Medio Ambiente

La venta de perros nevados en el Páramo: un problema que requiere respuesta inmediata

La venta de perros domésticos (Canis lupus familiaris) en las vías del páramo andino y altiandino merideño es la causa de algunos de los principales problemas que hoy presentan esos ecosistemas venezolanos. Es un asunto grave que debe ser atendido de inmediato

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Vas por la carretera Trasandina, entre Chachopo y Apartaderos, entonando los pocos fragmentos que te sabes del famoso verso de Andrés Eloy Blanco en el que se describen los andares y desandares de la loca Luz Caraballo. A tu derecha ves la vertiente norte del Parque Nacional Sierra de La Culata, y piensas en los misterios locales que envuelven a sus valles glaciares en un manto de mitos costumbristas y anécdotas baquianas. A tu izquierda se eleva una mole orográfica adornada por varios estratos de frailejones y nubes atrevidas que se echan en su vera; se baja del podio Andrés Eloy Blanco y le da paso a un Tulio Febres Cordero que, con sus cinco águilas blancas, te anuncia y presenta al Parque Nacional Sierra Nevada. Estás en el techo de Venezuela y quieres parar en el tarantín de ocasión para edulcorar el momento con un calentao.

Pero a lo lejos ves algo que te descoloca, y los niños –que van en el puesto de atrás con los ojos clavados en sus tablets y ajenos al paisaje– interrumpen la partida de Plants Vs. Zombies para pedirte que bajes la velocidad y poder ver bien. Entonces, se acerca al carro ese hombre que vende algo con tanta premura. Intentas descubrir de qué se trata el racimo de fruta que se pasea de una mano a la otra, dejándolo suspendido en el aire por pequeños fragmentos de segundo y por el que te pide $17. Pero antes de que sueltes un reclamo indignado por el precio exorbitante, una maraña de pelo y tierra seca que acompañan a un tímido chillido te hacen saber que aquello no es fruta kileada ni el hombre un vendedor orillero de carretera venezolana. Se trata de un perro mestizo del páramo merideño, apenas destetado, ofrecido como perro Mucuchíes de auténtico linaje y pureza endémica, vendido por un criador local que puso a parir a dos perras mestizas tres veces por año en el patio de su casa en Escagüey e hizo de eso su “emprendimiento”.

Las dos perras que (sobre)viven en el patio frío y húmedo de aquel tipo no tienen nombre. Al principio eran tres perras, pero una de ellas se enfermó y las últimas dos camadas las perdió completas en pleno parto, por lo que el hombre decidió que no era rentable seguir alimentando a un ejemplar que ya no producía nada, y resolvió dejarla abandonada en la carretera entre Timotes y Valera, total, por esa zona hay más perros y le sería fácil encontrar compañía.

Al principio eran tres perras, pero una de ellas se enfermó y las últimas dos camadas las perdió completas en pleno parto, por lo que el hombre decidió que no era rentable seguir alimentando a un ejemplar que ya no producía nada

Sigues de largo, ignorando a ese hombre peculiar, sin embargo te acompaña la imagen del cachorro con los ojos apenas abiertos, siendo peloteado de una mano a otra, sin entender por qué está ahí y probablemente con un cuadro de desnutrición avanzado comiéndole el organismo. Esa misma imagen se repetiría, por lo menos, cuatro veces más en el recorrido hasta llegar al pico El Águila, donde paraste a almorzar. Allí el cuadro es otro: varios perros mestizos adultos –famélicos en su mayoría– esperan sentados en las afueras de un restaurante, expectantes de alguna sobra de comida o algo más, pues nunca se sabe cuándo te adopta un extraño con buenas intenciones.

Cachorro mestizo de Mucuchíes (4 meses de edad) encontrado deambulando en el pico El Águila. Fotografía: Las primeras fotos son de Viviana Villarreal

Dejas tu plato casi entero y decides amontonarlo en un rincón para el disfrute de una perrita que está cerca con sus dos cachorros. Sales de ahí incómodo, con la desazón de que la imagen que te estás llevando de Mérida es muy distinta a la que esperabas. Todo por un hecho aislado que no entiendes y que desconocías, pero que se arraigó en tu mente; como si hubiera algo más allá de la tristeza en la mirada de aquel cachorro manoseado y de esos perros hambrientos. Y lo hay.

Así afecta al medio ambiente

Con el pasar del tiempo, la acción humana se ha tornado cada vez más invasiva ante el espacio geográfico de las principales sierras andinas venezolanas, pero este hecho no puede limitarse únicamente a la deforestación, al avance de la frontera agrícola y de la mancha urbana o a la destrucción de humedales y lagunas, pues hay afectaciones de mayor complejidad en cuanto a su origen. La venta de perros domésticos (Canis lupus familiaris) en las vías del páramo andino y altiandino merideño es la causa de algunos de los principales problemas que hoy presentan esos ecosistemas venezolanos.

En los valles y abanicos aluviales de las sierras Nevada y La Culata se emplazan centros poblados que buscan la margen de los ríos como fuente de abastecimiento hídrico para el consumo y el cultivo. En esos centros poblados conviven, junto a las personas, animales domésticos que suelen estar bajo resguardo o vigilancia, pero que en muchos casos deambulan sin supervisión ante la ausencia de dueño. El perro doméstico es uno de ellos, y el aumento de la población canina en estos lugares se ve exacerbado por la reproducción desmedida de la especie con fines comerciales.

Cachorros mestizos en un criadero clandestino en Chachopo. Fotografía: Las primeras fotos son de Viviana Villarreal

Detrás de la venta masiva de perros domésticos (sean de raza pura o mestizos) en las áreas de influencia del páramo merideño, existen criaderos clandestinos en los que es común el abandono de perras viejas y enfermas que ya no pueden seguir produciendo cachorros para la venta. Cuando las hembras ya no le son útiles, es usual que los criadores las abandonen en las principales vías aledañas a las sierras Nevada y La Culata, y es allí cuando empieza una cadena de vicios naturales que deriva en decenas de perros al año ocupando ecosistemas frágiles de forma espontánea y convirtiéndose en especies invasoras que atentan contra el equilibrio ecológico de otras especies nativas.

Cuando las hembras ya no le son útiles, es usual que los criadores las abandonen en las principales vías aledañas a las sierras Nevada y La Culata, y es allí cuando empieza una cadena de vicios naturales que deriva en decenas de perros al año ocupando ecosistemas frágiles

Tanto la Sierra Nevada como la Sierra de La Culata representan gran riqueza ecosistémica para Venezuela. Ambas sierras pertenecen al sistema continental e ininterrumpido de elevaciones montañosas que se extiende desde la Tierra del Fuego, en Argentina, hasta Perijá, en Venezuela, y que es conocido como Los Andes, por lo que muchos de sus espacios se pueden tornar inaccesibles debido a la gran altitud y a una geomorfología accidentada y abundante en pendientes pronunciadas. Esa inaccesibilidad propicia las condiciones idóneas para la existencia de nichos ecológicos prístinos con alto grado de endemismo, es decir, ambientes naturales donde habitan especies cuya presencia es irrepetible en cualquier otro lugar del planeta y que robustecen la biodiversidad de esta región al tiempo que enriquecen la escenografía paisajística local. El carácter endémico de estos ecosistemas los convierte en áreas vírgenes que están sujetas a una gran fragilidad ambiental, por lo que la intervención de agentes externos ajenos al equilibrio natural de estos espacios representa una amenaza multifactorial.

La irrupción de jaurías de perros asilvestradas dentro de las áreas naturales más frágiles de los parques nacionales Sierra Nevada y Sierra de La Culata ha mermado la presencia de controladores biológicos como el cóndor andino (Vultur gryphus), o desplaza por competencia a especies paragua como el oso frontino (Tremarctos ornatus) y el puma (Puma concolor).

Huella de perro asilvestrado dentro de un humedal en el páramo altiandino del Parque Nacional Sierra de La Culata. Fotografía: Paola De Jongh

El Libro Rojo de la Fauna Venezolana ubica al cóndor de los Andes dentro de la categoría “Peligro Crítico” en lo que respecta a su presencia en el espacio geográfico venezolano, y la cacería no es el único ni el más determinante de los factores que definen ese hecho. La presencia de perros asilvestrados en el hábitat de esta especie ha provocado que el cóndor perciba a la región andina venezolana como un corredor de paso eventual y no como zona habitable; la causa de ello es la poca disponibilidad de carroña de la que el cóndor puede disponer debido a que los perros, además de cazadores, también desarrollan habilidades rapaces.

Un reportaje de Mongabay reseña que ha habido episodios de envenenamiento de cóndores andinos que responden a la presencia de perros asilvestrados en el ecosistema. Cuando un ganadero envenena cruelmente a un perro salvaje que ha matado o herido a algún ejemplar de su unidad de producción, el perro muere en un ambiente donde el cóndor puede consumir sus restos, entonces el ave también entra en esa cadena de envenenamiento y eso contribuye a su decrecimiento poblacional e interrumpe los procesos naturales del cóndor como controlador biológico, provocando el aumento de roedores que transmiten enfermedades y de materias orgánicas en descomposición dentro del ecosistema.

Víctimas del envenenamiento masivo de perros y gatos en Timotes, en el año 2017. Más de 35 perros asesinados. Fotografía: Las primeras fotos son de Viviana Villarreal

Cuando un ganadero envenena cruelmente a un perro salvaje que ha matado o herido a algún ejemplar de su unidad de producción, el perro muere en un ambiente donde el cóndor puede consumir sus restos, entonces el ave también entra en esa cadena de envenenamiento

Otras especies nativas también se ven afectadas por esta realidad. Los perros asilvestrados desarrollan técnicas muy efectivas de cacería de herbívoros de talla mediana, algunos de ellos amenazados –como el venado de páramo (Odocoileus lasiotis)–, y se convierten en competidores para el oso andino y el puma, provocando que éstos se movilicen a espacios distintos a su hábitat natural en busca de alimento y se expongan al contacto con seres humanos que puedan cazarlos.

Los perros asilvestrados también pueden ser portadores de enfermedades como el parvovirus, el moquillo o la rabia, ante la ausencia de vacunas, así como de endo y ectoparásitos, y eso también los convierte en una amenaza para los ecosistemas sanos cuando entran en contacto con otras especies de fauna silvestre y con espacios frágiles como los humedales y nacientes de agua, las alfombras de musgos y las coberturas de líquenes.

Así afecta a la sociedad

Venezuela atraviesa una coyuntura histórica que los especialistas en ciencias sociales han clasificado como “crisis humanitaria compleja”. Dicha coyuntura se manifiesta de diferentes formas, ora con los miles de desplazados que se adentran en el Darién, ora con los agricultores que pierden sus cosechas por la falta de combustible. Ante un panorama que reúne realidades como las mencionadas, el sufrimiento de unos cuantos perros en las montañas andinas no parece gozar de trascendencia. El problema es que, tal y como ocurre con un ecosistema, la sociedad no se ve afectada si alguien se detiene a comprar un perro en la Trasandina, sino con las implicaciones indirectas a ese hecho concreto.

Diariamente las fundaciones proteccionistas y los rescatistas independientes de Mérida atienden casos de abandono y maltrato animal en toda la región andina, y muchos de esos casos tienen asidero en el páramo. La fundación Atención al Maltrato Animal (AMA Mérida) da fe de ello.

“Hemos visto con mucho dolor como en el páramo los perros son tratados como objetos inanimados. Tratan mejor a un costal de ajos que a un perro de la calle. El nivel de abandono es lamentable. Es bastante usual verlos deambulando por la carretera, expuestos a cualquier peligro y eso es una muestra de nuestro fracaso como sociedad”, señala Milheny Marquina, representante de la organización.

Perrito amarrado en el patio de una casa en Apartaderos. Fue encontrado sediento y con un alto grado de desnutrición. Fotografía: Las primeras fotos son de Viviana Villarreal

El perro doméstico es la mascota por excelencia de los seres humanos y una compañía inigualable para muchas personas, pero también puede llegar a ser sometido a tratos indignos. Hace seis años en la ciudad de Timotes, municipio Miranda del estado Mérida, ocurrió un episodio indigesto: alrededor de cuarenta perros fueron envenenados.

“Hemos visto con mucho dolor como en el páramo los perros son tratados como objetos inanimados. Tratan mejor a un costal de ajos que a un perro de la calle»

Milheny Marquina, de fundación Atención al Maltrato Animal (AMA Mérida)

Sobre ese hecho, Marquina señala: “En esa oportunidad nos unimos todas las fundaciones proteccionistas y los rescatistas independientes de la región en una sola voz para denunciar, reclamar y actuar ante tal atrocidad. En el páramo merideño es normal ver perros amarrados junto a su ‘hogar’ mientras están expuestos a la intemperie, perros confinados a espacios mínimos donde apenas pueden moverse y perros muriendo de inanición, pero aquel episodio fue absurdo y patético”.

Las implicaciones sociales que derivan del maltrato y abandono animal calan hondo en una sociedad. El episodio de Timotes fue ninguneado, al punto que volvió a repetirse dos años más tarde, entonces se puede hablar de patrones de deformación social y una desnaturalización que normaliza el irrespeto a la vida.

“Hemos tratado casos de abandono de cachorros que han sido comprados en el páramo bajo el falso estándar de ‘perro Mucuchíes’. Cuando el perro crece y se evidencia su mestizaje, es abandonado como un mueble viejo”, comentan en AMA Mérida, para quienes esta conducta es inaceptable, pues son las generaciones más jóvenes las que perciben como aceptable el maltratar y abandonar a su suerte a una mascota indefensa y vulnerable.

¿Cuál es la alternativa?

Las sierras Nevada y La Culata son espacios gestionados como Área Bajo Régimen de Administración Especial (ABRAE), bajo la figura de Parque Nacional, pues los procesos naturales que estos espacios albergan ameritan medidas y lineamientos de manejo que garanticen la integridad ambiental.

En Venezuela existen más de 200 espacios normados bajo la figura ABRAE, y la categoría Parque Nacional entra en un renglón denominado “Área con fines estrictamente de protección, educación, investigación y recreación”. Esto supone que en ellos se limitan y regulan ciertos usos y actividades en función de parámetros ecológicos como la fragilidad ambiental o el grado de endemismo; para ello, cada parque nacional cuenta con un Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso (PORU), que se entiende como las reglas del juego que hay que seguir para moverse dentro del parque y hacer uso de éste.

Perro mestizo de Mucuchíes adulto deambulando por la Trasandina. Se acerca a las personas que le ofrecen comida. Fotografía: Las primeras fotos son de Viviana Villarreal

Los PORU de los parques nacionales Sierra Nevada y Sierra de La Culata amalgaman una serie de restricciones que buscan proteger el paisajismo y la biodiversidad en los espacios que conforman a ambos parques, y esto es posible mediante la guardería ambiental que deberían ofrecer las instancias del Estado abocadas a ello. El organismo institucional encargado de la administración y gestión de los parques nacionales y los monumentos naturales en Venezuela es el Instituto Nacional de Parques (INPARQUES), y es a través de su cuerpo de guardaparques y bomberos forestales que la institución debería dar cobertura operativa a ambas ABRAE.

Dicho todo esto, las instancias públicas que administran, protegen y mantienen las ABRAE deben considerar como hecho fehaciente de afectación ecológica la venta de perros domésticos en sus predios y actualizar sus PORU a fin de incluir restricciones y penalizaciones rigurosas y ejemplarizantes para quien desarrolle esas prácticas.

También es menester robustecer el castigo para quienes cometan actos infames de maltrato y abandono animal, pues el marco legal actual es débil y endeble ante hechos que pueden ser el preludio de crímenes mayores.

Asimismo, debe librarse una lucha masiva que aborde y considere todas las aristas subyacentes a la venta de perros domésticos en el páramo andino. Esa lucha convoca prácticas de educación ambiental en las escuelas y comunidades, jornadas de vacunación y esterilización y promover la adopción en lugar de la compra. Es esa, pues, una oportunidad auténtica de participación ciudadana y de reconstrucción de tejido social.

Por: Reybert Carrillo
Geógrafo
Twitter: @Lugarizacion
Instagram: @reyjc_

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