La crisis de la oposición vista desde la alfombra roja de la AN

Los aires que recorrieron las afueras la Asamblea Nacional fueron muy distintos a los que se respiraron hace exactamente un año en el mismo lugar. Atrás quedaron los ‘selfies’, los abrazos, los liqui liquis de colores, las damas encopetadas con vestidos blancos y los besos que se daban entre sí los diputados de la oposición, todavía embriagados de la victoria electoral de las legislativas de diciembre de 2015, jurando por dar un giro definitivo en Venezuela para 2016.

El ambiente de este año no era de euforia pero tampoco de luto. Un ‘display’ que colocaba merengues caraqueños y otras melodías criollas tocadas por la banda marcial de Miranda recibían a los asistentes. Una alfombra roja que se desplegó a último minuto fue lo que terminó explicando este evento, en el que la política y el espectáculo se confundieron una vez más en Venezuela.

Pero hubo otros aspectos a destacar en el acto por el nuevo año legislativo. La Unidad quiere hacer honor a su nombre a pesar de la enorme crisis interna que arrastra tras no lograr el referendo revocatorio y al fracasar en el diálogo con el Gobierno. Las ausencias de algunos dirigentes políticos y el divorcio con el resto de los poderes públicos reflejaron este jueves los retos que le depara a la «era Borges» en la Asamblea Nacional.

Las diferencias en la Unidad se asumían indirectamente en los discursos de los políticos que se aprestaban a ir al hemiciclo. Todos prometieron cambios, que no sólo estaban dirigidos hacia el chavismo sino para la misma oposición. Julio Borges fue el primero en aparecer en escena con unas declaraciones tan previsibles, tan políticamente correctas y tan comedidas que los periodistas ya extrañaban a Henry Ramos Allup.

En la misma línea aunque un poco más críticos se mostraron los jóvenes, Freddy Guevara (primer vicepresidente) o Stalin González (jefe de la bancada opositora). Ambos aseguraron cambios en la estrategia política, aunque sin mostrar una hoja de ruta y evitando a toda costa la palabra revocatorio, esa que hace un año afloraba con suma facilidad en sus labios. Carlos Ocariz, el representante de la oposición en el diálogo, también avizoró la estrategia tras ser sepultado el revocatorio por unas decisiones judiciales.

Un avezado parlamentario llanero y miembro de un partido tradicional que prefirió hablar desde el anonimato explicó lo que vive la oposición. Un trance que cuesta ser reconocido por muchos en la MUD. «Y es que sí hay crisis ¿cómo negarla? Pero te digo algo: hay que mantenerse unidos. En un matrimonio siempre hay crisis y vivimos una. Pero eso no significa que vamos al divorcio», expresó.

Pero Lilian Tintori, mostró una carta de puño y letra escrita por su esposo Leopoldo López desde la cárcel. Allí se explica que hay (otra) ‘salida’. Enfundada en una inmaculada blusa blanca, Tintori se dedicó a explicar junto a los familiares de otros presos políticos como Antonio Ledezma o Daniel Ceballos, la necesidad de «ampliar y no renovar» la Mesa de la Unidad, liberar en definitiva a los presos de conciencia y retomar la calle con asambleas ciudadanas. Sus palabras hacia Renzo Pietro, el diputado encarcelado en la sede de la policía política, fueron apoyadas por los políticos de la bancada naranja.

La crisis que atraviesa la oposición venezolana se puede explicar por la ausencia y la presencia de personajes dentro de su ‘star system’. Fueron notorias las inasistencias del secretario ejecutivo de la MUD, Jesús ‘Chúo’ Torrealba o de la jefa nacional de Vente Venezuela, María Corina Machado. También brilló por su ausencia la elegantísima «primera dama» de la Asamblea Nacional, Diana D’ Agostino. Un protagonista no fue un parlamentario, sino un gobernador. El mandatario de Miranda, Henrique Capriles, arrancó aplausos y el interés de los periodistas con sus declaraciones contra el nuevo tren ejecutivo de Nicolás Maduro.

El diputado José Manuel Olivares también llamó la atención de los periodistas. No porque cargaba muletas por una operación en un tendón de Aquiles. Su esperado lanzamiento a la gobernación de Vargas en los comicios regionales de junio, hacen ver que su futuro -y el de otros de sus colegas del oficialismo y la oposición- no estará en el Parlamento.

También hubo invitados no esperados al evento. Miembros del sindicato chavista de trabajadores de la Asamblea Nacional violaron (¿?) el cordón de seguridad para llegar a las puertas del Palacio Legislativo y lanzar consignas con la anterior directiva del Parlamento. La culparon de la falta de dinero para pagar su bono navideño, y de recursos para dotar de comida a la guardería de la institución. Quizás, Ramos Allup nunca les explicó que la crisis financiera de la AN obedece a que el Ejecutivo retiene el dinero al poder controlado por la oposición.

Si hubo una estrella, esa fue la alfombra roja. Por ella no se derrochó glamour ni elegancia. Sin quererlo, mostró el estado de la Mesa de la Unidad Democrática a más de un año de haber sacado el dominio chavista en la Asamblea Nacional. En un principio, estuvo ignorada y replegada incluso por los jefes de la Asamblea Nacional. Henry Ramos Allup y Julio Borges pasaron al lado de ella antes de hacer el cambio de testigo.

Pero su suerte cambió. Cuando el evento dentro del hemiciclo iba a culminar, trabajadores de la Asamblea la desplegaron. Y así se vio todo su poder. Periodistas y políticos se colocaron en torno de ella para esperar lo que iba a suceder.

Y no defraudó: antes de culminar oficialmente el acto los padres de Julio Borges la bordearon, los cuatrillizos del nuevo jefe del parlamento la evitaron, tomados de la mano por escoltas. El jefe de la bancada chavista, Héctor Rodríguez, la atravesó para advertir que seguirá el choque de poderes.

El clímax de la ‘red carpet’ fue cuando Borges, Ramos Allup, Guevara y Dennis Fernández se pasearon por ella para dar un discurso de unidad y paz. También se encontraba Daniela, la elegante esposa del dirigente de Primero Justicia cuya altura hacía ver al dirigente de Voluntad Popular como otro más de los «cuatripochos». Costaba escuchar la palabras de los parlamentarios por el himno de Venezuela cantado por Hugo Chávez que se colocaba por afectos al oficialismo en las afueras de la institución. Los signos que vivimos.

En sus primeras declaraciones como disputado raso, el dirigente de Acción Democrática dijo que se va «con la frente en alto» tras un año en la conducción del Parlamento. «Me voy con logros, quizás con no todos los que nos habíamos propuesto. Pero tarde y temprano los lograremos», advirtió.

Su salida de la alfombra dejó cierta nostalgia entre los trabajadores de la Asamblea  Nacional. «Tan bello Henry. Lo hizo bien, pero así es la política», dijo una de las encargadas de volver a replegar el tapete escarlata.

PD: Al final sí hubo glamour entre tanta política.  Si no, vean a la chica en la parte derecha de la imagen.