Opinión

Ventajas de tener un día a la semana libre de reuniones

En algunos casos, las reuniones de trabajo ocupan el tiempo "de manera demencial", dice el coach, son invasivas y cercenan el tiempo y la efectividad para cumplir las tareas

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Pexels / Composición de imagen Yiseld Yemiñany

Pertenecer a una red internacional suele ser muy demandante. Los proyectos para ajustarse a las mejores prácticas son numerosos y toda la dinámica de trabajo que se genera no da espacio para atender los asuntos cotidianos que son importantes como, por ejemplo, el cierre de proyectos locales.

En este sentido, las reuniones de trabajo invaden nuestro tiempo de manera demencial y no solo atiendes las propias que se generan o promueves con tus equipos, sino las que se originan de los diferentes comités internacionales para impulsar cambios y uniformar la práctica profesional de manera de garantizar algo tan importante como la calidad de tus servicios y la protección de la marca.

Lo anterior está bien y es muy apreciado. Sin embargo, el problema es que muchas veces esas iniciativas son invasivas y no toman en consideración los recursos humanos disponibles para atenderlas.

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Esta situación, indudablemente, dispara el estrés y, en mi opinión, cercena algo tan valioso como el tiempo y la efectividad para cumplir con todas las tareas.

Reuniones, ¿eficaces o improductivas?

Si bien, uno de los medios más efectivos para supervisar el avance de los proyectos es a través de las reuniones de trabajo, cada vez son más las voces que indican que estas son contraproducentes.

No sé si les pasa a muchos de ustedes, pero cada vez que vislumbro la agenda full de reuniones y contrasto con una lista de pendientes equivalente, la sensación de estrés es, muchas veces, inmanejable. Lo contrario, genera esa sensación de tranquilidad por la confianza que supone poder planificar mejor los días por venir.

Lo cierto es que los pendientes siempre estarán presentes, y los proyectos internacionales también. Entonces, ¿qué hacer?

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Foto Marcus Aurelius / Pexels

A mí, por ejemplo, me funciona muy bien trabajar por objetivos diarios. Si el día está lleno de reuniones, entonces arranco más temprano, o bien delego en alguna persona de mi equipo que las atienda. Pero existen otras fórmulas, una que he leído recientemente en un artículo escrito por Neil Pasricha –autor más vendido del The New York Times– a quien le funciona fijar un día a la semana libre de reuniones. El lo denomina, ¡el día intocable!

Y a mí me parece una idea genial, pues los avances de trabajo y la energía con que se enfrentan los días que dependen exclusivamente de ti son bastante apreciables.

El día intocable

Te preguntarás ¿cuáles son las ventajas del día intocable? Aquí te las resumo…

Eres más productivo. Los días sin reuniones nos permiten tener más tiempo para enfocarnos en tareas importantes, sin distracciones. Esto, si no tienes otros distractores, te permite aumentar la productividad y eficiencia en el trabajo.

Reduces el estrés. Muchas reuniones pueden ser estresantes, especialmente si son largas y poco productivas. Si sientes el camino libre para desarrollar y avanzar, eso redunda en que te sientas más cómodo en la ejecución y te liberes de la presión de trabajo.

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Foto Ketut Subiyanto / Pexels

Eres más creativo. Cuando el tiempo está a tu favor al liberarte de la carga mental que supone las reuniones de trabajo, eres más creativo y encuentras soluciones innovadoras para los problemas.

Mejora la comunicación. Los días sin reuniones suelen acercarnos a nuestros empleados y ejercer la supervisión desde un punto de vista más distendido. Por lo tanto, comunicarnos sin la presión del tiempo encima, fomenta la comprensión y el trabajo en equipo, con el lógico efecto que tiene en el ambiente laboral.

Por último, agregaría que, al tener días sin reuniones, puedes organizar mejor tu tiempo y atender asuntos personales que muchas veces se quedan a la deriva por la misma vorágine laboral. Eso, sin dudas, suma a tu bienestar y tranquilidad.

El resumen de ventajas que he compartido parece ser determinantes para poner en práctica esta dinámica. Entonces, ¿por qué no intentarlo?

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Foto Anna Shvets / Pexels

Si eres de los que promueven constantemente reuniones, no pierdes nada con balancear el método de supervisión.

Recuerda que uno de los dominios de influencia que se proponen en el modelo SCARF de neuroliderazgo es la autonomía y, tal vez, la idea de “el día intocable” obre a tu favor cuando de resultados se trata. O como el mismo Neil sentencia: ¿por qué no programar dos?

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