Opinión

Nueva elite política y económica actúa fuera de las leyes en América Latina

¿Se está perdiendo la democracia en el continente? Venezuela ha tenido una influencia determinante en el camino de incertidumbre que transita América Latina. A lo interno, gremios y analistas buscan fórmulas para una parcial recuperación a pesar de no vislumbrarse un cambio en la conducción del país. Hoy se debate sobre el dilema entre “izquierdas y derechas” y lo que depara a nuestros países

Publicidad
Élite política sectarismo

En Venezuela comienza a debatirse de qué manera los factores productivos, en conexión con la sociedad civil, pueden lograr una recuperación económica independientemente de que siga operando en el país un régimen autocrático, que no se atiene a las leyes y a las libertades humanas y económicas. Estos grupos aspiran a una vuelta, aunque sea parcial, de los avances económicos que se perdieron en 22 años de chavismo.

El economista Asdrúbal Oliveros, quien promovió un importante encuentro con distintos analistas en el reciente foro de Ecoanalítica, “Perspectivas 2022”, reflexionó sobre lo que ya ha debatido en su cuenta de Twitter: “Un rasgo que observo mucho por acá y que me preocupa, es la de mucha gente anclada a un pasado, a un país que ya no existe. Gente en permanente añoranza. Mientras esto ocurre, se pierde la visión de futuro, el pensar y soñar el país posible. El que vendrá. Para recuperar la #economía de #Venezuela se requieren décadas de crecimiento ininterrumpido, incluso si el escenario es optimista”.

No obstante, en el foro varios analistas proyectaron un crecimiento económico para Venezuela de 9% para 2022. Indicaron también que esto se produciría luego de ocho años consecutivos de descenso, con una reducción de la actividad económica de 87% en el lapso 2013-2021, según los datos del Fondo Monetario Internacional. Aun así, menos optimista es este organismo, ya que señala que el rebote económico no superará el 1,5% en 2022.

Los analistas de Ecoanalítica estiman que recuperar la economía, al menos la que se tenía dos décadas antes, costará unos 35 mil millones de dólares. Pero lo que no se tiene claro es el cómo. ¿Cómo si continúa el mismo régimen, no democrático, que ha puesto a Venezuela al nivel de uno de los países más pobres del continente? ¿Cómo se puede lograr una superación, al menos parcial, del daño ocasionado?

En última instancia, la pregunta sin respuesta es si a la cúpula que gobierna le interesa esa recuperación; o como señalan algunos, si creen que mantener a la población en pobreza y dependiente del Estado es la fórmula de la “nueva izquierda” para permanecer en el poder indefinidamente.

Bajo ese contexto, en el continente se debate la crisis de las democracias liberales y hasta qué punto vale la pena sacrificar libertades en función de lo económico.

Porque lo que ha ocurrido en Venezuela con el chavismo ha tenido y sigue teniendo una repercusión importante en América Latina. El régimen venezolano es calificado como un modelo alineado con las más severas autocracias del planeta. Un dato ofrecido durante el foro de Ecoanalítica, y una realidad que viven otros países de Latinoamérica, es que la llamada “economía negra”, que se nutre de las mafias y el mercado negro, en 2021 ya superaba el 22% de los ingresos del país.

Izquierdas y derechas

El debate sobre la nueva izquierda y la polarización que se ha profundizado en América Latina tiene un punto de inflexión en Venezuela marcada con la llegada de Hugo Chávez, pero que se extendió al continente.

Para analizar lo que está ocurriendo en la región, el Interamerican Institute for Democracy, realizó el pasado 26 de abril, el Foro “Derecha e izquierda en el Siglo XXI”, en el que participaron importantes voceros de la política y la academia latinoamericana, con el fin de debatir la crisis que viven las democracias liberales en el continente y deducir hacia dónde los países con frecuentes conflictos políticos, económicos y sociales, sumergidos en una fuerte polarización que impide el consenso para resolverlos.

Todos los países son capitalistas

Para Carlos Sánchez Berzaín, abogado y exministro boliviano, quien se encuentra en el exilio, director del Interamerican Institute for Democracy desde hace seis años, el siglo XXI muestra que es un siglo capitalista. Todos los países están ubicados en ese marco. En el siglo XXI ya no se está discutiendo el qué, sino el cómo.

Sánchez Berzaín destaca que este es un mundo globalizado y estamos en medio de una revolución tecnológica. Lo que se discute es cómo se va a manejar ese mundo capitalista, globalizado y tecnológico y hay dos opciones: la que prioriza el respeto a la libertad, a la naturaleza de los derechos fundamentales y humanos que está representado por el concepto de democracia; y la otra es la forma de gobernar que concentra el poder en pocas manos a costa de sacrificar la libertad y los derechos humanos.

“Allí podemos encontrar a Rusia que acaba de ser reconocida como dictadura; Corea del Norte; o China que es una dictadura precapitalista porque tiene en los más de mil 300 millones de chinos una cúpula de millonarios, una cuasi clase media y la gran capa de personas que están en una etapa precapitalista que viven en condiciones de casi esclavitud”, señaló.

En América Latina recordó a la dictadura de Cuba, la más antigua de la región, con sesenta y tres años, que ha expandido su metodología y control a Venezuela, Bolivia y Nicaragua, y que goza del apoyo de gobiernos que denominó “paradictatoriales”.

Cuba lideró los cambios de la nueva izquierda

La fundadora y directora ejecutiva de Archivo Cuba, María Werlau, quien ha documentado el control que La Habana ha ejercido sobre Venezuela, indicó que en la actualidad priva el modelo del Foro de Sao Paulo, ideado por Fidel Castro con inspiración gramsciana. Dicho modelo tiene como fin reconstituir la izquierda luego del derrumbe del comunismo soviético. Se inauguró en los años 90 y cobró fuerza solo cuando Castro logró reclutar a Chávez, lo llevó a la presidencia de Venezuela y este le destinó inmensos recursos financieros provenientes del petróleo para la gesta expansionista de Castro.

Werlau destacó que “al poder se llega por la vía electoral y que las instituciones democráticas se desmontan desde adentro. Se instalan Estados autoritarios de tipo mafioso, cuyas élites se proyectan indefinidamente en el poder asentadas en el capitalismo de Estado, la corrupción y las actividades criminales”.

“La planificación centralizada socialista es solo para mantener al pueblo en situación de pobreza con dependencia del gobierno. Reducidas élites gubernamentales acaparan casi todo el capital nutriendo millonarias cuentas en paraísos fiscales y se adueñan de empresas capitalistas”, indicó.

«Como el modelo populista se autodestruye económicamente, estas élites requieren cada vez más fuentes externas y actividades ilegales. Su permanencia en el poder depende de tácticas asimétricas que Cuba lleva seis décadas perfeccionando con su policía política y aparato de inteligencia», señaló Werlau.

En el bloque Castro-chavista la analista incluye a Nicaragua, Bolivia y varias islas del Caribe unidos al socialismo del siglo XXI y a la integración regional conocida como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP).

La directora ejecutiva de Archivo Cuba explicó que este bloque cuenta con amigos firmes en México y Argentina; sólidas alianzas con regímenes autoritarios como Irán, Rusia, China, Corea del Norte y con actores no estatales como grupos subversivos y carteles criminales y de drogas en los que comparten estrategias, inteligencia, tecnología, redes para el narcotráfico, lavado de dinero. Todos se apoyan en organismos internacionales y colaboran ampliamente en materia económica. Su objetivo compartido es crear un mundo multipolar para enfrentar el poderío de EEUU y a las democracias liberales.

Werlau resaltó que la ironía de esta nueva etapa es que el que el líder regional de esta izquierda, Cuba, logró convertir a EEUU, en su mayor habilitador y su principal fuente de ingresos. Durante los ocho años de Barack Obama se legitimó al régimen cubano política y diplomáticamente y se relajaron las sanciones económicas para permitir ayuda material, viajes y transferencias a los cubanos-americanos y EEUU recibió a casi 400 mil inmigrantes cubanos. En los 5 meses del gobierno de Joe Biden, EEUU ha admitido a 80 mil cubanos aflojando las presiones en pro de un cambio político y garantizándole al régimen un importante flujo de ingresos.

Se refirió al actual boom de construcciones de lujo en Cuba mientras que sus servicios sociales alcanzan apenas a 0,8% de las inversiones totales del Estado cubano entre 2020 y 2021. Además la inversión en inmuebles hoteleros y de alquiler se le destinó casi 50% de las inversiones estatales. “Es así que emergen ostentosos hoteles cinco estrellas para extranjeros mientras el país se cae a pedazos” afirmó.

La izquierda resurgió con el boom económico

María Paula Romo, exministra del Gobierno de Ecuador durante el período de Lenín Moreno, destacó en su intervención cómo, a finales del siglo pasado y comienzo del 2000, la izquierda en América Latina dejó de ser una fuerza simbólica, contestataria, anti status quo, y tuvo varios gobiernos en la región; siendo el punto de partida la elección de Chávez en Venezuela en 1998.

Para Romo, el informe sobre la democracia en América Latina del Programa de Naciones Unidas de 2004 resaltó un aspecto vital cuando planteó una pregunta al continente: «¿Cuánta pobreza aguantan nuestras democracias?»

«Las democracias estaban a punto de decir que ya no aguantaban más pobreza y desigualdad y eso fue lo que pasó. Los gobiernos de izquierda le ofrecieron a la gente saltarse las reglas, los derechos, las libertades, y los países y los pueblos de Las Américas les aceptan esas propuestas», señaló Romo.

La analista ecuatoriana indicó que hoy el ciclo se repite con unas condiciones agravadas por la pandemia del covid-19. “Hoy estamos otra vez como en la época de ese informe; pero en una situación peor, porque no solamente hay pobreza y desigualdad, sino que se han multiplicado en el continente las cifras de violencia”, dijo.

Recordó que cuando las izquierdas llegaron a gobernar en América Latina a comienzos de 2000, ese período coincidió con elevados precios de los commodities, aprovechados por esos gobiernos con una política de agresivo endeudamiento económico principalmente con China. De allí que los pueblos asociaron las llegadas al poder de la izquierda con bonanza económica.

En ese entonces, esos gobiernos desarrollaron políticas y programas sociales, pero también generaron muchísima corrupción. “El autoritarismo que hacía mucho tiempo no se veía en el continente regresó con la utilización del Estado para sus propios intereses; además del vínculo con las economías criminales, y las organizaciones ilegales”, enfatizó.

Si bien en algunos países hubo luego cambios de gobiernos que regresaron a sistemas democráticos; esos cambio coincidió con una etapa de contracción económica y el covid-19. Es fundamental analizar el impacto de la pandemia en la región y su efecto en el sistema político, gobernabilidad y su reflejo en las urnas electorales. Destacó que América Latina ha retrocedido casi 25 años en términos de pobreza, desnutrición y desigualdades. El mercado laboral actual para las mujeres es similar al que vivieron nuestras abuelas.

Con apenas 8% de la población mundial, Latinoamérica tuvo 32% de fallecidos por la pandemia porque afloraron problemas estructurales de la región, la debilidad de sus gobiernos, así como la precariedad de los sistemas de salud para atender emergencias de esa magnitud.

“La ira que ya se venía expresando en varios de nuestros países con la polarización y la pobreza son el caldo de cultivo perfecto para la generación de populismos autoritarios en donde se le ofrecen a la población soluciones a cambio de las libertades y la democracia”, dijo Romo.

“Hemos tenido dos elecciones post-pandemia en donde esto se ha expresado con claridad: Perú y Chile. ¿Qué está pasando con sus gobiernos? El presidente Pedro Castillo de Perú ha tenido que cambiar cuatro veces de gabinete en seis meses, es decir, no es un gobierno que hasta el momento se haya mostrado viable; y el presidente Gabriel Boric en Chile ha caído de 50% a 36% de aceptación en solo siete semanas en el poder. Me atrevo a decir que lo que está en crisis no es un dilema de derecha o izquierda. Lo que está en crisis es la política, la democracia, la capacidad del Estado para darle respuestas a la población que ha sufrido un golpe letal en los últimos dos años y que hoy está buscando salidas”, enfatizó Romo.

¿Qué nos queda?

En términos políticos, para Romo, la paradoja que se suma a las decepciones y a la incredulidad en el sistema democrático, es que los gobiernos que ofrecían saltarse las reglas a cambio de generar bienestar, en efecto, se las saltaron. Sus dirigentes se hicieron muy ricos y el pueblo se hizo muy pobre. “Venezuela provocó una crisis humanitaria que este continente no había visto nunca, solo comparable con la de Siria. La podemos ver en sus indicadores de acceso a servicios, salud, pobreza, etc”, indicó.

En términos de la democracia liberal, indica, hay un dilema entre quiénes confían en las reglas democráticas, y quienes solamente usan las elecciones como un mecanismo utilitario de llegar al poder para luego no soltarlo.

Fuera de la Ley

La ecuatoriana advierte que si no se cree en la democracia; si no funcionan los partidos políticos, la izquierda, la derecha o el populismo, lo que queda es vivir fuera del sistema y la Ley, y ya eso está pasando en Las Américas.

“El sector que está mejor funcionando después de la pandemia es la economía ilegal. Se han disparado los indicadores de violencia de la región. De las 50 ciudades más peligrosas, con más asesinatos del mundo 47 están en Las Américas y solo siete en EEUU. Así que están en riesgo nuestras mínimas posibilidades de coexistencia pacífica y la vigencia del Estado de Derecho, más allá del dilema político” alertó Romo.

¿Hay crisis de la democracia?

Con el chavismo ciertamente se ha consolidado una élite política y económica que puede mantenerse y operar a partir de las alianzas que sostiene con gobiernos autoritarios y sus organizaciones, empresas y figuras del mundo global que operan desde cualquier territorio, a quienes a veces las sanciones del mundo occidental no alcanzan.

¿Cuánta pobreza y falta de libertades pueden soportar nuestros países? Es el dilema que ahora se abre no solo en Venezuela y Latinoamérica.

Las corrientes antidemocráticas actúan en casi todas las democracias y sus instituciones. El dilema es ahora si los líderes mundiales podrán confrontar los nuevos peligros de estas autocracias, que como la invasión y ataques de Rusia contra Ucrania, buscan el dominio mundial en la política, economía y en el terreno militar.

Publicidad
Publicidad