Teletrabajo o el líder en su laberinto
El coach Ricardo Adrianza hace una reflexión, partiendo desde su propia experiencia, sobre la enseñanza del teletrabajo para los líderes y cómo influye en las relaciones con su equipo
El coach Ricardo Adrianza hace una reflexión, partiendo desde su propia experiencia, sobre la enseñanza del teletrabajo para los líderes y cómo influye en las relaciones con su equipo
Haber pasado casi siete meses en el “exilio” laboral ha sido una experiencia que, desde mi punto de vista, privilegia la práctica del teletrabajo.
Aun así, esta modalidad trae consigo consecuencias, muchas veces insalvables. Bajo los rigores del teletrabajo podemos tropezar con sentimientos de aislamiento y estrés que, si no son bien manejados, pueden ser muy dañinos para la salud. Si a este escenario le agregamos la poca pericia de algunos en el manejo de las novedades tecnológicas, la esencia del teletrabajo se convierte en una verdadera tortura.
Los kilos de más es otra de las consecuencias visibles. Sin embargo, el peso que puede suponer la falta de contacto relacional con tus colaboradores es, en mi opinión, un punto de inflexión en la dinámica laboral y un atentado para garantizar la armonía y calidad del capital emocional de las empresas.
No importa cuán involucrado puedas estar a diario, en algún momento existirá una percepción de ausencia que puede trastocar tu organización. De allí lo necesario de estar muy alertas a las señales que faciliten esa conclusión, por demás perniciosa para la estabilidad de los equipos de trabajo, particularmente jóvenes.
Partamos del punto en que las relaciones interpersonales representan uno de los elementos más importantes en la creación de bienestar. No lo digo yo, lo dice el creador de la teoría Perma –por sus siglas en inglés– Martin Seligman, padre de la psicología positiva.
Y no es para menos. Las relaciones interpersonales o más directamente, las relaciones que forjamos con nuestros colaboradores y como influimos en ellos es, por definición, el botón de inicio para impulsar la motivación de estos, alentar su aprendizaje y garantizar su crecimiento.
Un encuentro cara a cara no tiene sustituto, pues la importancia de la lectura del lenguaje corporal de tu interlocutor es insustituible. De manera contraria, hablarle a una computadora –por la deficiencia del internet muchos obvian encender la cámara– puede llegar a ser muy frustrante y enturbiar el mensaje o instrucción que pretendemos hacer llegar de manera inequívoca y contundente.
Definitivamente esa “ausencia” hay que vigilarla, ya que muchas veces las percepciones de otros –justificadas o no– son más grandes que nuestras intenciones.
Ahora bien, lo que sí es una verdad es que el teletrabajo llegó para quedarse, al menos de manera parcial. Es inevitable, en un entorno globalizado y bajo los embates frecuentes de la covid-19.
Coincido en que tal vez una ausencia prolongada pueda suscitar sospechas que señalen al líder poco interesado. Es normal y entendible. Por ello la importancia de imponer, a pesar de las distancias, la práctica del acompañamiento o mentoring constante, que mutile el espacio de dudas que genera la distancia.
Ser protagonistas en la vida de quienes dirigimos es un extra que debemos procurar. Lo contrario es instalarnos como actores de reparto y quedar a merced de otros, lo que podría devenir en una “catástrofe organizacional”.
En este laberinto en el que nos encontramos, aunque tengas que hablarle a una pantalla y luchar contra el silencio incómodo que rodea este tipo de encuentros, la actuación del líder siempre debe estar condimentada, como mínimo, con estas cualidades que te aseguro dejarán tu sello a pesar de las distancias:
No es más que buscar el feedback constante de tus supervisados y darles peso a sus necesidades.
No hay mejor sustituto a la distancia que esa dosis de humildad y la de entender que no todos nos compenetramos con el teletrabajo de la misma forma.
Bajo este ambiente todos nos quebramos. Pero un líder debe ser capaz de controlar sus emociones para, consecuentemente, influir en los resultados.
Esto no para aquí, ya que el líder debe necesariamente comprender o intentar comprender las emociones de los demás como única vía de influencia.
Es una cualidad que debe estar presente en todo momento, más aún en la distancia. Estar “siempre” en toda su definición debe ser una apuesta fija.
Compromiso significa exigir con el ejemplo. Aprendamos entonces a apreciar el viaje más que el destino y a saber como enfrentar las muchas dificultades que se presentan en el camino. Como dice un refrán: “la palabra convence, pero el ejemplo arrastra”.
Es indudable que cada uno tiene su estilo y sus convicciones. No obstante, las tres cualidades resumidas son elementos que puedes incluir en tu receta de liderazgo para complementar las responsabilidades que conlleva la dirección de empresas.
El líder no está exento de ser criticado. Sin embargo, la responsabilidad por cambiar esa impresión es absolutamente de él.
Desde esa óptica, todo lo que hagas es válido.
Por último, en esta fase de incertidumbre constante en la que nos seguimos ajustando para cumplir con todos, recuerda lo que dijo el pastor y educador americano, Charles Swindoll: “La vida es un 10% de entender lo que está pasando y un 90% el cómo reaccionamos”.