Opinión

El milagro danés

Con El milagro danés, Ricardo Adrianza hace referencia a la experiencia exitosa de la selección de fútbol de Dinamarca que comenzó con un apropiado enfoque de la vida que hizo su entrenador

Publicidad
El milagro danés Ricardo Adrianza
Archivo

El milagro danés por Ricardo Adrianza

Soy un convencido que enfrentar la vida con actitud positiva nos da una ventaja innegable ante las situaciones dolorosas que se nos presentan en la vida. Si alguna situación es adversa y mantienes una buena actitud, tendrás siempre a la mano el primer paso en búsqueda de la solución. Lo contrario te genera problemas.

Este fue el caso del entrenador de la selección danesa de fútbol, Richard Nielsen, quien a pesar de los inconvenientes para convertirse en seleccionador nacional y, en medio de la crisis que produjo la eliminación de Dinamarca en la etapa clasificatoria para la Eurocopa del año 92, supo encarar las adversidades con un estilo vehemente y con una voluntad que lo ayudó a aniquilar el poco convencimiento de los jugadores que tenía a su cargo.

No fueron pocas las dificultades en el camino de Nielsen. Cuestionado por la prensa y enfrentado a los mejores jugadores de la selección danesa, su futuro era incierto. Sin embargo, la guerra en Yugoslavia lo cambió todo y el organismo rector del fútbol europeo (UEFA), ante las presiones de la ONU, decidió excluir a la clasificada Yugoslavia, cediendo su lugar a la selección de Dinamarca para disputar la Eurocopa. De la misma forma, una nueva oportunidad para Nielsen quien -con pleno convencimiento y en medio del verano europeo- se entregó a la tarea de llamar a cada jugador –muchos de vacaciones de verano-, y convencerlos que la aventura tenía sentido. ¡Y vaya que lo tuvo!

Lea también: Sociedad de huérfanos

El resultado de esta historia muchos lo conocen. Dinamarca -contra todos los pronósticos- se convirtió por vez primera en campeón europeo, a pesar de los antecedentes y las proyecciones de los entendidos que los llamaron “rellenos”.

Ahora, si bien esta historia se labró en un campo de fútbol, es una historia de vida que nos invita a explorar las claves para lograr tamaña hazaña, y alentarnos a utilizarlas en el campo del liderazgo empresarial.

Bajo la óptica de mi mirada, una pieza importante para esta historia que parece de película –de hecho la consigues en Netflix– se erige en la figura del entrenador Nielsen. Fue capaz, en medio de las presiones, de reinventarse y servir de columna vertebral a un equipo que llegó sin pretensiones.

Con el transcurrir del torneo se hizo más humano, se acercó a sus jugadores y aceptó las críticas de sus colaboradores. Su actitud decidida e irrenunciable para cambiar el rostro perdedor de su país, a la par de situaciones trágicas pero al mismo tiempo motivadoras como fue la muerte de la pequeña hija de Kim Vilfort –mediocampista que abandonó a la selección en medio de la competición y regresó para las finales en honor de su hija fallecida- marcaron el rumbo de la selección danesa a conseguir lo que pocos imaginaron: ¡el campeonato europeo!

Y justamente, la combinación de estos dos factores: liderazgo y emoción, constituyó una fórmula infalible para el logro ulterior. Para rubricar lo que les digo, fue precisamente Vilfort quien convirtió el segundo gol en el partido final para sellar la victoria ante la selección alemana.

Soy un convencido que cuando nos fijamos una meta, no solo es necesario anticipar objetivos y estrategias, sino es fundamental acompañarlas de una promesa que involucre tus emociones y que te recuerde que renunciar no es una opción. La historia trágica de Vilfort y su efecto en el éxito del grupo, es un ejemplo magnífico para graficar este postulado que pretendo dejarles en este escrito.

El liderazgo actual no debe ser esquivo al manejo de las emociones de sus colaboradores. Las cualidades de un líder efectivo, son fundamentalmente el resultado del desarrollo de habilidades no cognitivas, muy por encima del coeficiente intelectual y capacidades técnicas específicas. Un enfoque “hacia la gente” bien estructurado, influye positivamente en el reconocimiento de las potencialidades de los colaboradores, en un mejor rendimiento personal y profesional; y consecuentemente, en el logro del objetivo de la organización: ¡Mejores personas, mejores resultados!

Empatía y actitud positiva deben acompañar a aquellos que aspiramos a liderar compañías estables. Una fórmula que en estos tiempos ha ganado mucho terreno. Un líder empático reconoce y gestiona las emociones de sus colaboradores y clientes a través de la escucha. Cuando escuchas, desarrollas la capacidad de conocer mejor a las personas y un mejor control del equipo y de las decisiones. Cuando escuchas: sumas, entiendes, conoces y corriges. Como dice un dicho cheroqui: “escucha un susurro y nunca tendrás que escuchar los gritos”.

Hay un lema que reza “si crees que puedes, puedes”. A eso me refiero con tener actitud positiva. Para ser un líder efectivo, es esencial escalar esta cualidad. Es requisito fundamental en el camino al éxito. Al tener una actitud positiva actúas con valentía y garantizas efectividad. Un líder valiente inspira el compromiso de su equipo de trabajo.

Es indudable que la capacidad y disciplina técnica son elementos necesarios para prestar servicios diferenciados en calidad. Asimismo, gestionar la rentabilidad es condición sine qua non para garantizar el sano destino financiero de las empresas. Pero si lo anterior lo acompañamos con un enfoque estratégico y estructurado en la gestión del talento, la apuesta por incrementar el capital emocional de la organización es a ganador y un plus demoledor para la supervivencia de las empresas.

Únete a esta cruzada y conviértete en un líder que hurgue más allá de las finanzas. Conviértete en “GEFE”, término concebido no para cumplir con estándares ortográficos, sino para enfatizar en liderar pensando en la gente. Te garantizo que – en tiempos de pandemia y revolución – esta máxima cobra monumental vigencia, porque solo aquellos que “lideren con emoción”, podrán dejar un legado imborrable difícil de corromper con el paso de los años.

Publicidad
Publicidad