Propósito y disciplina: una visión para encausar tus objetivos
El coach Ricardo Adrianza da orientaciones para que renunciar no sea una opción al momento de lograr los objetivos, cualquiera que sean
El coach Ricardo Adrianza da orientaciones para que renunciar no sea una opción al momento de lograr los objetivos, cualquiera que sean
¡No hay mayor distractor de la gestión del tiempo que quejarse todo el día! Para ser disciplinado deben converger varias actitudes y posturas que nos permitan escapar de la rutina que plantea realizar una tarea repetidamente. Como premisa fundamental, la meta que queramos alcanzar debe estar adornada por una causa o propósito personal que te recuerde, a diario, que renunciar no es una opción.
La premisa anterior, según mi opinión y experiencia, no puede ser sustituida. Es la base de todas las iniciativas que abordemos en el camino profesional y diría, de la vida.
Sin duda alguna –perdonen mi insistencia– el propósito es el motor número uno para impulsarnos y plantarle cara a los retos. No obstante, ser disciplinado se erige como el complemento perfecto para redondear la faena que nos llevará a alcanzar las metas propuestas.
No pretendo ser muy científico con los consejos que menciono más adelante para incentivar la disciplina, pero estoy seguro de que, si a mí me funcionó para alcanzar metas distintas a mi actividad profesional principal, también serán de mucha utilidad para ustedes:
Obviamente, para arrancar, es muy importante tener claro lo que queremos lograr.
Visualizar el momento final y conceptualizar la rutina y pasos que debes dar son condimentos necesarios para encausar tus planes.
Este paso no lo podemos obviar si lo que pretendemos lograr es algo inédito. En mi caso, para escribir mi primer libro Cartas a Matías, lecciones de vida para mi nieto, cursé un programa de escritura creativa que fue de mucha utilidad en los momentos donde la creatividad plantaba ausencia.
Este es un ejemplo, entre muchos. Lo primordial aquí es documentarte acerca de los imponderables futuros como opción que te permitirá avanzar más rápido cuando las dificultades se presenten.
Cuando menciono organización, me refiero a poner cada cosa en su lugar. Cuando emprendemos objetivos complementarios a nuestras actividades de trabajo, debemos eliminar todos los asuntos distractores y organizar nuestra agenda diaria para consolidar los factores de trabajo y los objetivos complementarios.
A mi me funciona muy bien planificar mis actividades diarias por tareas específicas, sin enrutarlas en horas. Quiero decir que, para un objetivo semanal, organizo las actividades por día, y no bajo el telón diario hasta cumplir con las tareas pautadas.
Aunque les luzca poco creíble, normalmente finalizo antes mi jornada laboral, lo cual me permite tener un colchón de tiempo para atender los asuntos repentinos que nos suceden a diario.
Sabemos que existen miles de distractores diarios sobre todo cuando emprendemos tareas repetitivas. Además, muchas veces la mente nos juega una mala pasada. Cuando esto suceda, ¡ponte en acción! que no es más que ponerte en órbita y obligar tus ganas.
Esfuérzate por iniciar y culminar la tarea, te aseguro que este ejercicio de testarudez implicará avances importantes en tu actitud y creará un hábito enriquecedor que será de mucha utilidad cuando el tiempo invertido comience a ser un freno.
Siempre habrá un alguien que te cuestione o alguna situación que descontrole tus planes. Si te pasa, aléjate de ambos. Sigue tu propósito y mide con conciencia, si esos asuntos pueden ser doblegados con tu accionar.
Si no depende de ti, no te desgastes y no caigas en el error de lamentarte o quejarte.
Dale espacio al descanso y un impulso a la creatividad. Recompensarte siempre es una acción necesaria. Muchas veces nos obsesionamos con lo que queremos lograr y apostamos por adelantar los tiempos.
Aunque considero que eso no es del todo perjudicial, darte una pausa para recargar baterías y sumar creatividad, es indispensable. Recuerda que en proyectos largos la amenaza de la fatiga siempre está presente.
Deseo que esta pequeña lista de rutinas haya sido de tu agrado y sirva de referencia en tus iniciativas. Si, por el contrario, no te funcionan, busca las tuyas propias.
Lo que no puede faltar cuando inicias un proceso, es que lo lleves con humildad, sabiendo que hay sacrificios y baches que enfrentar.
Ser humilde y perseverante son virtudes que engrosan las posibilidades de éxito y que mantienen cohesionadas las tareas que hemos planteado como necesarias para abrazar nuestros objetivos.