Internacionales

Trump

Los pueblos no se equivocan hoy en día. Son sus gobernantes o los políticos los que no saben interpretarlos, e incluso, la victoria de Trump pone en evidencia el papel de los medios de comunicación, sus sesgos, su tendenciosidad, la cruda manipulación emocional con intencionalidad económica, pero sobre todo, evidencian el menosprecio a las mayorías.

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Estoy seguro que Bernie Sanders  hubiese cuando menos hecho un mejor desempeño que Hillary Clinton. Esto lo digo por el hecho de que estudios de opinión en plena campaña demócrata, cuando careaban candidato por candidato de sus primarias con Trump, el único que demostraba tener la capacidad de ganarle a Trump era Sanders, sin duda el mejor candidato, aunque partiendo del principio inicialmente planteado. Quizás a Sanders le faltó algo más de realismo político para ganarle a Hillary y “los pueblos no se equivocan”.

No me gustará Trump, pero sí debo reconocerle que logró una conexión con ese pueblo estadounidense que Hollywood no refleja porque no comprende ese pueblo profundo, invisibilizado, del que no se habla, pero se refleja en las urnas electorales, el que no responde a los intereses financieros de un sector que representaba Hillary, y que seguramente tampoco responde al sector que representa Trump, pero él no los involucró en eso, porque al final se basó en el constructor de frankensteins más tecnificada del mundo, el marketing político, herencia de la escuela de las ciencias políticas norteamericana.

Al final, desde mi perspectiva daba igual quien ganara en cuanto al curso de la historia de los gobiernos de los Estados Unidos de América, ya que seguirá siendo el mismo sistema, sólo que con un timonel irruptivo. Sin embargo, no dejó de sorprenderme cómo los pueblos, incluso el más alienado por los medios de comunicación puede resistir y reaccionar, demostrando que existen poderosos reflejos de rebeldía ante los fenómenos de control de masas inducidos por el poder económico en combinación con los intereses de los medios.

Trump no cambiará el sistema, lo profundizará, pero ha sido producto de una reacción del pueblo estadounidense en el marco del despertar de los indignados en el mundo, que andan enviando mensaje al sistema, y ha llegado al imperio. Lo que aún no existe es una conducción política que logre darle una verdadera interpretación a estos cambios, entre otras cosas porque los sistemas electorales en el mundo cada vez más son insuficientes para poder expresar lo que la gente realmente quiere: El Brexit, el 6D en Venezuela, el “No” en Colombia, y de seguro los próximos fenómenos electorales en el mundo deberán ser descifrados, antes de que la gente se agote de exigir que sean interpretados adecuadamente.

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