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Cómo la dulce Italia recibe a migrantes que huyen de Venezuela y empiezan de nuevo

Venezuela siempre ha tenido una presencia italiana a lo largo de los siglos -desde Colón, que fue el primer europeo en llegar a sus costas y Vespucio, que le dio el nombre- con un auge en la década de los '50, época de las grandes olas migratorias en busca de trabajo. Después de varias generaciones, se está revirtiendo el fenómeno y los descendientes de aquellos "musiús" itálicos cruzan el océano en dirección opuesta buscando, principalmente, seguridad.

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Italia, dia nacional y los venezolanos

Roma/El Estímulo.- Desde la unificación del entonces Reino de Italia, en 1861, durante más de un siglo partieron de las distintas regiones del país diferentes olas migratorias, con un auge en los años posteriores a la II Guerra Mundial y uno de los destinos principales ha sido la Venezuela de los años ’50s que, por sus enormes riquezas, los grandes planes de desarrollo económico y su escasa población, ofrecía infinitas posibilidades de trabajo y una importante apertura legal a los italianos que aún sufrían las consecuencias económicas y psicológicas del conflicto bélico.

En ocasión del 77 aniversario de la República Italiana, Día Nacional de Italia que se celebra en muchos países a donde llegaron los italianos, es oportuno recordar cómo las relaciones más firmes entre naciones las forjan las personas y familias.

Según estadísticas de la época, en los años 50 y 60 Venezuela fue uno de los países americanos con mayor cantidad de migrantes italianos, en proporción al tamaño total de la población del país. Pero este flujo de personas tenía ya tiempo, desde finales del siglo 19.

La facilidad de conseguir trabajo en cualquier área, a pesar de la barrera del idioma, permitió a la casi totalidad de los inmigrantes superarse económicamente e integrarse perfectamente en el país, echando raíces por varias generaciones, solo una minoría regresaba a Italia, después de haber ahorrado suficiente.

Italia en Venezuela
Restauran La Bella Italia, Caracas, cena de fin de año 1937

Sin embargo, en los últimos 20 años, la situación en Venezuela cambió, la paradoja de un país inmensamente rico, donde políticas erróneas crearon una severa crisis económico-social y un deterioro del nivel de vida cada vez peor, llevaron a muchos a acariciar una idea que hasta entonces era inconcebible: emigrar, tratar de establecerse en algún país, preferiblemente del Primer Mundo, y buscar en el propio árbol genealógico algún antepasado que permitiera obtener el reconocimiento de un pasaporte europeo.

Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (ISTAT) de enero 2022, en Italia están registrados 12.033 venezolanos: 4.347 hombres y 7.686 mujeres. La mayor presencia de mujeres se debe, en gran parte, a que predomina el caso de venezolana que, casada con italiano, aún no ha tramitado la ciudadanía por matrimonio. Las cifras aumentarían considerablemente si se contaran los italo-venezolanos que tienen la doble nacionalidad, pero ingresan al país con pasaporte italiano y no están registrados como venezolanos.

Una inmigración aventajada

Italia, que tradicionalmente ha sido un país de emigrantes, está viviendo con dificultad una era de enorme inmigración ilegal desde África, Medio Oriente y Asia. Muchos de los que llegan se acogen al derecho de asilo, pero la mayoría son los llamados «migrantes económicos», que no reúnen los requisitos para quedarse. El desorden migratorio ha hecho aumentar cierto tipo de criminalidad, incluyendo episodios de imposible integración cultural, generando nuevos sentimientos de xenofobia, islamofobia y racismo en algunos sectores de la población local.

Pero desde Venezuela se llega a Italia en avión, y los venezolanos que han decidido quedarse aquí -tengan o no antepuesta la palabra «italo» en su gentilicio- no han enfrentado problemas que pudieran desanimarlos. Representan el 0,2% de la población (ISTAT) y, claro está, llegan muy aventajados porque se trata, por lo general, de profesionales, de una misma cultura latina y cristiana.

No son muchos aquellos primeros migrantes italianos que de Venezuela han regresado a Italia, por razones cronológicas la mayoría ya ha fallecido, a otros les cuesta abandonar lo que con muchos esfuerzos lograron en la patria de adopción y sólo se han decidido quienes siguieron a sus familias ya establecidas aquí, o los que quedaron traumatizados por haber sufrido algún episodio grave de criminalidad.

Hay que distinguir entre los que llegaron antes y después del triunfo del chavismo en Venezuela.

En el primer caso, nos encontramos con migrantes no necesariamente de origen italiano, también hay venezolanos de «pura cepa», generalmente becados, que vinieron a estudiar sin una previa intención de quedarse, pero, sea por haber encontrado una buena oportunidad de trabajo o por haber contraído matrimonio con ciudadanos italianos, decidieron establecerse aquí y obtuvieron la ciudadanía.

En el segundo caso vemos que, en estos últimos 20 años, se agrega una mayoría decepcionada de la situación venezolana que llega con la doble nacionalidad o con intenciones de tramitar el pasaporte al que tendrían derecho por herencia de algún antepasado.

La mayor concentración de venezolanos está en Lombardía, la región más rica, con 2.297 registrados y el Lacio con 1.594. EnAbruzo, con 1.007, no es raro ver nombres como «Caracas», «Maracaibo», «Venezuela» o «Bolívar» en tiendas, restaurantes y cafeterías, de allí emigraron e inmigraron miles, le sigue la región de Campania con 972 presencias registradas.

«Parlare itañolo»

¿Cómo viven los inmigrantes que llegaron desde Maiquetía? Lo contamos ayudados por un pequeño sondeo entre venezolanos y descendientes de italianos.

El primer tropiezo para muchos parece haber sido el idioma, extrañamente son pocos los italianos que han mantenido la lengua de origen en la nueva patria venezolana, sea porque hablaban principalmente sus propios dialectos regionales o porque, casándose y teniendo hijos con venezolanas, resultaba complicado hablarles en otro idioma que no fuera el español.

Esta es una de las razones por la que gran cantidad de venezolanos con pasaporte italiano decide establecerse en España. Aunque el correcto italiano es más difícil de lo que parece, lo cierto es que entenderse recíprocamente en «itañolo» es sencillo. A diferencia de los franceses, los italianos tratan de ayudar a quienes tienen dificultades lingüísticas, (no es casual que sean estereotipados por gesticular demasiado) y, con el tiempo, el idioma se llega a manejar bien, aún con las inevitables y divertidas mezclas.

No hay reticencias gastronómicas, no sólo porque en Venezuela es muy conocida la cocina italiana, sino porque en Italia se consigue la harina «Pan» y casi todos los productos necesarios para preparar platos venezolanos.

La presencia africana, asiática y latinoamericana en los mercados ha traído productos antes desconocidos por los italianos, como yuca, ñame, batata, plátano, arroz de grano delgado, caraotas negras, papaya o mango, entre otros.

Sin excepción, a la pregunta de qué es lo que más extrañan de Venezuela, la respuesta ha sido rotunda: «¡el clima! «, a nadie le gusta el frío del invierno. También, añoran la frecuencia con la que se podía ir a las playas durante todo el año y, obviamente, echan de menos amigos y parientes, los que aún tienen familia allá, pues la diáspora afectó a muchos que tienen toda la parentela dispersa por el mundo.

Uno de los aspectos que más impactan a quien ha vivido en Venezuela es la diferencia entre los médicos. El médico venezolano, además de demostrar una gran profesionalidad, crea una relación de confianza con el paciente, mientras en Italia -con muchas honrosas excepciones, por supuesto- mantiene una distancia que, a menudo, raya en la antipatía.

Sucede en muchos países europeos, con cierta frecuencia el paciente se siente tratado como un número más.

Los médicos venezolanos serían muy bienvenidos aquí, pero tienen un largo recorrido burocrático para revalidar los títulos de estudio.

Ninguna discriminación

Frente al fenómeno de xenofobia por las olas migratorias ilegales en Italia, los venezolanos consultados aseguran que nunca sintieron ningún tipo de discriminación o de prejuicios, al contrario, confirman que el trato recibido siempre ha sido normal o, al menos, cualquier roce fue mejorando con el tiempo.

«Todo depende de cómo nos comportemos nosotros», dice Mirian, una criolla con 40 años en Roma, «yo misma he tenido que llamar la atención a venezolanos maleducados, que gritaban, decían groserías y molestaban en un tren».

En general, la sensación es que, en las buenas épocas, la vida en Venezuela era más fácil. En Italia, el quehacer cotidiano es más demandante y enfrentar la complicada burocracia no es tarea fácil. Aunque no se puede generalizar, se suele decir que la tendencia del carácter tropical es más suave y el europeo es algo amargo, a veces.

Aunque todos sienten nostalgia por Venezuela, son pocos los que volverían, es una opinión generalizada que para emprender el regreso, la situación económica, social y política tendría que cambiar totalmente y están seguros de que eso no va a ocurrir en un plazo breve.

Quienes tienen hijos nacidos aquí o que llegaron pequeños comprenden que los jóvenes ya están encaminados, tienen amigos, estudios, costumbres y les sería difícil adaptarse a otra mentalidad.

Una excepción es Mercedes, quien, pese a un lejano y olvidado origen italiano, no tenía ninguna conexión directa con la cultura italiana. Vino a Milán para hacer un post grado sin ninguna intención de quedarse, pero el destino le tenía otros planes. Ella asegura que su esposo e hijo italianos son grandes admiradores de Venezuela y les encantaría vivir allí, «pero tomaríamos esa decisión solo si la situación cambiara realmente». Recién ahora, después de 17 años en los que no se «sentía lista», Mercedes tramitó la nacionalidad italiana, posiblemente por temor a quedar desprotegida en caso de un deterioro mayor de la situación venezolana.

Algunos venezolanos deciden nacionalizarse por lo engorroso que se ha vuelto renovar el pasaporte en los consulados aquí. Hay casos dramáticos de personas que están esperando años por un nuevo documento venezolano, lo que significa que están indocumentados frente al Estado italiano con todos los inconvenientes legales que eso acarrea.

Es difícil que un funcionario europeo pueda entender y creer que, en algunos casos, un trámite de ordinaria administración pueda durar años, inevitablemente, surgen sospechas.

Para Gerardo, caraqueño hijo de italianos, la nostalgia aumenta en Navidad. Llegó en 1980 para estudiar y no le ha sido difícil integrarse, al contrario, ha involucrado a sus amigos en actividades venezolanas y, en los buenos tiempos, organizó viajes para que conocieran Venezuela. Sin proponérselo, fue un buen puente de intercambios culturales informales entre ambos países. Ya está jubilado y no volvería a vivir en su querida Caracas, «porque mi Venezuela ha desaparecido, ya no me quedan amigos allí, están regados por el mundo». Hace tres años, le llegaron dos sobrinos jóvenes, quienes «con todas las dificultades laborales, no quieren saber nada de regresar, quedaron traumatizados».

Hoy en día, la situación laboral en Italia no es alentadora, centenares de jóvenes graduados emigran a otros países europeos, Estados Unidos o Canadá porque no consiguen empleo o los sueldos ofrecidos son bajos.

Italia, la patria del regreso para los venezolanos
Un avión de la aerolínea italiana ITA, sucesora de Alitalia, despega desde el aeropuerto Fiumicino, en Roma. Foto: ANDREAS SOLARO / AFP)

Esto afecta también a quienes llegan de Venezuela ahora, a menos que tengan medios económicos suficientes para tener su propio negocio o corran con una gran suerte, difícilmente los profesionales se desempeñan en su área de estudios, sobre todo, después de la pandemia, porque el mundo del trabajo se transformó totalmente y hay que «reinventarse»

Así vemosa muchos cambiar completamente de competencias; a otros conformándose con ser repartidores o dependientes en comercios; a muchas latinoamericanas, incluyendo venezolanas, haciendo comidas de sus países para llevarlas a domicilio. Las trabajadoras más requeridas siguen siendo las enfermeras y, sobre todo, las cuidadoras domésticas de ancianos.

La ansiada seguridad

Consultados sobre las razones para quedarse en Italia aún si las condiciones en Venezuela mejoraran, absolutamente todos se centraron en la necesidad de seguridad , referida tanto a la muy baja posibilidad de ser víctimas de asaltos, secuestros o asesinatos por la criminalidad común, como la -aún más importante- seguridad sanitaria que disfrutan aquí, el miedo a enfermarse y no poder pagar una hospitalización o no conseguir medicamentos costosos es algo que atormenta a todos y frena el regreso.

Por otra parte, quienes tienen años trabajando y cotizando aquí tienen la certeza de recibir las pensiones de jubilación y, en los casos pertinentes, pueden aspirar a pensiones de invalidez o de vejez. Igualmente, se consideran satisfechos por la mayor seguridad que ofrecen las instituciones del Estado.

Un caso especial porque resume una actitud personal muy positiva frente a las adversidades de la vida y las dificultades de la migración, es el de Hernán, venezolano total, quien hace cinco años vino con su esposa, que tenía un remoto origen toscano y quería tramitar la ciudadanía italiana.

Admite estar «enamorado» de Italia y todo lo que cuenta de su experiencia romana es positivo: en poco tiempo logró aprender el idioma, desempeñarse favorablemente en varios trabajos, revalidar sus títulos de estudios, hacer un post grado consiguiendo financiamiento y conseguir un empleo interesante en su campo profesional de bibliotecólogo y archivólogo, además de conseguir la nacionalidad italiana.

En el ínterin, tuvo que enfrentar la desgracia de la prematura muerte de su esposa después de un año de lucha contra el cáncer. Tanto en la fortuna como en la tragedia, Hernán se sintió privilegiado por haber sido tratado muy bien en todas las situaciones, incluyendo en la enfermedad de su señora, que «fue tratada como una reina por los servicios sanitarios, que no escatimaron ningún esfuerzo en tratamientos médicos, sin costo alguno».

Sus tres hijos estudian en «excelentes» escuelas públicas y todos se han integrado perfectamente. Niega que haya discriminación, «a mi hijo menor, que no hablaba ni una palabra de italiano, los compañeros lo recibieron con una pancarta de bienvenida para darle ánimo en su primer día de clases».

Hernán atribuye su positividad a su inquebrantable fe religiosa. En cualquier caso, llegamos a la conclusión que la conveniencia y el éxito de la migración, cualquiera que sea la nacionalidad de origen, la cultura o la raza dependen de la actitud correcta de cada uno, del respeto a las leyes y de la capacidad de trabajo, lo demás es destino.

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