taquillera de 2014, Papita, maní, tostón”, opina Carlos Caridad Montero, director de 3 Bellezas, premiada como mejor cinta en el Festival del Cine Venezolano de Mérida en 2015. “Considero que tenemos una buena Ley de Cine tal como está hoy, y que solo hay que agregar algunos mecanismos para evitar cambios arbitrarios de programación o de horarios de los filmes nacionales”. La primera reforma de Ley de Cine, aprobada por oficialismo y oposición en 2005, fue un paso adelante. Idealmente, antes de su aprobación por la desfalleciente Asamblea Nacional, su segunda reforma también debería atravesar un debate de los sectores involucrados. Si el borrador es un tráiler, habrá que ver si la película termina un con final feliz para todos.

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