Opinión

Más que resilientes

Ricardo Adrianza nos revela el concepto de longanimidad, que es más que ser resilientes. Es la estrecha relación entre la perseverancia y constancia de ánimo frente a los obstáculos y las adversidades

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El año 2017 fue particularmente duro para el país, y para la gran mayoría de los venezolanos. Masivas protestas diarias, dejaron en evidencia un gobierno implacable en la forma de disiparlas, lo que arrojó un saldo de más de un centenar de jóvenes muertos y miles de heridos. Una etapa de nuestra historia reciente que mostró el rostro más represivo de un gobierno sin ánimos de cambios. En Mazars –firma de auditoría en la que soy uno de sus socios–, los efectos derivados de esta crisis no fueron la excepción.

De esos momentos recuerdo con particular desazón el estado anímico de nuestros jóvenes colaboradores. Era dramático ver a diario sus rostros iracundos y advertir que la situación económica y social del país dejaba evidencia física en muchos de ellos.

No fue fácil para nosotros, los socios de la organización, ver la afectación de nuestros jóvenes profesionales y mirar de reojo a un país que se caía a pedazos. No obstante –en medio de las protestas y dificultades– nos vestimos de coraje para dar respuesta a las necesidades de nuestros colaboradores y clientes, y lo más importante: cumplir con el llamado de un país que se hundía en la desidia, sin retorno, de la misma forma como veíamos que se hundía la esperanza de nuestros jóvenes por procurarse un mejor futuro.

Aun así, fue particularmente especial ver a un equipo integrado y consolidado para cumplir con los compromisos de entrega de informes a nuestros clientes. Mañanas y noches productivas de trabajo, se combinaban con tardes de protestas acompañadas de gases, corridas y lágrimas. Una actividad que se repetía a diario y que duró al menos unos tres meses. El resultado para la organización fue alentador – no así para el país – pues cumplimos con la entrega oportuna de nuestros trabajos.

Con esa entrega y la de millones de venezolanos, comenzamos a escuchar en todos los rincones del país la palabra: resiliencia. Un vocablo, cuyo significado – adaptado al mundo de las ciencias sociales, concretamente al ámbito de la psicología-, es la capacidad para recuperarse de una adversidad y superar situaciones de dolor.

Y sí, éramos resilientes, pero siempre pensamos que éramos más que eso. Además, debo confesar que esa palabra nos sonaba a resignación y era utilizada de forma indiscriminada. Eso, a decir verdad, nos chocaba un poco.

Pasó el tiempo y a propósito de nuestro vigésimo aniversario, recibimos innumerables muestras de cariño de colegas, clientes, amigos y socios de la red internacional Mazars. Precisamente fue uno de esos mensajes, el que dio al traste con la palabra resiliencia en nuestro alfabeto particular y le dio entrada a la palabra longanimidad.

Seguramente para muchos de ustedes esa palabra es una novedad. Para nosotros lo fue en su momento, pero describe exactamente lo que somos y hemos sido, particularmente, por lo que nos ha tocado vivir en los últimos cuatro años.

Longanimidad es la estrecha relación entre la perseverancia y constancia de ánimo frente a los obstáculos y las adversidades. Es la resiliencia sostenida en el tiempo, por lo tanto, es mucho más que este concepto. En otras palabras, es la fuerza de ánimo para superar reiteradamente situaciones de adversidad. Y eso somos: ¡longánimos!

La longanimidad también se refiere a la benignidad, la clemencia y la generosidad. Y estas palabras le agregan un condimento muy especial a su significado y se relacionan con la voluntad de amar, compartir y empatizar. En la firma que represento, esos valores son el sello que nos define y que nos ha permitido abonar un capital emocional difícil de corromper.

Longanimidad para nosotros –y seguramente para muchas empresas en este país– es el pan de cada día y constituye la esencia de toda nuestra comunidad: socios y empleados. Así, vemos las constantes iniciativas para apoyar al más necesitado, enarbolando la bandera de la generosidad y magnanimidad a pesar de las dificultades diarias que nos presenta un país herido de muerte en todas sus instituciones.

Quizás leas este escrito y pueda parecerte poco humilde. Debo decirte que en modo alguno es lo que persigo. Si, resaltar la majestuosidad de un concepto que exalta los valores que nos empeñamos en difundir en cada rincón de nuestra organización, y que estamos seguros se multiplica en cada una de las familias que forman parte de nuestro círculo de influencia.

Ser longánimos no debe ser una palabra usada como una moda o promoción, como la han utilizado algunos improvisados consultores. Ser longánimos debe ser una constante en nuestra actitud y una virtud sine qua non en nuestra prédica diaria por el rescate de la ética y los valores en un país arrasado por la ausencia de estos y entregado a aquellos personajes que pretenden influir a través de la palabra, pero no a través de sus acciones.

Mazars es sinónimo de longanimidad, como lo son un universo importante de empresas que se empeñan en fomentar mejores sociedades. Una filosofía que debe ser adoptada por todos aquellos que aspiramos construir un país que dé cabida a un mejor futuro a nuestros jóvenes y cierre las heridas de una sociedad azotada por los antivalores.

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