El activismo del otrora cadete, sobre todo en las redes sociales, se había convertido en un quebradero de cabeza para el Pentágono, que el pasado mes de septiembre decidió someterle a una investigación interna por «conducta inapropiada de un oficial» y finalmente, el pasado lunes, aceptó su renuncia.
La gota que colmó el vaso: Un mensaje divulgado a través de internet en el que instaba a sus lectores «a promover una revolución socialista y a menospreciar a los oficiales de alto rango» del Ejército, según ha explicado esta semana el diario The Hill.
Cuestionado por el asunto, el Departamento de Defensa ha evitado pronunciarse al respecto.
En sus redes sociales, Rapone también ha mostrado un guiño en apoyo a la revolución bolivariana. De hecho, el ministro de Cultura, Ernesto Villegas, ya es seguidor en su cuenta de Twitter.
En verano de 2011, cuando Rapone estaba destinado en Afganistán, comenzó a abrazar las ideas de izquierdas que acabarían convirtiéndole en la oveja negra de las Fuerzas Armadas de un país que aún pregunta por vínculos con el Partido Comunista a cualquiera que aspire a obtener un permiso de residencia.
«Tras tener que ser testigo de la destrucción sin sentido en Afganistán durante mi despliegue en la provincia de Khost, en el verano de 2011, supe que las guerras debían terminar», señaló Rapone en un comunicado que difundió esta semana en su cuenta de Twitter.
A juicio del ya exmilitar, lejos de ayudar a la población local, su presencia allí le hizo sentirse como «un abusón rodeado por el ejército mejor armado y más tecnológicamente avanzado de la historia».
«Cuando era un adolescente, creía que el Ejército estadounidense era una fuerza para el bien del mundo. Pensaba que me alistaba para luchar por la libertad y la democracia«, lamentó Rapone en su nota.
Sin embargo, no fue hasta años más tarde, ya de vuelta en su país, cuando un pequeño gesto encendió la mecha de su activismo en las redes sociales, donde utiliza el alias de @punkproletarian (Proletario Punk).
En verano de 2016, un Rapone «entusiasmado» vio al famoso «quarterback» del equipo de fútbol americano San Francisco 49ers Colin Kaepernick hincar la rodilla al sonar el himno nacional en protesta por la violencia racial que sufren algunas minorías en su país, un gesto «revelador» para un joven que tenía entonces 24 años.
A partir de ahí se inició la cruzada digital del cadete de West Point, que aprovechó el acto de graduación de la academia militar para expresar sus ideas.
A pesar de acudir al evento uniformado, dentro de su gorra de plato escondió una nota en la que expresaba su anhelo comunista. Pero eso no era todo, ya que debajo de su chaqueta abotonada vestía una camiseta roja con el rostro del revolucionario Che Guevara estampado en negro.
Lejos de conformarse con llevar a cabo su pequeño acto de rebelión de forma discreta, Rapone posó orgulloso con sus símbolos en un par de fotos que compartió a través de las redes sociales.
Su comportamiento desató una gran controversia y le valió una reprimenda por parte de las autoridades castrenses que consideraron que sus acciones «de ninguna manera reflejaban los valores de una academia militar o del Ejército de Estados Unidos«, según recogió la prensa.
El joven idealista acabó incorporándose a la Décima División de Montaña, donde finalmente llegó a la conclusión de que no podía continuar así.
«No puedo seguir formando parte de esto. No puedo matar o morir por el Ejército, nadie debería», alegó Rapone.
Pidió entonces la renuncia al cargo de oficial, pero fue rechazada. La comandancia le exigió que o solicitaba la licencia o se le sometería a una junta de evaluación.
«Antes que someterme a la payasada que en el mejor de los casos supone este tipo de juicio espectáculo, hice entrega de mi renuncia incondicional», detalló.
Al abandonar el cuartel, eso sí, dedicó un último saludo -nada castrense- a las Fuerzas Armadas: con el puño cerrado y el dedo corazón extendido. Y, por supuesto, colgó una foto del gesto en las redes sociales.