Migración

Londres cambió: ahora César Pino puede pedir un pabellón por delivery

César llegó a Londres hace ya 22 años. Su interés por aprender inglés lo llevó al viejo continente, donde decidió quedarse mucho antes de que el éxodo venezolano fuera una realidad. Esta es su experiencia de vida

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El venezolano César Pino, oriundo de Valencia (estado Carabobo), es otra cara del fenómeno migratorio de Venezuela. Se fue a Londres en 2000 y 22 años después, cuando conversamos para Radio Migrante, no sólo se identifica orgullosamente como venezolano sino que tiene la venezolanidad presente en diversas manifestaciones de su vida, incluso la acción solidaria.

Hablé con César a inicios de mayo de este año. Entonces la primavera predominaba en Londres, sin embargo al preguntarle a él, qué cosa era lo que más extrañaba, además de su familia con la que suele estar en contacto cotidiano, me dijo sin pensarlo dos veces que lo que más extraña es el clima.

“No sabes la importancia de ese cielo azul, esclarecido, sin nubarrones, con rayos de sol”, sintetiza este valenciano, quien antes de migrar fue auditor de sistemas y operaciones en nuestro país.

La nueva vida de Pino en el viejo continente comenzó con el siglo XXI. Cuando muy pocos venezolanos planeaban migrar,, él se fue con el plan de estudiar inglés y después decidió quedarse. Al llegar a Inglaterra trabajó limpiando en cafeterías. Su historia refleja su perseverancia y su resiliencia, un aspecto que resalta cuando me explica qué deben tener presente los venezolanos que se apresten a emigrar.

“Lo más difícil de enfrentar es separarte de tu familia, de tus afectos y adaptar tu mentalidad a una nueva forma de vivir. Es importante ser resiliente”, dice. Para César el migrante al llegar a un país distinto al suyo “debe dar lo mejor de sí mismo”.

A su juicio, resulta clave el refrán popular “al lugar que fueres haz lo que vieres”. Tener presente “ese dicho me ha ayudado mucho”, insiste. La adaptación es para César es un proceso continuo y amplio: “Hay que adaptarse a la cultura, al clima, a las comidas, a la forma de ser de las personas en el país, incluso hay que adaptarse a la forma de dirigirse a la gente”.

Cuando llegó a Londres en el 2000, las cosas eran muy diferentes. La presencia de migrantes venezolanos era escasa. En la actualidad estima que alrededor de 30 mil venezolanos deben vivir en esta metrópoli de casi 9 millones de habitantes.

“Cuando llegué tuve la suerte de encontrar a un grupo de venezolanos, conformamos una pequeña red para apoyarnos mutuamente”, resume aquella primera etapa.

Me cuenta Pino que mientras trabajaba en una cafetería, en labores de limpieza, el dueño se enteró de que él había trabajado en Venezuela como auditor, paso siguiente le pidió asesoría y con la ayuda de este venezolano, el empresario abrió 17 cafeterías más en Londres.

En Londres, según su experiencia de vida como migrante venezolano, cambiaron mucho las cosas: “ahora se ven tiendas especializadas en arepas, ahora hay entregas de pabellón directamente en tu apartamento”.

El icónico pabellón criollo tiene un valor no sólo alimenticio sino también emocional para César Pino. Me confiesa: “cuando estoy triste, cuanto estoy down, lo que me rescata a mí es el pabellón” y remata: “y una arepita con queso”.

En nuestra conversación queda claro que pese a la distancia geográfica y los años transcurridos, César es un orgulloso venezolano. Con otros compatriotas participa de actividades benéficas para recoger fondos que son enviados a hospitales venezolanos, asimismo él apoya a sus familiares en Venezuela.

Su vivencia como migrante en Londres ha sido muy positiva: “No tengo sino palabras de agradecimiento para los británicos, son muy abiertos; Londres es multicultural, abierta a todas las ciudadanías del mundo”.

Y ¿Venezuela?, le pregunto, “Yo llevo a Venezuela en mi corazón” es su respuesta rápida y emotiva.

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