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FOTOS|Así quedó la última guarida del "Chapo" Guzmán tras su captura

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FOTOS: AFP

Un espejo en el vestidor de una habitación ocultaba el pasadizo que el capo Joaquín «El Chapo» Guzmán, el rey de los túneles, recorrió intentando escapar del violento asalto militar contra su última guarida, una vivienda de Los Mochis, en su natal Sinaloa (noroeste).

Autoridades de la Marina Armada mexicana, encargada de la captura, y la fiscalía mostraron el lunes el sitio del operativo que condujo a la captura de Guzmán, el narcotraficante más buscado del mundo, luego de su espectacular fuga en julio pasado de un penal de máxima seguridad de El Altiplano a través de un túnel de 1,5 km.

La fachada de una apacible vivienda blanca cubierta parcialmente por frondosos árboles, contrasta con el caos que reina dentro del inmueble.

Un comando militar irrumpió el viernes en la madrugada en la casa donde el capo se había refugiado el día anterior.

Un video difundido por autoridades mexicanas muestra a los militares entrando a la casa mientras disparan ráfagas hacia las paredes y los techos. Detonan granadas antes de entrar a las habitaciones y avanzan cubriendo los espacios, mientras que en un cuarto se ve cómo detienen al menos a un hombre.

 «Yo no sé, señor» 

Una mujer tirada en un baño es interrogada a gritos por los uniformados sobre el paradero del capo. «Yo no sé, señor», responde una aterrada voz femenina.

También se escucha el momento en que uno de los militares cae herido. «Tranquilo chaparro», le dicen sus compañeros auxiliándolo mientras una voz de mando dirige firme la operación.

El operativo dejó cinco presuntos delincuentes muertos, el militar herido y seis detenidos.

En una de las habitaciones sobre la cama quedaron tres DVD de la «La reina del Sur», una serie que narra la historia de una famosa narcotraficante, protagonizada por Kate del Castillo.

Esta popular actriz mexicana es ahora señalada por haber servido de contacto para reunir al actor estadounidense Sean Penn y Guzmán.

Huellas de la intensa balacera y de los estallidos de granadas de humo quedaron en la sala principal de la casa. En ese espacio, dominado por la cocina parcialmente destruida, quedaron alimentos cocinados en estado de descomposición. Se había pedido comida para 13 personas el día antes del operativo.

El aire estaba enrarecido aún más por el olor de dos charcos de sangre seca, uno en la entrada y otro en la sala, y la rancia humedad proveniente de una habitación aledaña.

Fue justo en esa habitación donde Guzmán mandó cavar su última vía de escape.

Una cama matrimonial con sábanas y cobertores revueltos y el colchón casi en el suelo mezclado con algunas ropas masculinas quedaron en ese cuarto.

A un lado del baño privado de la habitación, está la zona del vestidor y la puerta de escape del narcotraficante.

El muro de espejo que ocultaba el túnel quedó con huellas de disparos y parcialmente destruido.

Y justo detrás, una decena de escalones metálicos conducen al pasadizo subterráneo construido por los expertos de Guzmán.

El túnel, de unos dos metros de alto por poco más de uno de ancho, está perfectamente iluminado y tiene paredes cubiertas de cemento. Un trabajo de ingeniería profesional.

El agua inunda el piso, y por momentos llega por encima de la cintura. Por ahí se observa una culebra muerta.

El pasadizo, que abarca unos 20 metros de largo, lleva al grueso tubo del sistema de drenaje pluvial de la ciudad, al que se accede por una escotilla metálica, que al abrirse, según las autoridades, conduce directamente al sistema de alcantarillas de la ciudad de Los Mochis.

Guzmán y su mano derecha, Orso Iván Gastelum, huyeron por esa puerta hacia el sistema de drenajes de la Ciudad tratando de evadir a los militares que los seguían.

Anduvieron cerca de un kilómetro buscando esconderse antes de verse obligados a salir a la superficie por una alcantarilla, robar un auto y lanzarse a la carretera, donde fueron interceptados por militares en el camino.

Lencería y maquillaje 

Sabedores de que Guzmán huye por túneles, los militares buscaron por toda la vivienda antes de hallar el real. Un gran refrigerador en la cocina fue bruscamente movido, sus puertas quedaron baleadas. Huevos, salchichas y queso desparramados. En el piso se observa un boquete. 

«Como sabemos que la forma de operar son los túneles, los militares lo movieron para ver si había uno. Quizá ahí querían cavar otro», comenta a la AFP bajo anonimato un oficial de la fiscalía general.

A un lado del maltrecho refrigerador se localizan las escaleras que conducen a la planta alta.

El segundo nivel consta de tres habitaciones con baño privado, una de ellas tiene dos camas individuales y se presume que pudo ser ocupada por alguna mujer ya que numerosos artículos femeninos, entre ellas lencería de encaje, maquillaje y una secadora para el cabello, quedaron desperdigados en el suelo.

En la parte central de la segunda planta un patio también luce impactos de bala. «Los pistoleros de Guzmán intentaron escapar por ahí», comenta el funcionario de la fiscalía.

Ropa recién lavada, como pantalones, camisas y bragas, sigue tendida al sol, indiferente a la batalla que ahí se libró tres días atrás.

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