Vivir dos décadas oponiéndonos a un régimen que nos ataca y reprime sin piedad, nos ha convertido a muchos venezolanos en ‘veteranos de guerra’. Y como veteranos que ahora somos, tenemos un punto de vista bastante desarrollado sobre este tema de las protestas y la represión. Pero, inexplicablemente, reaccionamos a cada caso de estas situaciones en escala mundial de manera muy poco uniforme.
Hay que entender que haber vivido estos 20 y más años del chavismo nos ha dejado múltiples cicatrices, muchas de ellas aún abiertas. Una de ellas es sentirnos abandonados por el mundo. El sinfín de imágenes, videos, relatos y estadísticas sobre la tragedia derivada del acceso de Chávez al poder en Venezuela, en 1998, ha generado miles y miles de declaraciones de rechazo y condena a todo nivel. Pero ninguna acción concreta que nos libere. Hoy seguimos sumando puntos bajos: un país literalmente en ruinas.
El arribo del “salvador”
La llegada de Trump al poder en 2016 nos dio a los venezolanos una lejana esperanza. Ahora hay un presidente estadounidense que tiene nuestra situación muy presente y ha tomado acciones concretas contra la dictadura. Por eso, actualmente muchos venezolanos nos aferramos a esa luz al final del túnel, añorando la llegada del día en que nos quitemos esta histórica peste de encima.
Pero el fenómeno de Trump y su presidencia ha sido otro caso digno de estudio. Sobre todo para nosotros los venezolanos. Cercano a culminar su primer período, es difícil ignorar que muchos aspectos de su gestión y su comportamiento son incómodamente similares a lo que hemos vivido nosotros con el chavismo. Enumeremos algunos aspectos que describen tanto a uno como al otro:
- Polarización mediante el verbo.
- Uso del escándalo continuo para controlar el ciclo de noticias.
- Referirse a administraciones pasadas como excusa para todos sus errores (Obama es la Cuarta República).
- Asimilación de un medio de comunicación como plataforma (Twitter es Aló Presidente)
- Demonización de la prensa y los medios de comunicación (MSNBC es Globovision, FOX News es VTV, ¡curiosamente ambos odian a CNN!).
- Debilitamiento de las instituciones que lo adversan (House of Representatives es la AN, el FBI es la DISIP/PM).
- Boom económico (DJIA es precio del petróleo de los años 2000).
- Uso de adjudicación de recursos del Estado como arma para fines políticos.
- Endiosamiento y culto al líder.
Un ambiente tóxico
Estas conductas configuran un ambiente político tóxico, pero efectivo para ambos movimientos políticos. Sin embargo, a los venezolanos nos lo hace confuso. Queremos que Trump y sus políticas hacia Venezuela nos salven de esta desgracia, pero nos tenemos que hacer de la vista gorda sobre estos temas. Nos molestaba cuando Chávez lo hacía, o cuando ahora lo hace Maduro, pero si se trata de Trump… Digamos que racionalizar ayuda.
Mensaje distorsionado
Y es cuando llegamos a las protestas que azotan actualmente a Estados Unidos. Protestas que, como las nuestras, tienen buenas razones para ocurrir. La absurda y evitable muerte de George Floyd fue la proverbial gota que derramó el vaso de agua, pero la reacción del gobierno y el desborde de las acciones de ambos lados distorsionan el mensaje inicial. Para los venezolanos, esto no es algo nuevo. El racismo y la discriminación en Venezuela prácticamente ni mal vistos son. El racismo, entre nosotros, es obviado. Hasta los negros de piel más clara lo practican contra los de piel más oscura. El término racista prohibido americano que comienza por “N”, acá lo llaman “negro de mierda”, y ni siquiera lleva un tabú asociado. Llamar a gente morena por el sobrenombre “negro” se asume como no ofensivo. Es normal. Pero, curiosamente, a mí jamás me han llamado por el sobrenombre “blanco”.
Aquí hay homofobia
La discriminación a los LGBTI es tan común que parece casi hasta aupada en nuestra sociedad. Difícil escuchar una conversación de un grupo de amigos sin oír del “chinazo”, “pato”, “maricón”, etc. Decir “transfor” no suscita una llamada de atención de nadie. Simplemente, como sociedad no hemos evolucionado a ese punto. La homofobia está todavía engranada en nuestra cultura. Como ejemplo reciente, el fuerte ataque a Jorge Granado, solo por ser gay, en el estado Bolívar. Le dejaron la cara desfigurada. Pero pocas reacciones vi en Instagram o Whatsapp al respecto.
Los “pacos” se las traen
Y cómo explicar la conducta de los policías en Venezuela. La violencia policial es considerada casi un derecho fundamental en nuestro país. Matraqueo, extorsión y rolazos son solo la parte sana del tema. Por ejemplo, tenemos un grupo de fuerzas especiales llamado FAES que opera por fuera de toda ley o procedimiento. Prácticamente, pudieran tener bordado en el escudo “Ejecuciones Extrajudiciales”. Y nada de esto ha motivado la indignación ni las protestas que ha causado en nuestras redes sociales la muerte de George Floyd.
Ayer, en medio del denominado “Blackouttuesday”, muchas personalidades, influencers y otros venezolanos se volcaron a postear no-imágenes negras en solidaridad. Uno se pregunta: por qué no tenemos ese mismo entusiasmo para nuestros problemas tan similares.
Ranking de protestas
Las protestas del BLM se han vuelto tendencia global, incluso desplazando temporalmente a COVID-19. No hay un medio que no las publique, y el venezolano opositor, como de costumbre, está muy atento. Por veteranos que somos, nos ha tocado reaccionar a varios escenarios similares recientemente. Pero, en general, nuestras reacciones no siguen una línea coherente. A continuación, un ajustado cuadro de brotes de protesta y cómo ha opinado el opositor venezolano promedio al respecto:
Curioso que, en TODOS los casos, estas son las constantes:
• El que protesta alega que su protesta es completamente pacífica.
• El protestado alega que la protesta es violenta y hasta terrorista.
• El que protesta trata de mantener el enfoque en la causa inicial de la protesta.
• El protestado buscar mover el enfoque a los actos “violentos/terroristas”.
• El que protesta critica la violencia en la represión como “innecesaria/desmedida”.
• El protestado justifica la violencia en la represión como búsqueda de la “paz/orden”.
• El que protesta dice que los violentos son pocos y/o infiltrados, personajes externos.
• El protestado dice que la protesta es solo una fachada para la violencia planificada.
Huidiza objetividad
Como ven, resulta difícil opinar objetivamente como venezolano sobre lo que pasa en Estados Unidos. Imposible no sentir indignación por el sistemático abuso policial en contra de un segmento de la población de ese país. Pero ponerse del lado de los que protestan es contrariar a lo que ahora percibimos como nuestra última esperanza de salir de esta larga pesadilla. Sin embargo, Trump reacciona siguiendo un libreto que se nos hace muy familiar. Un discurso aparejado con acciones represivas que harían que Chávez estuviera muy orgulloso. ¡Qué confusión ser un venezolano en el 2020!