Opinión

La “corrección política” o la hipocresía del siglo XXI

Carolina Jaimes Branger vuelve al caso de Will Smith para proponer otra lectura de lo políticamente correcto y preguntarse: ¿y si alguien le da su "tate quieto" a Putin?

corrección política
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El don más preciado que tiene todo ser humano es la libertad. Libertad de ser, de pensar, de hacer, de estar. El único límite de la libertad del individuo es llegar donde comienza la libertad del otro, algo que suena muy fácil, pero que es lo más difícil de entender, aceptar y llevarlo a la práctica, porque el equilibrio que se busca, no siempre se encuentra. La interdependencia social es uno de los temas más tratados, pero menos entendidos y aun menos llevados a la práctica.

En el mundo de hoy, uno de los límites de la libertad lo constituye la “corrección política”. Sin embargo, lo que se considera “políticamente correcto” no es necesariamente verdad, ni bueno, ni siquiera creíble. Es, más bien, además de una inmensa hipocresía, un instrumento de manipulación de los extremos: lo han usado los de extrema izquierda y los de extrema derecha hasta la saciedad.

Un ejemplo reciente de esto es -y vuelvo al tema- la cachetada que le dio Will Smith a Chris Rock. Me sorprendió encontrarme con opiniones de personas de quienes me consta que han sido violentos y han actuado violentamente, quienes aseguran que “la violencia no es aceptable bajo ningún respecto”. ¿Lo piensan en serio o es que es “políticamente correcto” decirlo? ¡La caridad debería empezar por casa, en sus casos! ¿O lo dicen simplemente porque es lo que la mayoría cree o espera oír?

Yo no creo que la violencia sea buena, pero sí creo que hay gente que solo entiende con un “tate quieto” como el que le dio Will Smith a Rock. Smith, por eso de la “corrección política”, pasó de ser el agredido a ser el agresor. Hubo violencia de ambas partes. ¿O es que Rock no fue violento? ¡La única violencia no es la física! Pero ese “bully”, que lleva años burlándose de sus congéneres por sus duelos, sus tragedias y sus miserias, ahora es la víctima, por obra y gracia de la “corrección política”.

Me viene a la mente el presidente Ronald Reagan, quien logró detener por unos años los asesinatos ordenados y pagados por la Libia de Muammar Gaddafi, que financió a cuanto movimiento terrorista y anti-occidental había en el mundo, con un saldo de muertos que aun a la fecha sigue creciendo, a medida que se va sabiendo más de los hechos de aquellos turbulentos años.

En 1986, después de que una bomba estalló en una discoteca en Berlín, Reagan estableció severas sanciones y ordenó bombardear (en contra de la opinión de la CIA, por cierto) instalaciones militares libias y el mismo hogar de Gaddafi. Por supuesto, murieron un centenar de inocentes, entre ellos una hija adoptiva del mandatario libio, dos de sus hijos fueron heridos y se piensa que hasta él mismo también lo fue. Pero el hecho es que Gaddafi -quien volvió a sus andanzas eventualmente- pasó años paralizado. Hasta creó el “Premio Internacional Al-Gaddafi de Derechos Humanos”, que, aunque usted no lo crea, recibió Nelson Mandela, pero también Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales y Daniel Ortega.

El cambio de Gaddafi se hizo evidente cuando fue de los primeros en pronunciarse en contra de Al Qaeda después de los ataques del 11 de septiembre de 2001: expresó su pesar por las víctimas y ofreció la participación de Libia en la guerra contra el terrorismo liderada por los Estados Unidos contra el islamismo militante. Por cierto, Gaddafi fue depuesto y asesinado por quienes en su momento fueron “su propia gente”.

Pienso en Putin: si alguien como el presidente Reagan le hubiera dado su “tate quieto” a tiempo, tal vez no hubiera invadido Ucrania. Por supuesto, no deja de ser una mera especulación, pero la pregunta es pertinente. Lo que no espero es que haya un coro de gente hablando de los “derechos humanos” de Putin, si algún día es capturado.

Propongo que en vez de “corrección política” en adultos, que en la mayoría de los casos es una tremenda hipocresía, lo que tratemos es de educar a los niños en empatía, solidaridad, bondad y altruismo. Porque esos valores son reales. El mundo sería mucho mejor, se los aseguro.

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