Ricardo Adrianza insiste en que la clave principal para enfrentar un problema es, precisamente, enfrentarlo. Dar el primer paso y encarar, decididamente, ese “problema” que entorpece nuestro accionar, evolución, transformación y crecimiento
El título de este artículo, Abraza a tus fantasmas, tal vez ahuyente la lectura de algunos, escapando de tener que encontrarse con alguna referencia fúnebre que siga machacando estas últimas semanas de infortunadas noticias por el repunte del virus en nuestro país, y todas las consecuencias que se desatan ante el inminente caos que los expertos presagian.
No obstante, aunque parezca poco verosímil, me permite invitarlos al ruedo y compartirles algunas ideas que se relacionan con la construcción de la confianza en uno mismo y el valor incuestionable — en ese camino de construcción —que tiene autoconocerse.
Psicólogos, coaches y motivadores coinciden en alertarnos que “somos como reaccionamos a lo que nos pasa”, y si bien esa sentencia condensa certeza, existe un factor exógeno que generalmente no podemos controlar y que nos afecta sobremanera; de allí que, la sabiduría de lo que somos debe ser un factor fundamental en la ecuación de la construcción de la confianza.
Ahora bien, no son los problemas en sí mismos los que más nos agobia, simplemente magnificamos sus alcances al no hacer una evaluación consciente de lo que se nos presenta como obstáculo a futuro. En pocas palabras, nos preocupamos mucho más por la expectativa que nos hacemos del problema.
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En otras oportunidades he mencionado que la clave principal para enfrentar un problema es, precisamente, enfrentarlo. Dar el primer paso y encarar, decididamente, ese “problema” que entorpece nuestro accionar, evolución, transformación y crecimiento. Aquí es donde la autoconfianza juega como actor primordial.
Si nos remontamos a su concepto, la autoconfianza hace referencia a la confianza en sí mismo respecto a determinados atributos, tales como habilidades para la vida, toma de decisiones, poder, entre otros. El aumento de la autoconfianza, pues, depende fundamentalmente de haber dominado dichos atributos a partir de la experiencia.
La autoconfianza alude también a ser percibida como una creencia positiva que consiste en la convicción de poder lograr lo que uno desea hacer en el futuro. Y es precisamente esa convicción la que nos impulsa y mitiga la influencia de condiciones externas, de creencias y de las condiciones de vida de cada individuo. En conclusión: ¡si no nos la creemos nosotros mismos, nadie las creerá por nosotros! De allí la importancia de dar siempre el primer paso en la búsqueda de la solución.
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Dado ese primer y necesario paso, nos queda poner en perfecta sintonía un conjunto de factores para reforzar la autoconfianza, algunos de los cuales me referiré a continuación:
Cuando te enfrentes a un problema, reflexiona sobre él conscientemente. Fórmate tu propia opinión y no te dejes llevar por el pesimismo de otros. Ubícate desde el principio en el equipo “lo voy a resolver”. La mayoría de las veces cuando aterrizamos los problemas y sus posibles consecuencias, entendemos que la solución la tenemos al alcance y eso disminuye la sensación de incertidumbre.
Un atributo esencial para tu desarrollo es autoconocerte, saber quien eres. Esto te permite calibrar de lo que eres capaz, replantear objetivos y rodearte de personas que te apoyen. Este periodo de aceptación de uno mismo es de por sí enriquecedor y, a pesar del esfuerzo que conlleva, la experiencia vivida sumará habilidades y reforzará tu autoconfianza para los retos por venir. Como dijo Carl Jung: “conocer tu propia oscuridad es el mejor método para lidiar con la oscuridad de los demás”.
Muchas veces el pitazo inicial que nos llama a enfrentar un problema nos toma desprevenido y nuestra primera reacción es encararlo con las fórmulas de siempre, no exentas de temor. Mi consejo es que estés dispuesto a cambiar tu enfoque. Cuando lo hacemos, nos damos cuenta de que poseemos muchas herramientas escondidas, no utilizadas, precisamente por la conveniencia de encarar proyectos sobre la base de la generalización, sin la reflexión consciente que he mencionado en este artículo.
Perseverar es una condición que debe estar presente siempre. Cuando perseveras, es poco probable que no cumplas con los objetivos propuestos. Ahora bien, perseverar no solo es mantenerse firme sin claudicar, sino mantenerse a la altura de las expectativas y seguir estudiando, leyendo, aprendiendo. Es la única forma de evolucionar y junto con la experiencia vivida, refuerza tu autoconfianza.
Otra condición que puedo mencionarte es que no te castigues demasiado si las cosas no van en la ruta que has dispuesto. Sé bondadoso contigo y esquiva los comentarios maliciosos que puedan llegar a hacerte daño. Analiza, insiste y busca referencias en otros. Eso te permitiría desarrollar cualidades que garanticen enderezar el camino y disipar las dudas que muchas veces tenemos de nosotros mismos.
La confianza en nosotros mismos nos ayuda a sentirnos preparados para hacer frente a las experiencias de la vida. Cuando estamos seguros de nosotros mismos, tendemos a acercarnos e influir en la gente, con los beneficios que esto conlleva en nuestro bienestar. Además, nos acerca a las oportunidades, a ser y sentirnos indispensables, y eso querido lector, repercute positivamente en tus acciones futuras y la planificación de una mejor existencia.
Luego de su primer libro Cartas a Matías, lecciones de vida para mi nieto (2019), el autor y coach venezolano Ricardo Adrianza, continua la saga epistolar de reflexiones de vida y consejos para el desarrollo del liderazgo, inspirada en la necesidad de dejar sus palabras impresas como un legado a las nuevas generaciones
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