Opinión

¿Con cuál opción te quedas?

"La población a la que le ofrecieron regalarle todo, hoy se dan cuenta que todo es equivalente a nada. Y ni siquiera la nada es regalada. La Consulta Popular es la opción para que cosas así no sigan pasando. A quienes lleven a votar obligados, vayan y que les den su bolsita de comida. Pero al día siguiente y hasta el 12 de diciembre, participen en la consulta"

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opción CLAP y el chavismo

“El que no vota, no come; para el que no vote, no hay comida. El que no vote, no come, se le aplica una cuarentena ahí sin comer”.

¡Qué tristeza me produjeron las palabras que encabezan este artículo!

Yo no quiero imaginarme lo que pensaba la gente que se agrupaba a su alrededor mientras hablaba. Tal vez hasta lo aplaudieron, y eso me causa mayor dolor. ¿Cómo es posible que la comida de un ciudadano que está pasando hambre dependa de si vota o no?

Ya habíamos visto y comentado aquí, en El Estímulo, una de las reuniones donde se les avisaba a los miembros de una comunidad que “el voto iba a ser vi-gi-la-do”. Es decir, que encima de que van obligados, se asegurarán de ver por quién votaron. La violación del secreto del voto hecha con el mayor descaro. Aunque la verdad sea dicha, votar en estas elecciones (a pesar de que me consta que hay unos pocos candidatos que van de buena fe) es votar por los candidatos del madurismo. Los resultados ya están listos. Y la mayoría de los que fungen como opositores, comprados. Lo que quieren es que se vea gente en la calle, para dar la impresión fuera (¿quién se los va a creer?) de que los venezolanos salieron a votar por el proyecto de Maduro.

¿Cómo es posible que quien tiene las tres comidas, o más, aseguradas, tenga falta absoluta de empatía de amenazar a quienes están pasando el hambre pareja con no darles comida? ¿Es eso una gracia? Debería darle vergüenza, más bien, amenazar a quienes no tienen los recursos de los que él dispone para comer lo que se le antoje y cuando se le antoje. Les aseguro que si a cualquiera de los altos funcionarios los ponen a comer exclusivamente comida CLAP, en un mes pierden al menos cinco kilos. Ahora imagínense que la caja tiene que alcanzar para toda una familia de quién sabe cuántos miembros, quien sabe por cuánto tiempo. Hace unos meses, Dante Rivas dijo que “tenían que estirar la caja CLAP para que durara cuatro meses”. ¿Y es que acaso ese hombre no ha visto en su vida una caja CLAP? Con eso come una sola persona, frugalmente, durante tres semanas. Si acaso, un mes.

Pero mantener a las personas en estatus de supervivencia es el plan maestro del gobierno. Resultó en Cuba y está resultando en Venezuela. Al menos en Cuba la libreta de racionamiento es menos miserable y la regularidad en la entrega de los productos se mantiene.

Aquí en Venezuela, las cajas, cuando llegan, muchas de ellas están incompletas. Algún militar u otro enchufado saca productos para revenderlos. Y los sobreprecios con los que las compran, para engrosar bolsillos como los de Alex Saab y su combo, alcanzarían para alimentar batallones de personas. Y al que se queje, no le dan más nada. La fulana caja, la desgraciada caja, la indigna caja, se ha convertido en el medio de subsistencia de personas que, por la crisis (y aumentada ésta por la pérdida de empleos debido a la pandemia), no tienen otra cosa que comer.

Encima son tan caraduras que le montan una macolla a Roberto Patiño, quien sí alimenta por lo menos a veinticinco mil personas al día. Irónico, por decir lo menos.

Órdenes, burlas, ironías: “para el que no vote, no hay comida”, en abierta contraposición a lo que les decían las madres a sus niños en la Venezuela de antes: “si no terminas de comer, no sales”.

Mantener a una población sojuzgada es muy fácil -y el madurismo lo ha demostrado con creces- cuando se pone en peligro su supervivencia. “Haz esto, porque si no, no comes”. “Haz lo otro, porque si no, no cobras”. “Si reviras, estás despedido”. Humillación tras humillación. No hay derecho, ¡no, no y no lo hay!, que con el chorro de dinero que ingresó a Venezuela por los altos precios del petróleo desde que Chávez asumió la presidencia, Venezuela sea hoy el país más pobre de América Latina. Incluso por debajo de Haití. La mayoría de ese dinero fue robado. El resto, dilapidado.

¡Qué cosa tan espantosa es decirle a un pueblo, “vota por Maduro y sus candidatos”, para que ese pueblo continúe sin comer! Mientras Maduro siga en el poder, cada vez habrá más hambre, más miseria, más desolación. Porque hoy es el voto lo que se intercambia por comida. Mañana será otra obligación. Pasado mañana, otra. Siempre habrá un quid pro quo. La población a la que le ofrecieron regalarle todo, hoy se dan cuenta que “todo” es equivalente a “nada”. Y ni siquiera la “nada” es regalada.

La Consulta Popular es LA OPCIÓN para que cosas así no sigan pasando. A quienes lleven a votar obligados, vayan y que les den su bolsita de comida (ojalá que se las den). Pero al día siguiente y hasta el 12 de diciembre, participen en la consulta. Éste no será un mensaje para Maduro. Él sabe de sobra que nadie lo quiere. Es para la comunidad internacional que reconoce a Juan Guaidó como presidente, para que nos ayuden -a través de todos los métodos democráticos de coerción y presión- a que esta gente abandone el poder. A los todavía indecisos les digo: si no participas, todo seguirá igual. Si participas, hay una posibilidad de cambio. ¿Con cuál opción te quedas? ¿Con la que amenaza con no darles comida a quienes se están muriendo de hambre?

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