Señora Cruz,
Me llamo Carolina Jaimes Branger, soy ingeniero, comunicadora y educadora venezolana. Pero no le escribo ni como ingeniero, ni como comunicadora, ni siquiera como educadora. Tampoco como venezolana. Le escribo como ser humano.
Desde ayer que vi cómo uno de los alumnos de su institución maltrató a un joven de 16 años -para más señas, con déficit de atención- tengo un dolor que no me cabe en el pecho. La madre del joven declaró que no fue la primera vez. Que ella sepa, ya ha ocurrido tres veces. Y lo sacó de la escuela para que esto no vuelva a suceder.
Ciertamente, el acoso u hostigamiento escolar es un mal extendido en todo el mundo. Pero el que sea así, no significa que debe tolerarse, mucho menos por las autoridades de la escuela. El acoso debe tratarse de muchas maneras para impedir que siga sucediendo. A los niños y jóvenes, antes de prepararlos en ciencias, historia y lenguaje, hay que enseñarles el valor de la solidaridad, la empatía y la compasión. Los niños que son acosados siempre tienen una desventaja frente a los demás y usar la ventaja que tienen los otros para hacer al acosado aún más débil, es una canallada. Y si bien es cierto que el bullying se detiene primero en la casa, si en la casa no lo hacen, es labor de la escuela.
Las noticias que tengo es que no es la primera vez que ocurre y que las denuncias de la madre del joven en cuestión han sido ignoradas. Otra noticia que supe hoy -y que todavía no he podido corroborar- es que uno de los agresores fue expulsado. Ojalá sea cierta. Pero quedan otros que han hecho lo mismo y continúan como alumnos en su escuela. La conmino a tomar las medidas pertinentes para que lo que le sucedió a mi compatriota no le suceda a ningún otro chico. Tiene usted ciertamente una labor titánica por delante, pero cuando uno estudia Educación sabe que el camino, siendo uno de los más hermosos, es también uno de los más difíciles.
Pero esto no queda ahí. Hay también que añadirle la banalización de todo. Pareciera que para esta generación nada tuviera importancia. La irreverencia, la violencia, la intimidación se han convertido en una forma de actuar que muchos, por desgracia, consideran “normal”. Subestimar todo, hasta su mínima expresión, es la regla, no la excepción.
Hay que pensar en el futuro. ¿Qué clase de mundo estamos construyendo? Las cosas hay que llamarlas por su nombre y hacer todo lo que esté en nuestras manos para que episodios tan célebremente tristes como éste jamás vuelvan a suceder, porque no son otra cosa que el preámbulo de una sociedad enferma.
Me despido esperando que mis palabras se hagan eco en acciones.
Versión en inglés (por si acaso no habla español)
Mrs. Cruz,
My name is Carolina Jaimes Branger, I am a Venezuelan engineer, communicator and educator. But I am not writing to you either as an engineer, or as a communicator, or even as an educator. Neither as a Venezuelan. I write to you as a human being.
Since yesterday, when I saw how one of the students at your institution mistreated a 16-year-old – to be more precise, with ADHD – I have pain that does not fit in my chest. The young man’s mother declared that it was not the first time. As far as she knows, it has already happened three times. And he got him out of school so this doesn’t happen again.
Certainly, bullying is a widespread evil throughout the world. But just because of this, it does not mean that it should be tolerated, much less by the school authorities. Bullying must be dealt with in many ways to stop it from happening. Children and young people, before preparing them in science, history and language, must be taught in the values of solidarity, empathy and compassion. Children who are bullied always have a disadvantage compared to others, and using the advantage that others have to make the bullied even weaker, is a scoundrel. And while it is true that bullying should be stopped first at home, if it is not done at home, it is the work of the school.
The news I have is that it is not the first time that this has happened and that the complaints of the mother of the young man in question have been ignored. Another piece of news that I learned today – and that I have not yet been able to corroborate – is that one of the assailants was expelled. I hope it is true. But there are others who have done the same than the expelled one, and continue as students in your school. I urge you to take the pertinent measures so that what happened to my compatriot does not happen to any other boy or girl. You certainly have a titanic task ahead of you, but when one studies Education one knows that the path, being one of the most beautiful, is one of the most difficult.
But this does not stop there. We must also add the trivialization of everything. It seems that for this generation nothing matters. Irreverence, violence, intimidation have become a way of acting that many, unfortunately, consider «normal». Underestimating everything, down to its minimum expression, is the rule, not the exception …
We have to think about the future. What kind of world are we building? Things must be called by their name and we do everything in our power so that famously sad episodes like this never happen again, because they are nothing more than the preamble to a sick society.
I say goodbye hoping that my words will echo in actions.