Afganistán volvió a vivir una jornada luctuosa con dos ataques talibanes que dejaron ocho muertos y decenas de heridos, y que eleva a seis los atentados en Kabul este mes, mientras cientos de personas pedían el fin de la violencia y el Senado afgano ratificaba el acuerdo de seguridad con Estados Unidos.
Un suicida hizo explotar las bombas colocadas dentro de su coche cuando se aproximaba un vehículo de la embajada de Gran Bretaña, en el este de la capital afgana.
La delegación diplomática en Kabul informó que uno de sus vehículos fue atacado y un «gran número» de empleados de la embajada resultaron heridos.
En un comunicado, el ministro de Exteriores del Reino Unido, Philip Hammond, confirmó la muerte de un civil británico miembro del equipo de seguridad de la embajada y de un afgano que también trabajaba para la delegación.
En total, cinco personas murieron y 34 resultaron heridas.
El portavoz talibán, Zabihullah Muyahid, reivindicó en Twitter la autoría del atentado, dirigido contra «los invasores extranjeros».
En horas de la noche, un segundo ataque, en esta ocasión contra la sede de una ONG, dejó al menos tres insurgentes muertos y un extranjero herido en la zona de Wazir Akbar Khan, un área muy protegida de Kabul donde tienen su sede varias embajadas y viven altos cargos del Gobierno.
«Un atacante se inmoló a la entrada de la oficina y otros dos fueron abatidos por fuerzas de seguridad», informó a Efe el portavoz de la Policía de Kabul, Hashmat Stanekzai, al precisar que el ataque se extendió en medio de un tiroteo alrededor de dos horas.
El marco de los atentados
Los atentados de hoy forman parte de una larga lista que han ido incrementando el nivel de violencia en el país a menos de un mes para que finalice la misión de la OTAN, la ISAF, destacada en Afganistán después de las tropas estadounidenses que invadieron el país en 2001 para derrocar al régimen talibán.
Precisamente el Senado afgano aprobó el 27 de noviembre el acuerdo de seguridad con Estados Unidos que prolonga la presencia de tropas de ese país en Afganistán hasta 2024, con lo que se completa el trámite parlamentario necesario para que el presidente, Ashraf Gani, estampe la firma definitiva en el convenio.
Estados Unidos mantendrá desplegados sobre el terreno alrededor de 9.800 soldados hasta 2024, mientras que la Alianza Atlántica ha anunciado que dejará unos 2.700 militares a partir de 2015, en una «nueva misión no de combate para proseguir con el desarrollo de la capacidad de las Fuerzas de Seguridad afganas».
Pese a esa continuidad, este mes se han sucedido los ataques en Kabul, como el atentado al que sobrevivió la diputada y activista afgana Shukria Barakzai o en el que murió un coronel al entrar un atacante suicida en el cuartel general de las fuerzas del orden en la ciudad.
A mitad de noviembre, las fuerzas de la OTAN sufrían dos ataques en tan solo dos días en sus cuarteles en Kabul, en los que, entre otros, fallecieron dos extranjeros.
En otras zonas del país también continúa la violencia con la muerte hace tres días de dos soldados estadounidenses en un ataque insurgente y la matanza de 61 civiles en un atentado suicida durante un partido de voleibol en el este del país, en la provincia de Paktika.
De hecho, el número de muertos civiles aumentó un 17 %, hasta los 1.564, y el de heridos subió un 28 %, hasta los 3.289, en la primera mitad de 2014 con respecto al mismo periodo del año anterior en Afganistán, de acuerdo con la ONU.