Migración

Valentina Claverie encontró calma y estabilidad en Luxemburgo

En sus planes estaba hacer una maestría en España y regresar, pero la realidad del país empujó a Valentina Claverie a tomar otra decisión

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valentina claverie

Cuando agendamos la entrevista con Valentina Claverie me percaté de que prácticamente nada sabía de Luxemburgo. Luego recordé un dato que no me fue de mucha ayuda al momento de entrevistarla para Radio Migrante: en junio pasado, ya había visto la primera temporada de la serie luxemburguesa “Capitani”, a través de Netflix.

Venezolana -nacida en Mérida- con ciudadanía española, y por tanto con acceso a los países de la Unión Europea, Valentina consideró ir a España o Italia. Finalmente optó por Luxemburgo, pero con el plan de ir allí por un año, trabajar duro y ahorrar dinero. Aquello fue hace cinco años y ella sigue en el Gran Ducado de Luxemburgo.

Luxemburgo, con sus casi 640 mil habitantes, es un pequeño país que tiene fronteras con Bélgica, Francia y Alemania. Según la información que recabé buscando en Internet suele tener inviernos fríos y veranos no calurosos y lluviosos. El tema del clima fue un asunto crucial cuando conversé con Valentina Claverie.

Cuando narra las razones que le hicieron tomar la decisión de emigrar, nos comenta una suerte de recuento de sucesos que le fueron empujando a lo que no había planeado, emigrar.

“En 2017 a mi papá lo secuestran en Venezuela, prácticamente toda mi familia paterna ya no estaba en Venezuela, a eso se le sumó la crisis económica. Era el momento de partir. Nunca imaginé que partiría, siempre pensaba que iría a España a estudiar, hacer mi maestría y volver a Venezuela”, así resume ella lo que fue una decisión de vida.

valentina claverie

¿Y qué fue a buscar en Luxemburgo? Ella dice que “quería un país que me diera calma, que me diera estabilidad y que me ayudara a encontrar esa estabilidad”. Cansada de la incertidumbre venezolana se paseó por la posibilidad de irse a España o a Italia, pero tal vez tampoco allí encontraría tanta estabilidad o tranquilidad.

Un tío materno había emigrado a Luxemburgo mucho tiempo atrás, por lo que este nombre exótico para el oído de la gran mayoría de venezolanos era una referencia que estaba presente en su niñez. Sus ganas de viajar y la ubicación que para ello tiene Luxemburgo terminaron por empujarla a tomar la decisión: «Lo que más me llamaba la atención es que en poco tiempo podía viajar a Francia, o bien podía ir a Bruselas que es una de mis ciudades favoritas».

Aunque, como hemos dicho, su plan inicial era solamente por un año, después de un lustro viviendo en suelo luxemburgués Valentina Claverie no oculta su amor por ese país: “Estoy enamorada de Luxemburgo”.

Compuesto por una proporción de 30-70, en la cual la minoría son los luxemburgueses y la mayoría migrantes, con predominio de trabajadores que provienen de otros países de la UE, Valentina comenta que las políticas de migración se están haciendo un poco más asequibles en este territorio bastante estricto. Ella tenía entre sus planes empezar a estudiar luxemburgués, que es una condición para hacerse ciudadano después de cinco años y de dominar los otros dos idiomas oficiales: francés y alemán.

Nuestra entrevistada habla ya 4 idiomas y le sumará esta quinta lengua: “Yo para trabajar como periodista debo manejar los tres idiomas oficiales del país más el inglés”.

“A mí me encantan los idiomas, para una persona que ame los idiomas este país va a tener todas las oportunidades abiertas. Si el idioma no es tu fuerte, entonces no es tan buen lugar para emigrar”, sintetiza esta comunicadora merideña.

Cuando le pregunto a Valentina qué es lo más difícil que le ha tocado enfrentar en estos año, desde que dejó de vivir en Venezuela, de inmediato me responde: El clima. Acto seguido lo explica: “Llegué a fines de setiembre de 2017, vivía en Caracas, el cambio me pegó muchísimo, además de que no tenía la vestimenta adecuada, fue un invierno más frío que lo habitual, ese año las temperaturas descendieron hasta -20 grados”.

Los dos siguientes inviernos, aunque ya tenía ropa más adecuada, igual le pegaron, como me contó. Luego, sonríe, el cuerpo ya como que se acostumbró.

A lo que no termina de adaptarse es que cuando el frío invernal se va en Luxemburgo el verano no es propiamente caluroso. “Decir calor, pero qué calor eso sucede solamente durante dos semanas”. Los días grises y lluviosos son parte de la vida cotidiana y “el sol lo disfrutamos unos tres meses”. A eso no termina de adaptarse.

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