Opinión

¿Tener Síndrome de Down es un insulto?

Carolina Jaimes, madre de una niña especial, cuenta que muy joven luchó contra quienes para insultarse se decían “mongólicos”, una palabra muy peyorativa. Y añade que, para que un comentario así lo afecte a uno, no hay que tener un hijo con una condición especial, sino que es un asunto de mera humanidad.

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El pasado lunes 9 de noviembre publiqué un artículo polémico. Como siempre, hubo aplausos y detractores. En un intercambio de Twitter, alguien, en busca de desprestigiarme, me acusó de “haber apoyado a Capriles”. Yo le respondí “¡Y lo volveré a apoyar si es necesario!”. De inmediato, entró un tuit de mi amiga Mercedes Elena González, respondiendo a otro tuit, que decía:

“Ese comentario suyo es una falta de respeto y de humanidad. Ud cree que se la está comiendo cuando usa al Síndrome de Down como insulto”.

Corrí a buscar el tuit y me encontré con el de un tal Mauricio Yánez, cuya cuenta es @desdebarbula, quien me había escrito:

“Y volverías a apoyarlo? Eso ya no es síndrome de Estocolmo, eso es síndrome de down”.

Yo estoy con hepatitis y una de las cosas que con más ahínco me recomendó el médico, fue que tratara de no estresarme. Pues agarré una furia apocalíptica. Dicen que las rabias van directo al hígado. ¿Cómo es posible que alguien sea tan inhumano para usar una condición como el Síndrome de Down para insultar a alguien? ¿Es falta de argumentos? ¿Es estupidez? ¿Es maldad? ¿Es insensibilidad? ¡Yo diría que todas las anteriores y muchas más!

En Venezuela la dialéctica ha sido sustituida desde hace rato, por insultos. Y la verdad es que cuando uno entra a este mundo de la opinión, o desarrolla cuero de cocodrilo o se retira. A mí me importan tres pitos los insultos. Pero éste fue más que un insulto.

Lea también, de la misma autora: La consulta popular: «además de»

¿Acaso ese ser nunca ha tenido contacto con alguien que tenga Síndrome de Down? Y si lo tuvo… ¿no se sintió conmovido? ¡Si son los seres más dulces, cariñosos, empáticos, solidarios, carentes de envidia, divertidos y sociables que hay! ¿Cómo en su sano juicio puede pensar que sacar a relucir una condición como ésta pueda ser un insulto?

De inmediato lo bloqueé y lo denuncié por ofensivo. Y pedí a quienes se sintieran identificados con mi rabia que también lo hicieran. Pues no faltó quienes salieran a opinar, como este anónimo, que opina sin nombre:

ERVV @reve_espr En respuesta a @cjaimesb y @desdebarbula

“Para usted tener esa condición es «UN INSULTO» no entiendo?  No insulta el que quiere, si no el que puede  no es más peligroso llamar a su «tropa»  para bloquear a alguien por lo que usted entendió?Usted apoya a

«guaido»y sus «brillantes ideas» y seguimos” (así de mal escrito, es textual).

Primero, no tengo “tropa”. Segundo, el autor del tuit en cuestión lo hizo con toda la intención de insultar. Y tercero ¿por qué va a ser “peligroso” que yo pida a mis seguidores que lo denuncien y lo bloqueen? ¿Porque yo apoyo a Guaidó? ¿Hasta dónde vamos a llegar en Venezuela?…

He recibido muchísimos mensajes de apoyo y solidaridad. Hubo uno del señor César Zarikian, @czarik:

“Caro, esa persona no creo supiera que usted es madre de una linda persona con Síndrome de Down. De saberlo, habría que calificarlo como desgraciado, por lo menos (icono de rostro con ceño fruncido)”.

Mi hija es una niña especial, pero no tiene Síndrome de Down. Muchos de sus amigos, sí. Y es absolutamente irrelevante que mi hija lo tenga o no… Desde que yo era muy joven luché contra quienes para insultarse se decían “mongólicos”, una palabra muy peyorativa, por cierto. Creo que para que un comentario así lo afecte a uno, no hay que tener un hijo con una condición especial. Es un asunto de mera humanidad.

Otro comentario se refería a que el tipo era chavista. Esas cosas las dicen chavistas y no chavistas, lamentablemente. Hace unos años, Mario Silva en La Hojilla estaba criticando un artículo mío. Uno de sus seguidores, que tuiteaba todo lo que decía Silva, quiso ir más allá, quizás para congraciarse con él. Se ve que me buscó en Google y vio a mi hija, de quien se burló. Yo lo puse en su sitio de inmediato. Se formó un enorme jaleo en Twitter. Y aunque usted no lo crea, en el programa del día siguiente, Mario Silva le armó un escándalo al tipo, le dijo que “los revolucionarios no hacían esas cosas, que él mismo tenía un primo con Síndrome de Down” y me pidió disculpas “aunque ellos (él y Jorge Amorín) no habían sido responsables por ello”.

Mi amiga María Susana Padrón de Grasso, presidente de Avesid, la Asociación Venezolana para el Síndrome de Down, también le salió al paso, y como institución, también lo denunció en Twitter. Transcribo sus palabras:

“Todavía algunos cometen la estupidez de hacer uso de una condición como es el síndrome de Down de una manera peyorativa para insultar y ofender, sin darse cuenta de que son ellos mismos que, con su anestesia humana, no caen en cuenta de que, haciendo gala de su ignorancia crasa y supina, lo que hacen es discriminar; esto, además de ser condenado en todas las culturas, constituye un delito claramente tipificado en el Código Penal”

Lo más insólito de toda esta historia es que el sujeto en cuestión borró el tuit. Pero él no contaba con que yo le había tomado una foto, justamente previendo eso. Y por los comentarios de otras personas que leí, seguía justificando su despropósito.

síndrome de down

Mi mamá decía que el proceso de educar nunca terminaba. Yo no sé si el autor del infeliz tuit habrá aprendido algo. Ojalá. De lo que sí estoy segura es que es un privilegio estar cerca de personas que tienen Síndrome de Down. Es como tocar el cielo.

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