Internacionales

El país europeo que también se africanizó

 Albania, que tuvo el régimen comunista más aislacionista y radical de todos los de Europa Oriental, asistirá a su primera Eurocopa de fútbol este año y exhibe una ligera recuperación económica después de tocar fondo como uno de los países más miserables del planeta en los años 90. Su historia reciente deja cinco lecciones para Venezuela

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Prácticamente la totalidad de las personas inteligentes y exitosas han abandonado el país”.
“Al salir a la calle se llevará la impresión de encontrarse en África Central”.
“Los comunistas aniquilaron el espíritu de nuestro pueblo”.
“No hay café. Tampoco hay agua. Para tomar agua, debes venir en la mañana” (el empleado de un hotel de provincia a un extranjero que llega para alojarse en la noche y pide algo de beber).
Las citas de arriba las encontré leyendo sobre la historia contemporánea de Albania y viendo una película clave: Lamerica (1994), del director italiano Gianni Amelio.
¿Qué es Albania? Un país que asistirá a su primera Eurocopa de fútbol este año, que está a apenas unos 70 kilómetros del tacón alto del anti-ortopédico mapa de Italia y que era citado en la película Wag the Dog (1997) como un lugar del que nadie sabía absolutamente nada, y que por lo tanto era ideal para simular una guerra ficticia y tapar un escándalo sexual en la Casa Blanca. En Albania predomina una versión bastante light del islamismo, porque fue un país conquistado por el imperio otomano, pero la Madre Teresa de Calcuta fue una albanesa étnica.
Una de las razones por las que casi nadie sabe nada de Albania es que tuvo un dictador que se encargó de borrarla del mapa. De todos los desaparecidos regímenes comunistas de Europa Oriental, el de Albania fue el más aislacionista, radical e invasivo de la vida privada de sus ciudadanos.
Enver Hoxha, alias el  “Camarada Supremo”, fue el protagonista de la versión albanesa del culto a la personalidad, y su nombre todavía está escrito en algunas montañas. Considerado una mezcla de tiranía otomana, paranoia maoísta y despotismo estalinista, la dictadura de Hoxha rompió relaciones hasta con la Unión Soviética en 1961 y con la China comunista en 1978. Convirtió a su país en el más pobre de Europa. En 1967 se autoproclamó como el primer Estado totalmente ateo del mundo. Sembró en sus habitantes un pánico visceral a una invasión de un país extranjero y pobló la geografía con más de 600.000 búnkeres “antinucleares” en forma de iglú que hoy son intervenidos para hacer arte urbano. Prohibió que sus ciudadanos llevaran barba, tuvieran automóvil propio o bautizaran a sus hijos con nombres de origen occidental o musulmán. Cantar una canción italiana podía ser considerado un delito de espionaje y traición a la patria. Cada texto escolar debía incluir citas de Hoxha.
La policía secreta o Sigurimi dispuso de un ejército de más de 120.000 informantes o “patriotas cooperantes” que captaban conversaciones telefónicas y vigilaban cualquier desvío en la población. “Si solo castigas a un individuo, este podría asumir el riesgo. Pero, si golpeas a toda su familia, la cosa es distinta. Así es como se aplicaba el terror en Albania”, relató el hijo de un disidente en el diario español El País. “Todos lloramos cuando murió Hoxha. Sí, teníamos que llorar, porque arrestaban al que no lloraba”. Cita de una abogada en un reportaje de National Geographic.
Aparentemente, Albania tiene poca o ninguna relación con Venezuela. Nosotros solo conocemos a Albany Lozada. Y sin embargo, la historia contemporánea de Albania deja al menos cinco lecciones importantes para el momento venezolano:
1- Sí: es cierto que los países no tocan fondo. Albania ya era el país más pobre de Europa cuando mandaba Hoxha, a pesar de que a sus habitantes se les hacía creer que eran los más prósperos del continente. Sin embargo, la crisis económica más apocalíptica vino después de la caída del comunismo, en los años 90. Este es el período que refleja esa obra maestra del director Gianni Amelio llamada Lamerica: un país en el que no hay pan para comer ni agua para ofrecer en los hoteles, y en el que miles de refugiados famélicos huyen despavoridos en barcos que se dirigen a Italia con gente colgada de los mástiles y las barandas. En ningún país que ha tenido una economía controlada durante un período prolongado ha sido sencilla la transición al libre mercado: la gente se acostumbra a la dádiva y la incompetencia.
2-A casi 25 años de la caída del comunismo, los socialistas siguen gravitando en la política de Albania. Incluso ganaron las más recientes elecciones parlamentarias de 2013, con 40% de los votos. Esto también es una lección para Venezuela: a pesar de que su discurso de reivindicación social es una patraña (la presunta redistribución de la renta petrolera fue pan para hoy y hambre para mañana), es probable que el PSUV siga teniendo presencia política por unos cuantos años y de manera cíclica. Resultados como los del 6-D para la oposición no son una carta en blanco, ni mucho menos, a pesar de que sugieran que el chavismo está electoralmente sepultado.
3-Es posible una cierta recuperación económica en un plazo relativamente breve. No, las cosas no están bien hoy en Albania, y probablemente en ninguna parte. “Estábamos mejor con el comunismo” es una frase que aparece de manera recurrente tanto en la película Lamerica como en la opinión de algún que otro ciudadano albanés en reportajes en la prensa internacional. Y sin embargo, Albania respira hoy ciertos aires de recuperación, luego de haber tocado el más hondo de los pozos sin fondo en los años 90, y a pesar de seguir siendo un país pobre para los estándares europeos (y además jugará la Eurocopa Francia 2016, que no ayuda poco). Ingresó a la OTAN en 2009 y está en lista de espera para entrar a la Unión Europea. Aunque parezca insólito, más de 20.000 italianos cubrieron la ruta inversa y emigraron a Albania en 2014 en busca de oportunidades económicas que ya no encuentran en su país.
4-Los albaneses encontraron un proyecto común. Esta es quizás la lección más dura para Venezuela: ¿qué proyecto en común pueden encontrar hoy el chavismo que se aferra al poder vía TSJ y la oposición que no termina de arrebatárselo con un parlamento amarrado? Paradójicamente, la guerra civil en la vecina Kosovo en 1998 y la expulsión de 900 mil albaneses étnicos por parte de las tropas serbias fue un nuevo golpe devastador para la economía de Albania, y sin embargo, la llegada en masa de refugiados tuvo un efecto de aglutinamiento social. También es llamativo que la coalición encabezada por la izquierda que tomó la mayoría en las elecciones legislativas de 2013 llevara el siguiente nombre: Alianza para una Albania Europea. Ni siquiera casi medio siglo de brutal aislamiento comunista borró un anhelo fundacional de los albaneses: se sienten pertenecientes a Europa y a Occidente. Y en eso sí se han puesto de acuerdo los partidos Socialista y Demócrata (la derecha, pues), los dos bandos aparentemente irreconciliables de la polarización de allá.
5-Dejad que las remesas vengan a mí. Solo 55% de los más de 7 millones de albaneses étnicos viven en Albania. El restante 45% está regado en Italia, Grecia, Estados Unidos y muchos otros países. ¿Le suena conocida la canción? Los gobernantes de Albania, sin embargo, no están en guerra contra los que se marcharon en búsqueda desesperada de una mejor calidad de vida, todo lo contrario. Las remesas de los emigrados componen hoy entre 10% y 15% del producto doméstico bruto del país, lo que convierte a Albania en uno de los líderes mundiales en este apartado. Y esta es una nueva muestra de la estupidez de la política cambiaria del chavismo.]]>

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