Opinión

Reflexión optimista: ¿teletrabajo o regreso a la oficina?

Después de quejarnos y añorar los espacios de oficina y el calor humano que se esparce entre sus paredes, le encontramos el “gustico” y reacondicionamos los espacios de casa para teletrabajar. La oficina es el sitio natural de encuentro con el aprendizaje y de fomento de las relaciones que, en definitiva, constituye una fortaleza

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teletrabajo

Quizás no nos hayamos dado cuenta, pero llevamos poco más de dos años en pandemia, con todas las consecuencias emocionales que esto representa.

Dos años de momentos agridulces y situaciones que nos desvían de nuestra esencia y, nos exponen – dramáticamente – a la deriva “emocional”. Y es que en dos años suelen suceder muchas cosas: la pérdida de un ser querido, la ansiedad que produce el encierro, la molestia de hablarle a un computador, extrañar el contacto físico tan necesario y al que tanto estamos acostumbrados, y así un sinfín de cosas que nos ha llevado a cuestionarnos y reflexionar acerca de la vida, la familia y el trabajo.

Reflexionar es maravilloso pues siempre nos ayuda a corregir, a definir objetivos y alinearlos con nuestros propósitos. Cuando estamos en sintonía con la vida, la estabilidad emocional se engrandece y tenemos la sensación de que nada nos falta.

Practicar la reflexión es una de mis actividades favoritas. En el ocaso del día suelo tomarme unos minutos y revisar –mentalmente– la película de mi día. ¿Qué hice? ¿Qué pude hacer mejor? ¿Cuántas veces me quejé? ¿Debí disculparme con alguien?, son de las preguntas que me hago habitualmente.

Foto Anete Lusina / Pexels

Pero, ojo, cuando esa reflexión está dirigida por nuestros enojos, digamos, la reflexión no optimista, esto supondría un inmenso problema.

Lo más perjudicial que puede suceder desde ese enfoque es que empezamos a mirar los acontecimientos desde la perspectiva de otros. Pero eso no es todo, hay mucho más: comenzamos a compadecernos de nosotros mismos, perdemos el foco de lo que es verdaderamente importante, nos empezamos a comparar con otros y construimos un inmenso muro de resistencia al cambio.

Ante el escenario planteado es totalmente previsible resistirnos al cambio. La propia condición humana ya nos aporta estadísticas en contra. Por ejemplo, al percibir que una tarea es desconocida o no rutinaria, nuestro cerebro percibirá esto como amenaza y con ello, la lógica reacción de huida que está representada por la inacción.

Y precisamente esa sensación de amenaza fue la que se activó en época de pandemia. Ir en contra de lo que era nuestra rutina ya era un episodio muy duro de rebasar. El largo y anticipado encierro y la limitación de visitar los espacios de oficina fueron otros duros golpes. Y así fue sucediendo semanas tras semanas, hasta que pudimos salir con las lógicas restricciones, impulsados por la fuerza de la supervivencia.

Foto Andrea Pacquiao / Pexels

La misma fuerza que nos sirvió para adecuarnos al trabajo remoto, tanto que, posiblemente las estadísticas de regreso a las labores presenciales pierden fuerza. Y es que después de quejarnos y añorar los espacios de oficina y el calor humano que se esparce entre sus paredes, le encontramos el “gustico” y reacondicionamos los espacios de casa para ello.

Sin embargo, sin menospreciar las bondades del teletrabajo, soy un defensor del regreso al trabajo presencial, al menos en equilibrio entre ambas modalidades. Son muchas razones que respaldan esa conclusión, pero la más aplastante es la que tiene respaldo científico y que se desprende de la teoría Perma – por sus siglas en inglés – del bienestar. Uno de sus postulados refiere que las relaciones interpersonales son uno de los elementos claves para construir el bienestar personal, ¿quién lo puede dudar?

No obstante, a pesar de esa razón científica, hay otra que, desde mi punto de vista es fulminante y le da un sentido especial al respaldo de regreso a la oficina: la oficina es el sitio natural de encuentro con el aprendizaje y de fomento de las relaciones que, en definitiva, al menos en la Firma que represento, constituye nuestra fortaleza.

Foto Marc Mueller / Pexels

Regresar después de estos poco más de dos años tan difíciles, sería regresar a la esencia de nuestra práctica y a lo que siempre hemos sido: ¡un gran equipo!

De allí mi invitación a retomar esos espacios y lo conveniente de la práctica de la reflexión optimista, centrada en objetivos y alejada de las preocupaciones.

Cuando miramos lo que nos sucede con ojos optimistas, confiamos más y nos quejamos menos. Lo contrario, nos deja a merced del mundo y desorientados.

En conclusión, hacer las actividades desde casa es altamente apreciado y suma, pero hacerlas desde la oficina, multiplica, y esa es la gran diferencia.

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