-Pasó algo horrible.
-No lo veas como algo horrible, míralo como un aprendizaje.
-Pero…
-El universo conspiró para que pasara eso, es lo mejor.
-No, pero…
-Todo pasa por algo…
-SE METIERON A LA CASA Y NOS ROBARON.
-Hay que ser positivos.
-DEJASTE LA PUERTA ABIERTA.
-Lo material se recupera.
-SE LLEVARON TODO.
-Menos el amor propio.
Estaba muy tranquila sentada trabajando -revisando Twitter- cuando me llegó un mensaje que decía “Hola, sabemos que eres lingüista y nuestra empresa está interesada en que des un curso sobre programación neurolingüística”.
Quedé bastante confundida, afectada y hasta ofendida con la propuesta, pero definitivamente yo no estaba tan confundida como las personas que me pidieron las clases. Es que, a ver, yo soy lingüista y la programación neurolingüística no tiene nada que ver con eso: se trata de un enfoque pseudocientífico que se centra en la conexión entre los procesos neurológicos (“neuro”), el lenguaje (“lingüística”) y los patrones de comportamiento aprendidos a través de la experiencia (“programación”). Es decir, insiste en que el lenguaje tiene una influencia muy grande sobre nuestra mente y nuestro cuerpo.
Tuve mucha curiosidad y comencé a leer sobre ello. No para diseñar un curso, sino para saber por qué había gente interesada en el tema. Empecé leyendo los principios de este enfoque:
1.La conducta puede programarse para lograr ser mejor.
2.Todos los problemas tienen solución. (¿Ah?).
3.Hay que ser positivo siempre porque… (perdón, ahí dejé de leer).
Esos no son todos los principios, hay uno más disparatados que otros y me di cuenta de que la prigrimiciín niirilinguístiqui -y la autoayuda en general- tiene particular éxito en el campo de los negocios por cosas que no se pueden cumplir del todo. Así que termina siendo un poco engañosa.
De paso, terminan convirtiéndonos en personas solitarias porque nos dicen que no necesitamos de nadie más para ser felices o para sentir amor: somos nuestro propio jefe, somos los líderes de nuestra vida, aprendemos solos, nos hablamos bonito, nadie tiene influencia sobre nosotros.
Todo eso puede sonar perfecto y obviamente es importante tener amor propio y autoestima, sin embargo, no todo lo podemos hacer solos. Ojo, no estoy hablando de dependencia o de tener un sugar daddy, solo quiero decir que se puede pedir ayuda y tener un sugar daddy.
El ser humano es un ser social: vive en sociedad, vive del trabajo en equipo. Y fue esa necesidad de comunicación entre las personas lo que creó el lenguaje. Si nuestra naturaleza hubiese sido ser individualistas, no hubiesemos tenido la necesidad de hablar… y yo no estaría escribiendo este artículo tan cool.
Cuando leí que todos los problemas tienen solución quedé perpleja porque ajá, por supuesto que muchos problemas se solucionan, pero ¿y el problema matemático de Riemann? Sí, ser demasiado pesimista es absurdo y ser demasiado positivo es más absurdo todavía. Imaginen que estén viajando, les revisen las maletas y les digan “positivo para alcaloide de cocaína”. ¿Ven? Ser positivos con todo puede hacer que vayan presos.
Muchas personas enfocadas en la autoayuda piensan que ser realistas es sinónimo de ser una persona negativa. Si yo soy realista y digo que Venezuela cada vez está peor porque llevamos veinte años en el mismo peo, mucha gente me relaciona como alguien pesimista. Hay que entender que no siempre se le puede ver el lado positivo a las cosas, porque, en realidad, no todo tiene que tener un lado positivo… a menos que sea una batería.
Mi fascinación por el lenguaje me hizo analizar el por qué me molesta la autoayuda: y es que se centra demasiado en “el poder de la palabra”. Ni yo, que soy estudiosa de la morfología, les doy tanto poder.
Según estos enfoques, el lenguaje puede ayudarnos a conseguir todo lo que nos propongamos. Sí, la palabra es una herramienta poderosa dependiendo de nuestra intención como hablante, con ellas manipulamos, mentimos, engañamos y convencemos. Incluso, la pragmática es una rama de la lingüística sumamente importante que se encarga específicamente de la interpretación del significado, el contexto y de cómo utilizamos las palabras para conseguir cosas. En ese sentido, las palabras sí tienen valor, pero las palabras por sí solas no tienen ese poder que los autores de autoayuda le atribuyen. Podemos maldecir sin miedo, pues, las palabras son como los libros, no se devuelven y si tuviesen tanto poder, decir “zorro, no te lo lleves” cuando nos estén robando serviría también en la vida real.
Todos los libros de autoayuda tienen algo en común y es que te hablan a ti directamente, utilizan la segunda persona y el imperativo. Te dicen cosas como “Elige ser feliz” porque ok, eso al parecer es una elección. No importa si se te murió tu perrito, tus padres y te robaron la casa.
Igualmente, todos estos libros te muestran la problemática a resolver o propósito de la publicación, por ejemplo: “El propósito de este libro es enseñarte a ser exitoso y conseguir todo lo que quieras”. Imagínense que mi meta sea darle un escopetazo o pasarle el cerebro por una trituradora al autor de libro y la vaina funcione.
Todos los libros te muestran “historias de la vida real”. En La Ley de la Atracción, por ejemplo, hablan de una persona que estaba obsesionada por los dinosaurios, siempre pensaba en ellos y, un día, se consiguió a Lila Morillo en un centro comercial.
Todos tienen en común la retórica motivacional usando las cinco corrientes: programación neurolingüística, inteligencia emocional, tolerancia y adaptación al cambio, metafísica y excelencia, eficacia y éxito.
Con la retórica científicista, todos estos autores justifican sus argumentos rancios mediante un estudio científico random: “Se realizó un estudio con 70 mujeres que sufrían de diabetes, 35 de ellas comieron chocolates de desayuno, almuerzo y cena durante una semana y las otras 35 comieron ensaladas y fueron positivas; se comprobó que las que pensaban cosas positivas se sentían mejor que las otras”.
Usan también la retórica terapéutica reflexiva y te mandan a hacer listas por todo: cualidades, inseguridades, sueños, metas, con cuántos te has acostado.
También utilizan la retórica psicológica, escatológica, pedagógica, literaria, esotérica, médica, religiosa, astrológica…
Lo cierto es que todos estos libros repiten una y otra vez, usando distintas palabras, las mismas frases:
“El universo conspira –quiinspiri– para ti y, por ello, lo mejor es lo que pasa”… Ehmmm, bueno, yo no estoy tan segura de eso.
El universo es la totalidad del espacio y del tiempo, de todas las formas de la materia, la energía, el impulso, las leyes y constantes físicas que las gobiernan. La humanidad es lo más nulo que puede existir en el universo.
Muchísimas veces pasan cosas como que tienes una entrevista de trabajo importante por videollamada y se te va la luz; por supuesto que no te dan el trabajo, así que por los momentos no tienes dinero y sin dinero no comes. Definitivamente, yo no creo que sea bueno que te digan “lo mejor es lo que pasa”, menos si tienes hambre.
“No te tomes nada personal”… a menos de que sea personal y que alguien te diga algo directamente; ahí sí tómatelo personal porque es que sí es personal y dale su coñazo.
“Vive sin miedo, arriésgate y sal de tu zona de confort”… Uno no nace con una zona de confort y crearla no es tan fácil. Después de que uno pasa largo tiempo buscando una zona donde te sientes cómodo y seguro, es absurdo tener que salir de ella.
“Vive todos los días como si fuese el último”… Si yo supiera que este es mi último día en la Tierra, no trabajaría, no hiciera crossfit (nunca he hecho crossfit, en realidad), comería chocolates, Doritos, pizza y sushi al mismo tiempo. Así que si viviera todos los días como si fuese el último, no tendría trabajo y fuese una persona obesa.
Yo jamás me atrevería a decir que la autoayuda no sirve para nada porque estoy segura de que ha ayudado a muchísima gente a encontrar su camino al éxito… de ser una persona demasiado inmamable. Mentira, muchísima gente se siente mejor con frases motivacionales, sobre todo si este mensaje viene acompañado de alguna foto en traje de baño. Bueno, el problema es que las personas enfocadas en la autoayuda se vuelven extremistas y exageradas, no hay una búsqueda de equilibrio. Todo en exceso es malo. Una de las cosas más saludables que existe es tomar agua, pero mete la cabeza en una piscina por una hora a ver cómo te va.
Todo en exceso es malo, incluyendo el optimismo.