Colombia, ahora sí, está lista para la paz
Colombia celebra hoy su victoria más esperada: el fin de un conflicto sin fin, el término de una lucha de guerrillas que hace mucho tiempo dejó de tener cualquier justificación por más que se mantengan las asimetrías entre el país moderno y en desarrollo y el rural y todavía salvaje, por más que la desigualdad permanezca como una huella molesta en la sociedad colombiana. El acuerdo que firman hoy en La Habana representantes del Gobierno y las FARC establece el cese al fuego bilateral y definitivo, lo cual deja abierto el camino para que se cumpla la meta del presidente Juan Manuel Santos de sellar la paz el próximo 20 de julio, día de la Independencia de Colombia. Se percibe como la culminación de una travesía trágica de 50 años, en medio de los cuales se sucedieron situaciones de horror con pocos parangones en América Latina e incluso episodios que de no haber sido tan dolorosos habrían resultado rocambolescos. Es, en todo caso, un paso que permite replantear una pregunta que sin ningún grado de malicia ni prepotencia se han formulado los colombianos que por generaciones enteras se han tenido que acostumbrar a vivir acompañados por la violencia: ¿Cómo será Colombia en paz¿ Porque hay que decir que los colombianos se están imaginando la paz desde siempre y, de alguna manera, todos, consciente o inconscientemente, se han estado preparando para cuando llegue ese momento. Y es que, sencillamente, la violencia ha sido una suerte de novia trágica en la historia de Colombia. El cese al fuego que se firmó hoy marca el fin del conflicto con las FARC, la fuerza guerrillera más importante del país por su cantidad de militantes y su poder bélico en estos 50 años de insurgencia. Es la culminación de un enfrentamiento que comenzó a mediados de 1960, cuando bajo el influjo de la revolución cubana, de los enfrentamientos entre conservadores y liberales en los años 50 emergieron grupos que se sumaron a la subversión de izquierda. El surgimiento de las FARC como guerrilla rural, de tendencia marxista y con figuras como Manuel Marulanda, quien se hizo legendario con el apodo de “Tiro Fijo”, es la respuesta armada a la creación del Frente Nacional, un pacto entre conservadores y liberales para alternarse en el poder, luego de las luchas intestinas que sostuvieron en la década de los 50 y posterior a la dictadura de Rojas Pinilla.