La simplificación prejuiciada del Oscar aterciopelado
Yo, como muchos, me indigné por la tontería de la gente que criticó la indumentaria de la señora Jenny Beavan la noche del Oscar. Eso sí, podría hacer el esfuerzo de entenderlos un poco: para ellos, la ceremonia de los premios de Academia del cine de Hollywood es una noche de gala y, en consecuencia, hay que ir con los mejores trapitos, etc. Uno no va a la playa en paltó ni en corbata y cosas así. Pero, a fin de cuentas, la señora no andaba en pantalones cortos ni en chancletas. Esa era su ropa de gala, y ya.