Opinión

Reflexiones de un accidente: la historia de Ric Elias

Ric Elias nos deja claro que lo que realmente importa no es cuánto tiempo vivamos, sino cómo lo vivamos. Lo que verdaderamente da miedo es no haber vivido plenamente. Cada minuto cuenta y debemos aprovecharlo en lo que verdaderamente nos da felicidad y paz

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Ric Elias
Foto archivo |composición de imagen Yiseld Yemiñany

Cuando decidí mi retiro de las actividades profesionales, lo hice a partir de una reflexión profunda, de esas que se presentan de vez en cuando, sustentada en el compromiso de cumplir con el nuevo propósito que me he planteado, en el cual mi familia ocupa el lugar central.

Con el paso del tiempo, la necesidad de estar cerca de nuestros seres queridos se vuelve más intensa y nos lleva a cuestionarnos y recordar todo el camino recorrido, las cosas que hemos hecho o dejado de hacer y aquellos asuntos que hemos postergado por tanto tiempo. En medio de esa disertación, muchas preguntas cruzaron mi mente y han reafirmado esa convicción de no dejarle al destino el poder de sacudirme con un evento inesperado para ponderar lo que, en definitiva, es realmente importante en la vida.

La vida es impredecible, un constante ir y venir de situaciones que no siempre controlamos y que surgen de la nada, como si se tratase de un complot del universo para obligarnos a hacer un alto en el camino. La historia de Ric Eliassobreviviente del accidente aéreo ocurrido en el rio Hudson– confirma dramáticamente como la vida nos cambia en un instante y la responsabilidad de reflexionar, sin dilaciones, como vivimos nuestras propias vidas y como queremos ser recordados.

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Ricardo Adrianza y su familia. Foto Daniel Hernández

Durante esos momentos críticos y al compás del anuncio del piloto del avión de “prepararse para el impacto”, Ric Elias descubrió tres lecciones fundamentales que nos muestran la importancia de valorar cada segundo, de ignorar las trampas que nos impone el ego y de enfocarnos en lo que realmente importa: la familia, el amor, y el presente.

Primera lección: todo cambia en un instante

Ric Elias aprendió que la vida puede dar giros inesperados en cualquier momento. En un segundo, todo lo que damos por hecho puede desaparecer. Mientras el avión descendía, a pesar de la incertidumbre del momento, se dio cuenta de que muchas veces no valoramos las pequeñas cosas, que vivimos con la certeza de que mañana tendremos más tiempo, más oportunidades. Sin embargo, la realidad es que no sabemos cuánto tiempo nos queda y es crucial aprender a vivir cada momento como si fuera el último.

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La vida puede dar giros inesperados. Foto Serkan Goktay / Pexels

Esta reflexión es demoledora y nos invita a dejar de postergar lo importante. Piensa en todo lo que quieres hacer y no has hecho. Piensa en quienes quieres y no le has dicho. En lugar de asumir que siempre habrá un «luego» para, por ejemplo, dedicarle tiempo a nuestra familia, o para reconciliarnos con un amigo o para perseguir nuestras pasiones, debemos hacerlo ahora. La vida es un instante, y aplazar nuestros deseos o relaciones significa correr el riesgo de que ese instante se acabe antes de que podamos actuar.

Segunda lección: he perdido mucho tiempo por culpa de mi ego

Ric Elias confesó que su ego había sido un obstáculo en su vida. Reconoció que muchas veces el orgullo, la necesidad de tener razón, o la incapacidad de pedir ayuda le habían hecho perder tiempo valioso. Este pensamiento nos muestra que el ego es una barrera que nos separa de lo que realmente importa: la conexión con los demás y con uno mismo. Nos lleva a discutir por cosas insignificantes, a querer imponer nuestras opiniones o a rechazar el apoyo de otros por orgullo.

Aquí surge la pregunta: ¿Cuánto tiempo hemos perdido por querer tener la razón? ¿Cuántas veces hemos optado por el conflicto en lugar de elegir la paz, por demostrar que sabemos más en vez de optar por la felicidad? La lección de Ric Elias es clara: entre tener razón y ser feliz, debemos elegir ser felices. A veces, ceder en una discusión o dejar que alguien más tenga la última palabra no es una derrota, sino una victoria en la búsqueda de una vida más plena y conectada con lo esencial.

Tercera lección: morir no da miedo

Tal vez la reflexión más profunda de Ric Elias es que, al enfrentar la posibilidad de morir, se dio cuenta de que no tenía miedo a la muerte en sí misma. Lo que realmente le preocupaba era no haber aprovechado su vida de la manera en que debía. No era el final lo que le asustaba, sino el hecho de que quizás había aplazado momentos importantes, que tal vez no había pasado suficiente tiempo con las personas que amaba, o que no había disfrutado cada momento al máximo.

Pasar más tiempo con la gente amada, esa es la clave. Foto Daria Shevtsova / Pexels

Esta reflexión nos hace cuestionar nuestras propias prioridades. Muchas veces, en lugar de disfrutar plenamente lo que tenemos, nos preocupamos por el futuro, por alcanzar metas materiales o por demostrar nuestro valor a los demás. Pero al final, lo que verdaderamente cuenta no es lo que logramos externamente, sino los momentos de conexión, de amor y de disfrute; en definitiva, cómo queremos ser recordados, si hemos hecho lo suficiente por otros, si hemos sido una buena persona. ¿Cuántas veces hemos aplazado una reunión familiar o una salida con amigos por trabajo o por compromisos que, en perspectiva, no eran tan importantes?

Ric Elias nos deja claro que lo que realmente importa no es cuánto tiempo vivamos, sino cómo lo vivamos. Lo que verdaderamente da miedo es no haber vivido plenamente. Cada minuto cuenta y debemos aprovecharlo en lo que verdaderamente nos da felicidad y paz. En lugar de malgastar tiempo en discusiones, preocupaciones innecesarias o en el constante deseo de alcanzar metas externas, debemos enfocarnos en las personas que amamos, en hacer lo que nos apasiona y en vivir con gratitud.

Conclusión: vivir sin postergaciones

Las lecciones de Ric Elias nos invitan a reflexionar sobre la importancia de vivir plenamente el presente. Todos estamos volando hoy nuestro propio vuelo y no sabemos si nuestro avión se va a estrellar o no, de allí que sea urgente priorizar la felicidad por encima de los desencuentros, poner al servicio de nuestras emociones las cosas simples que nos complementan, valorar más profundamente las cosas que tenemos y hemos logrado, centrarnos en lo importante y alejarnos de las quejas y las discusiones sin sentido.

abrazo Año nuevo
Hay que priorizar la felicidad por encima de los desencuentros. Foto August de Richelieu / Pexels

Al fin y al cabo, no vamos a vivir para siempre. No se trata de cuánto tiempo tengamos, sino de qué hacemos con ese tiempo. Se trata de elegir ser una buena persona y dejar una huella imborrable en todos aquellos que forman parte de tus aprecios.

Elige vivir con gratitud, amor y conciencia plena, entonces habrás aprovechado verdaderamente el regalo de la vida.

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