Concluida su visita de Estado a Francia, el presidente Enrique Peña Nieto regresa este viernes a un México indignado por la fuga del capo Joaquín «El Chapo» Guzmán, que le exige medidas contundentes para restaurar la dañada credibilidad.
El escándalo internacional por la segunda huida de «El Chapo» de un penal de máxima seguridad encontró al presidente volando el sábado hacia París. Ávido de mejorar las relaciones y captar inversión, Peña Nieto decidió mantener esta visita de cinco días aun consciente de que a la vuelta le esperaba una auténtica tormenta política.
«El problema de la fuga no es que la inseguridad pueda crecer sino el problema político que generó. El presidente tiene prácticamente la obligación de salir públicamente y decir qué va a cambiar», dijo a la AFP Roy Campos, presidente de la encuestadora Consulta Mitofsky.
«Hay una expectativa en la población, como hacía mucho tiempo que no pasaba, por el regreso del presidente y ver qué va a pasar», señala este analista político.
La bochornosa fuga de «El Chapo», cuya captura era el mayor logro de Peña Nieto en la lucha contra el narcotráfico, del penal más seguro del país ha marcado la que puede ser su semana más negra desde que asumió el poder en 2012.
Ni siquiera tuvo un respiro el miércoles con la esperada primera licitación petrolera para compañías privadas en casi 80 años. Los resultados y la baja participación de los gigantes del sector fueron muy decepcionantes para las expectativas del gobierno.
Fue el propio Peña Nieto quien, con «El Chapo» ya en su poder, puso el calificativo que más se repite ahora en México sobre la segunda fuga del líder del cártel de Sinaloa en los últimos 14 años.
El presidente reconoció en una entrevista televisiva que sería «imperdonable» que Guzmán se les escapara otra vez.
Y lo «imperdonable» sucedió la noche del sábado cuando el capo de 58 años protagonizó otra evasión «hollywoodiense» a través de un túnel de 1,5 km cavado debajo de la ducha de su celda con la posible complicidad de funcionarios del penal.
Petición de renuncias
«Consternado» por la noticia, Peña Nieto ordenó una cacería para recapturar a Guzmán, mandó de vuelta a México a su ministro de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y ya no volvió a mencionar el asunto en los siguientes días.
«No sé si tenía que regresar de inmediato, pero la mayoría de los mexicanos hubieran recibido bien que regresara antes dando una señal de la importancia de lo que pasaba aquí», dijo a la AFP José Antonio Crespo, analista político del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
Una situación parecida se vivió en noviembre cuando, en medio de la conmoción nacional y violentas protestas al conocerse los detalles de la presumible masacre de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, el mandatario decidió mantener otro viaje a China ganándose una lluvia de críticas.
La tragedia de los estudiantes y la revelación de que él y su esposa compraron casas a importantes contratistas públicos ya tenían la popularidad de Peña Nieto a la baja.
A su regreso a México, el presidente deberá hacer frente a las peticiones de partidos opositores y sectores de la sociedad civil para que destituya a Osorio Chong y a otros responsables de seguridad ante las fallas y la colaboración de funcionarios que necesariamente debió tener el capo, lo cual hasta el gobierno reconoce.
Según una encuesta del diario Reforma, el 88% de los mexicanos cree que en la fuga hubo complicidad de funcionarios y el 65% la atribuyó más a la incompetencia de las autoridades que a la astucia del capo.
Por ahora, el gobierno sólo ha cesado a dos responsables del sistema penitenciario y al director de la cárcel, mientras otros 22 de sus trabajadores siguen retenidos en la fiscalía.
La caja de pandora
A raíz de la fuga, también hay quien ha considerado un error del gobierno no haber extraditado a Guzmán a Estados Unidos, como estaba solicitado.
«‘El Chapo’ es una fuente de información, es un instrumento más para Estados Unidos pero el gobierno no quiere que se conozca. No quieren destapar la caja de pandora porque hay mucha gente involucrada», afirma Crespo.
En su cerca de año y medio en prisión, nada trascendió de su juicio o de la información que el capo pudo dar a las autoridades sobre las redes políticas, policiales y judiciales que le permitieron convertirse en uno de los narcotraficantes más poderosos del mundo.
«El problema en México más que la corrupción, que la hay en todos lados, es la impunidad. El Estado está podrido», estima Crespo.